Eres la cuchara pequeña

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Te despertó el fuerte estruendo de un trueno. Tus ojos se abrieron rápidamente, pero te tranquilizaste cuando sentiste el roce de los labios de Jisoo en tu sien y sus dedos recorriendo tu cabello.

—No pasa nada. —Susurró reconfortantemente.

Rápidamente te diste cuenta de que tu cabeza estaba sobre su regazo y que la película que estabas viendo había terminado, en su lugar estaba sonando algún programa que no reconocías realmente.

—¿Qué pasó con la película?

—Te quedaste dormido durante ella, tonta —respondió Jisoo antes de abofetear tu nariz juguetonamente. —Llevas casi una hora y media fuera. Ya es casi medianoche.

Tus ojos se abrieron de par en par y te incorporaste rápidamente. —Oh, rayos. Debería irme.

Justo en ese momento, sonó otro trueno y la lluvia en el techo se intensificó, cayendo mucho más fuerte que antes.

—No seas tonta. Está lloviendo a cántaros ahí fuera. Te quedarás aquí esta noche, donde estarás sano y salvo.

Era una invitación demasiado buena para rechazarla. De todos modos, no querías irte. No porque estuviera lloviendo, sino también porque no querías dejar a Jisoo. Así que en cuanto la oferta estuvo sobre la mesa, aceptaste rápidamente y volviste a recostar tu cabeza en su regazo.

—Me encantaría.

—De acuerdo. —Ella sonrió, besando tu mejilla suavemente. —Vamos a la cama. Te daré una de mis sudaderas para que te cambies.

Apagó la televisión y te cogió de la mano. Caminando hacia la escalera, apagó rápidamente las luces y te llevó a su espacioso pero acogedor dormitorio. La seguiste dentro y al instante se dirigió al armario donde cogió su sudadera más cálida y te la entregó.

—Póntela, cariño. Vuelvo en un momento. —Ella sonrió y entró en el baño para prepararse para la noche.

Te pusiste rápidamente su sudadera y te dejaste caer en la cama. Casi te sentías como si estuvieras flotando en una nube con lo suave que era su cama. Te cubriste con su manta y cerraste los ojos, abriéndolos sólo un momento después cuando sentiste que el colchón se hundía.

—¿Te estás durmiendo otra vez? —Preguntó con una ceja levantada y una sonrisa brillante en su rostro. Se metió en la cama a tu lado. La miraste a los ojos y no apartaste la vista hasta que ella te acarició la mejilla.

—Entonces, una pregunta importante antes de ponerme cómoda. ¿Necesitas algo de espacio mientras duermes? ¿Debería quedarme de lado o...?

—Quiero que me abraces. —Hablaste suavemente, interrumpiéndola. —Ya estoy cómoda y todo, pero creo que dormiré mejor si me abrazas.

Su corazón se derritió en su pecho y se hinchó de amor. Alcanzó las sábanas y tomó su mano entre las suyas. Con una sonrisa, entrelazó sus dedos y dijo:

—¿Cuchara grande o pequeña?

—Pequeña. —Dijiste, rodando sobre tu lado para que ella pudiera poner sus brazos alrededor de ti y abrazarte contra su pecho. Vuestras piernas se entrelazaron y tu corazón empezó a saltar latido tras latido cuando te apartó el pelo y empezó a salpicar de besos la parte superior de tu espalda y tus omóplatos.

—Estoy tan contenta de que te hayas quedado conmigo esta noche. No sólo porque me habría pasado la noche preocupada por ti, sino también porque he estado deseando tener una noche como ésta contigo. Una en la que estés envuelta en mis brazos toda la noche. —Susurró y besó el mismo punto de tu hombro varias veces antes de empezar a pasar el pulgar en círculos por el lugar.

—Yo también, Jisoo. Me gusta que me abraces. Me hace sentir cálida y segura. Sé que esta noche dormiré muy bien. —Contestaste y oíste su suave risa como respuesta. Bostezaste y cerraste los ojos. Te moviste para poner tus manos sobre las suyas que descansaban alrededor de tu estómago. —Te amo.

—Yo te amo más. —Te dijo al oído y depositó un beso en tu mejilla antes de cerrar los ojos. —Duerme bien y ten dulces sueños, cariño. —Murmuró antes de quedarse dormida contigo.

Jisoo Imaginas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora