Se preocupa por ti después de que te operen

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-Tómatelo con calma. Te tengo. -Jisoo te susurró suavemente al oído mientras mantenía su brazo alrededor de tu cintura. Hiciste una mueca de dolor y gimiste, ya que el dolor seguía siendo abrumador, como lo han sido los dos últimos días.

Fueron un par de días terribles, que se le quedarán grabados a Jisoo durante mucho tiempo. Después de verte agonizar durante treinta minutos seguidos hasta que agarraste su mano con tanta fuerza que apenas podía sentirla mientras las lágrimas corrían por tus mejillas y le suplicabas que hiciera que parara.

Apendicitis. Esa es la causa de su indescriptible e intolerable dolor. Todo sucedió muy rápido. Un minuto tu mano estaba en la suya y al siguiente se deslizaba de su agarre mientras te llevaban a toda prisa por el pasillo para operarte.

Fue uno de los momentos más aterradores de la vida de Jisoo. Y aunque lo superaste sin problemas y te dieron el alta hoy mismo, todavía le dolía verte sufriendo.

Puso las llaves en la puerta abrió. -Creo que será mejor que descanses en el sofá un rato. -Murmuró mientras te llevaba al sofá.

-Acuéstate, pero tómatelo con la calma que necesites. -Te animó y te ayudó a tumbarte, despacio. -¿Tienes frío? ¿Tienes sed? ¿Tienes hambre? Con gusto te traeré lo que necesites. -Dijo mientras se arrodillaba en el suelo frente a ti. Pasó sus dedos por tu pelo desordenado. Tus ojos estaban caídos. Sabía que estabas agotada. Quería que durmieras, pero sólo después de que tuvieras todo lo que necesitabas.

-Tengo un poco de frío. Un poco de agua también estaría bien.

Abriste los ojos pero sólo por un momento. Porque sus labios se posaron en tu frente después de haberte besado suavemente la piel y encontraste consuelo en sus suaves labios; como siempre.

-Por supuesto. Ahora mismo vuelvo. Grita por mí si necesitas algo más. -Dijo antes de levantarse y dirigirse a la escalera.

Te acurrucaste aún más en el jersey que Jisoo te había dado cuando tuviste frío en el coche de camino a casa. Era, por supuesto, su jersey. Encontraste comodidad y seguridad en él.

Pero te sentiste aún más caliente un momento después, cuando Jisoo te echó la manta por encima. Te arropó, asegurándose de que estuvieras lo más cómodo y caliente posible. Pero tuvo cuidado de no tocarte el costado, sabiendo que sólo te causaría más molestias.

-Volveré en un segundo con tu agua.

Te besó la mejilla y salió de la habitación, volviendo momentáneamente con un vaso de agua fría en la mano.

-Aquí vamos. Te ayudaré -susurró mientras te ayudaba a incorporarte un poco.

Una de sus manos permaneció en la parte baja de tu espalda mientras la otra sostenía el vaso por ti, considerando que tu mano estaba demasiado temblorosa para sostenerlo por ti mismo.

-De acuerdo. ¿Así está mejor, pequeña? -Preguntó mientras te ayudaba a tumbarte de nuevo. Esperó a que asintieras con la cabeza antes de encontrarse peinando sus dedos por tu pelo y dejando suaves y cariñosos besos a lo largo de tu cuello.

-Estas próximas semanas van a ser terribles.

-Sé que duele, pero estaré aquí a tu lado en todo momento. Me tomaré estas dos próximas semanas para cuidar de ti.

Abriste los ojos rápidamente y separaste los labios como si fueras a discutir con ella, pero no te lo permitió.

-No tenemos nada que hacer en los próximos días. Me quedo aquí. Quiero cuidar de ti. Quiero hacer que te sientas mejor.

Esbozaste una pequeña sonrisa. -De acuerdo. Gracias.

-No me des las gracias, tonta. Eres mi novia. Haré cualquier cosa por ti. Ahora, ¿qué más necesitas?

-Primero: un beso.

Se rió y te dio un suave picotazo en los labios.

-Y ahora, unos mimos.

Asintió con la cabeza y se subió a tu lado. Se acurrucó detrás de ti, pero en lugar de poner su brazo alrededor de tu estómago como lo hacía normalmente, simplemente puso su mano en tu cadera y dejó caer su mejilla sobre tu hombro.

-¿Jisoo?

-¿Sí, mi amor?

-Gracias por estar a mi lado durante todo esto. No creo que hubiera podido superar nada de esto sin ti. Siempre has sido tan increíble para mí, pero aún más cuando me sentía asustada y abrumada. Te amo tanto.

En respuesta, sus labios recorrieron tu hombro y las yemas de sus dedos se movieron suavemente por tu cadera.

-Yo también te amo. Yo también tenía miedo. No creas que no lo estaba. Verte con tanto dolor no fue fácil. Pero sé que estarás bien. Sabía que lo estarías, porque eres mi galleta dura. -Ella sonrió. -Ahora descansa un poco. Estaré aquí si necesitas algo. No me iré de tu lado, lo prometo.

Cerraste los ojos y dejaste que el roce de las yemas de sus dedos a lo largo de tus hombros mientras ella pasaba sus dedos por tu cabello te adormeciera rápidamente.

-Yo tampoco sé qué haría sin ti, cariño. -Susurró y cerró los ojos, quedándose rápidamente dormida, sintiéndose tan agradecida de que pronto te sintieras mejor.

Jisoo Imaginas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora