Karukan

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Uuuu actualización en domingo. 

¡No se pierdan el dibujo del final!

***


-Creí que preferirías tener un varón... Sería tan lindo una versión pequeña de ti.

-Sería mejor que se pareciera a ti.

-No. Quiero que sea alto. –Dedujo sin pensar demasiado. Sesshomaru retuvo el resoplar de sus labios, el comentario le había parecido gracioso.



En cuanto llegaron ayudó a bajar a Sara, quien aumentó el drama colgándosele del brazo, él la tomó firmemente para no dejarla caer, ella se frotó un poco a él, con algo de suerte su perfume quedaría impregnado en el saco del albino; pero para estar segura, procuró transferir los restos de labial que quedaron en su dedo, oportunamente, había alzado a manchar el filo de su mandíbula. En cuanto entraron, al ver el estado de la pobre mujer, una camilla llegó por ella; los enfermeros interrogaron a Sesshomaru, quien solo podía responder que se había puesto así de la nada.

-Sara debo irme. –Le anunció algo irritado, ya había perdido demasiado tiempo. –Le avisaré a tu padre que estás aquí para que te recoja. –Se dispuso a irse, pero ella lo sujetó de la manga.

-No te vayas, no quiero quedarme sola. –Le suplicó con la mirada.

-Estarás bien, yo debo irme, tengo que ir con mi esposa. –Respondió fríamente, soltándose del agarre de Sara como si nada, dio media vuelta y se fue dejando que los camilleros se la llevaran.

Ese idiota. Lo maldijo con rabia. Aún después de todo... va a dejarme aquí.

Sesshomaru arrancó el auto acelerando de inmediato, pensando en la ruta más rápida para llegar con Rin.

Por su parte, la señora Taisho estaba junto a Yue de pie ante un pequeño establecimiento con tierna fachada, decorada con madera tallada, con coloridas flores adornando la entrada y un letrero que decía el nombre de la psicóloga que la atendería, Miko Kikyo; el lugar era un poco disímil al resto de la ciudad, pero eso le pareció bonito a Rin. Sin embargo, aún dudaba en entrar, estaba nerviosa, las palmas de sus manos sudaban y sus piernas temblaban un poco. Estar ahí era un gran y significativo paso para ella; pero también significaba tener que enfrentar todo lo que había estado escapando hasta ahora, tendría que volver a todo lo que la hizo sufrir, y aunque las cosas feas ya no estaban más que en su memoria, no dejaba de ser doloroso, además su amado esposo no estaba para acompañarla y darle valor, sin mencionar ese ruido extraño que escuchó con él cuando hablaron por teléfono.

-Ánimo, ama Rin. –Yue la animó con paciencia. –Yo creo en usted, sé que es fuerte. Además, el amo Sesshomaru estará aquí pronto. –Le sonrió mientras sacudía sus puños frente a él tratando de ovacionar a su señora. Eso hizo reír a Rin, incluso la ayudó a relajarse un poco.

Suspiró suavemente y entró haciendo sonar una dulce campana al momento de cerrar la puerta, entrando de inmediato a una sala de espera con sillones mullidos y varas de incienso por todas partes.

-Buen día. –Los saludó la recepcionista. –Bienvenidos, soy Yuka, ¿en qué puedo ayudarles?

-Este... Soy Taisho Rin, tengo una cita con la señorita Kikyo. –Explicó tímidamente.

-A ver... -Atendía revisando en su computador. –Es correcto, su esposo agendó la cita. –Confirmó. Por favor, sígame. –Le dijo levantándose y poniéndose en marcha para llevarla al consultorio. Rin volteó a echarle un último vistazo a Yue y le despidió con un ademán, mientras que él volvía a ovacionarla con los puños levantados en el aire. –Señorita Kikyo. –La llamó abriendo la puerta. –La señora Taisho está aquí para su cita.

Llegar a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora