Mordiscos de amor

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-Hola, cariño. Es hora de despertar-. Jisoo te habló suavemente al oído, con su cálido aliento haciéndote cosquillas en el caparazón.

Un escalofrío te recorrió la espalda y ella no pudo evitar reírse al notarlo.

Gemiste cuando te tocó los costados, tratando de que te despertaras y te levantaras de la cama.

-Cariño, vamos-. Se rió. -Tenemos planes. Tenemos que levantarnos. Tuve la amabilidad de dejarte dormir hasta tarde.

-Pero es muy temprano-. Gimió y alcanzó las mantas, tirando de ellas sobre su cabeza.

-Nena, es casi mediodía-. Se rió.

Te quejaste y Jisoo te quitó las sábanas de la cabeza, conteniendo una risita al ver lo desordenado que quedó tu cabello al hacerlo.

-Sé que nos hemos levantado tarde y que hemos tenido una noche larga y divertida, pero tenemos que prepararnos para el día.

Abrió los ojos, sonriendo un poco al recordar el tiempo que pasaron juntas anoche.

Ella llegó tarde a casa, pero como hoy tiene el día libre, decidieron quedarse despiertas y pasar un buen rato juntas.

Un beso llevó a otro y luego a otro, y luego simplemente se perdieron la uno en la otra y se besaron durante un rato.

Fue perfecto y no te arrepientes de haberte quedado despierta hasta tan tarde ni un solo segundo.

Pero ahora tienes mucho sueño ya que te has levantado más tarde de lo que has estado en las últimas semanas.

-Las chicas llegarán pronto. Tenemos planes para pasar el día con ellas, ¿recuerdas?

Gemiste antes de sentarte y mientras las mantas se deslizaban hacia tus piernas, tu cuello y clavículas ya no estaban cubiertos por ellas y fue entonces cuando Jisoo se dio cuenta.

-Vaya -dijo con una risita, haciéndote fruncir las cejas.

Te diste cuenta de dónde se posaba su mirada y, confundida y un poco preocupada, te preguntaste qué pasaba.

-¿Qué pasa? ¿Pasa algo?"

-Oh, no. En absoluto, nena. Sólo admiro lo increíble que te ves cubierta de los mordiscos de amor que te dejé anoche cuando nos besamos-. Dijo con una sonrisa orgullosa.

Tus ojos se abrieron de par en par y te levantaste, caminando por la habitación para mirarte en el espejo de la pared.

-¡Jisoo! -Jadeaste. -¡Hay tantos!

-Lo sé. -Ella sonrió orgullosa mientras caminaba hacia ti, abrazándote por detrás. -Estás increíble, cariño.

-Gracias, pero tengo que encontrar algo con lo que cubrirlos. No quiero que las chicas las vean.

-¿Oh? ¿Te estoy oyendo quejarte? - Preguntó, pareciendo un poco triste al hacerlo.

Pusiste los ojos en blanco antes de poner tus manos en su hombro.

-No me estoy quejando y nunca lo haría. Pero es que no quiero que las chicas los vean. Siento que son nuestros momentos románticos, íntimos y privados. No quiero que los ojos de nadie más que los nuestros los vean.

-Es comprensible-. Dijo antes de que se le ocurriera una idea.

Te besó la frente antes de ir al armario, donde cogió una de sus sudaderas con capucha que cubriría los chupetones de tu cuello y clavículas.

-Toma, dulce niña. Ponte esto y asegúrate de que está cerrado con cremallera. Nadie debería notarlo así.

-Gracias-. Sonreíste y le besaste la mejilla antes de ponerte la sudadera. -Ya está. ¿Mejor?

-Sí-. Dijo ella antes de poner las manos en tus caderas. -No puedo decir que esté feliz de no poder verlos ahora, pero te ves hermosa, así que todavía no puedo quejarme.

Pusiste los ojos en blanco juguetonamente antes de picotear sus labios.

-Gracias, cariño. Te amo.

-Yo también te quiero, preciosa.

Besó la comisura de tus labios, pensando en lo enamorada que está de ti mientras entraban en el baño para terminar de arreglarse.

Jisoo Imaginas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora