Jazmines

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-Está bien... Sé que te preocupas mucho por mí, pero si te digo que estaré bien debes confiar en mí. Ambos deben confiar en mí. -Habló sin permitir que las emociones tiñeran su voz.

-Confiamos en ti. -No en tu esposo. Pensó para sí. -Y sé que debemos respetar la privacidad de tu matrimonio. Solo te dijimos lo que vimos y no nos detuvimos a pensar en cómo te sentirías. Lo siento.




El matrimonio esperaba expectante sentados ante el escritorio de un consultorio impecable luego de algunos días después haber tenido esa noche de copas.

-Por lo que veo, señores Taisho, están en las mejores condiciones para buscar su embarazo. -Les dijo la ginecóloga luego de revisar los resultados de unos estudios que ordenó en su primera consulta; esa era la segunda visita del matrimonio en el consultorio. -Mientras la señora tome las vitaminas que le receté, los dos mantengan una buena alimentación y tengan relaciones en sus días fértiles, todo indica que podrán embarazarse pronto.

-¿En serio? -Rin inquirió emocionada. La doctora asintió. -¿Escuchó eso, señor Sesshomaru?

-No hay ningún riesgo para ella, ¿o sí? -Sesshomaru lo interrogó severamente.

-Su esposa es joven, es una edad muy fértil y se encuentra muy saludable, no habrá problema mientras se vitamine y alimente bien. -Lo calmó.

Sesshomaru respiró tranquilo y volteó a ver a Rin, quien se veía radiante luciendo esa enorme sonrisa llena de ilusión, saber que la idea de tener un hijo la emocionaba igual que a él lo hacía completamente feliz.

Luego de su consulta ambos pudieron dirigirse a la empresa, un arduo día en el trabajo los aguardaba. Una vez llegando a la compañía tomaron el ascensor que los repartiría a sus pisos.

-Por fin hoy comienzan mis días fértiles, así que ya no debe contenerse más. -Rin le anunció mientras veía su calendario menstrual en su teléfono.

-Ya llevamos... llevamos más de una semana sin sexo. No lo hacemos desde ese día. -Pasó un nudo en su garganta sin apartar la mirada del frente. Finalmente podía exhalar con tranquilidad.

-Oh vamos, no es tan malo. Así podremos asegurar más posibilidades de que... -Detuvo su argumento en cuanto el elevador abrió sus puertas dejando ver a Sara, quien armó una mueca de desagrado en cuanto vio a Rin. La castaña puso un gesto serio, según lo que Kagome y Kagura le habían dicho, no debía confiarse más de Sara.

-Buen día, presidente. -Lo saludó atenta. -Rin. -La nombró despectivamente. Ninguno de los dos respondió. Sara solo entró al elevador, marcó su piso y les dio la espalda.

-Pronto bajaré. Aquí está tu almuerzo, procura comerlo todo y esta vez no dejes las zanahorias. -Rin le advirtió a su esposo entregándole la cajita de bento.

-Pero no me gustan. -Refutó con un ligero tono infantil.

-Ya escuchaste a la doctora, debemos comer sano. -Lo regañó apuntándolo con el dedo. -Hoy debo ir con la señorita Kikyo, así que saldré del trabajo una hora antes.

-Te llevaré, no te dejaré ir sola esta vez.

Rin negó con la cabeza cerrando los ojos tranquilamente.

-Hoy llegan las evaluaciones y estarás ocupado, Yue vendrá por mí.

Mientras tanto, Sara no dejaba de poner los ojos en blanco escuchando la patética conversación de ellos dos y más aún cuando escuchó el sonido de un beso, incluso se le pusieron los pelos de punta del coraje.

Llegar a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora