Agridulce

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Por instinto, Rin tomó la mano de Sesshomaru y éste le correspondió de inmediato con un movimiento que aplicó más fuerza de la necesaria. Entonces realmente le pasaba algo.

-Vamos enseguida, controla todo lo más que puedas. –Y colgó sin esperar respuesta, bajó el teléfono y clavó su mirada en la mesa.





El tiempo había pasado volando y en la amplia sala de la enorme mansión Taisho se encontraba en total silencio, pero eso no evitaba que la mirada dorada se enfrentara a la mirada castaña con filosa severidad y competitividad, ambos retándose con insistente altanería, discutían telepáticamente, casi se podría decir que se insultaban el uno al otro sin tener que abrir la boca.

En un sillón, InuYasha sostenía a su hija de seis meses de edad, mientras que Sesshomaru sostenía a Setsuna en su regazo y dejaba que Towa se distrajera con un peluche en forma de un perrito blanco y esponjoso sentada justo al lado de él.

-Pues el alumbramiento de Moroha demoró mucho menos. –InuYasha sacó el enésimo argumento.

-Es porque Towa y Setsuna fueron dos, idiota, obvio que se tenían que tardar el doble. –Refutó tajantemente.

-Moroha se parece más a nuestro padre. –Espetó.

-Setsuna ya puede balbucear cada vez más legible.

-Es porque es medio año mayor que la mía. –Contradijo irritado.

-¿De nuevo están molestando a las bebés? –Kagome iba entrando a la sala para sentarse al lado de su esposo y su hija. –Ya dejen eso, parecen niños pequeños.

-Él empezó. –Se defendió InuYasha. –Él dijo que había obtenido dos bebés por uno. Tengamos otro bebé, Kagome, un chico o una chica que pueda hacerle par a mis sobrinas.

-Hump. Tenlo tú mismo. –Kagome espetó cargando en brazos a Moroha. –Tu padre es tan tonto, piensa que cargar un bebé en el vientre por nueve meses es tarea fácil. –Le decía a su hija. La bebé solo balbuceó ilegiblemente.

-¿Y tú no vas a decir nada? –Sesshomaru le habló a Setsuna. –Anda, demuéstrale al inútil de tu tío lo capaces que son. Di papá. –Le dictaba a su hija, pero la bebé solo soltaba adorables soniditos. –Papá.

-M... Mmm... -La bebé empezaba a murmurar algo interesante.

-Papá. –Insistió el albino.

-Mmm. Ma... Ma... má. –Soltó finalmente.

Sesshomaru abrió los ojos y la quijada por poco se le cae de la impresión

Setsuna había dicho su primera palabra apenas a su casi doce meses, Setsuna había hablado, había dicho mamá por primera vez. InuYasha y Kagome también miraban sumamente alegres, alentando a la niña para que lo dijera otra vez, pero parecía no hacerles caso.

-¡Rin! –Sesshomaru la llamó emocionado. –¡Rin, ven a escuchar esto! ¡Mujer, ven!

-¿Qué pasa? –Rin llegó corriendo desde la cocina, algo preocupada por los gritos de su marido. –¿Están bien?

-Muéstrale a mamá. –Le pidió a Setsuna. –Di mamá. –La alentó.

-¿Qué? –Rin se desorientó un poco.

-Acaba de decir su primera palabra. –Le explicó Sesshomaru. –Anda, Setsuna, di mamá. Háblale a mamá.

-Ma... má. –Balbuceó la pequeña castaña. –Ma-má. –Repitió.

Llegar a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora