Estoy bien

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Últimos capítulos de "Llegar a ti"




Ella sabía que tenía amnesia, que había perdido la memoria hace seis años en un terrible accidente con su amado esposo, eso era lo que él le había dicho en aquel difícil entonces. Y como era obvio ella dudó desde el primer instante en que despertó en una cama de hospital sin poder recordar nada, ni siquiera su nombre, pero gracias a que su esposo, Ito Shiro, le había brindado las pruebas suficientes para aceptar su verdad como absoluta, había logrado rehacer su vida.






La jornada había sido pesada para Ren, antes llamada Rin, pero fue tan gratificante haber vendido tanto ese día, casi se queda sin nada de no haber sido porque justo antes de cerrar sus proveedores la habían abastecido hasta el tope de flores de todos tipos y colores con las que podría iniciar un nuevo día de trabajo a la mañana siguiente.

Mientras tanto caminaba a su casa casi rendida, cargando su enorme mochila con herramientas y restos de material que le había sobrado para seguir trabajando en casa. Bajó del tren en la estación cerca de su casa y bajó por la pequeña colina en dirección a su hogar, no sin antes pasar a una casa de más arriba para llamar a la puerta.

-Ren, querida. –Una mujer rubia de unos cincuenta años, mirada dulce y facciones tenues, la nombró ni bien abrió la puerta. –Tardaste un poco, estaba a punto de ir a buscarte.

-Lo siento mucho, Bianca, es que tuve mucho trabajo, terminé con casi todo.

-No me digas que ya no tienes flores. –Preocupada, llevó sus manos a cubrir su boca.

-Oh, no, acaban de llegarme muchísimas, incluso dudo que pueda terminar este cargamento sin tener merma.

-Esas son noticias maravillosas, mi niña. –Bianca sonrió de oreja a oreja. –El señor Alessio, ¿lo recuerdas?

-¿El de la enorme florería del centro?

-Ese mismo, le ha pasado algo terrible, las dos chicas que trabajaban para él lo dejaron botado en medio de un trabajo enorme, grandísimo, Ren, se han llevado mucha flor y nadie da con ellas.

-No puede ser. –Ren denotó un claro gesto de angustia. –Pero qué pena. ¿Quiere entonces que le venda flores?

-No solo eso, quiere que lo acompañes como diseñadora.

-¿Yo? ¿Como diseñadora? Imposible, a mí solo me gustan las flores, no estudié como él o como sus chicas, yo no...

-Eres la más talentosa florista de toda Génova, niña. Tienes más talento en un dedo que esas niñas en todo el cuerpo; tú amas las flores, las flores te aman a ti, es lo que hace que hagas creaciones tan bonitas. Además la paga será bastante buena, dice que es por la inauguración de un hotel de unos extranjeros en Milán.

-¿Un hotel de unos extranjeros?

-Sí. Sin japoneses, como tú y tu marido, tal vez y hasta se entiendan mucho mejor que con Alessio. –La animó con más intensidad.

-No lo sé, suena a un proyecto bastante importante, no quiero arruinar nada.

-No arruinarás nada, niña, harás cosas hermosas. Algo me dice que realmente debes ir, es mañana bien temprano, tienes que partir con él al hotel. Se encargarán de la decoración, tienen dos días para tener todo listo.

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