Mami

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Sentiste que tu espalda golpeaba el colchón cuando Jisoo te hizo rodar sobre ella.

Acababas de estar colgado sobre ella en la cama mientras se besaban, perdiendose la uno en la otra mientras disfrutaban del tiempo que tenían para pasar juntas.

Mañana será un día libre para los dos, pero como esta noche ambas llegaron a casa antes de lo habitual, en lugar de acurrucarse para ver una película, decidieron besarse.

Les sonaba mucho mejor a las dos.

Estabas a punto de preguntarle a Jisoo por qué te había dado la vuelta, pero cuando empezó a besar el punto dulce de tu cuello, te quedaste sin palabras.

Te dejaste llevar por lo feliz que te hacía sentir y la rodeaste con tus brazos para acercarla.

Sentiste cómo sus dientes se hundían en tu piel, dejando un par de mordiscos de amor, lo que te hizo sentir aún más increíble.

Y no pudiste evitar las siguientes palabras que salieron de tus labios.

-Mami, oh wow, eso se siente tan bien.

El corazón de Jisoo empezó a golpear contra su pecho, más fuerte que nunca.

Te miró con los ojos más grandes que jamás hayas visto y enseguida sentiste que tus mejillas se calentaban por la vergüenza que sentías.

Nunca la habías llamado así y ambas se sorprendieron por ello.

Sin embargo, a Jisoo le encantó.

-¿Mami? -Preguntó mientras una sonrisa de satisfacción se dibujaba en sus labios. -Oh, cariño, eso es sexy. Necesito que lo repitas.

Pusiste tus labios en su oreja mientras sus ojos se cerraban.

-Mami -dijiste con euforia.

-Oh -suspiró Jisoo suavemente, su cálido y tembloroso aliento se abanicó contra tu piel.

-¿Te gusta eso? -preguntaste con una sonrisa creciente.

-Sí, dulce niña. A mami le encanta - dijo mientras te miraba a los ojos, sonriendo suavemente.

-Supongo que tendré que llamarte así más a menudo. -Dijiste mientras la acercabas y la atraías para darle otro beso.

-Más te vale-. Ella se rió.

-Lo que quieras, mami-. Le susurraste al oído.

Tu cálido aliento abanicándose contra su oreja hizo que un escalofrío recorriera su columna vertebral y tus palabras, así como la forma en que salían de tus labios, hicieron que sus brillantes ojos marrones se pusieran en blanco de felicidad.

Tu noche de besos con ella no había hecho más que empezar.

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