Ella acapara la manta

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—Buenas noches, mi amor —susurró Jisoo suavemente y te dio un dulce beso en los labios antes de acercarse a apagar la luz y cerrar los ojos para quedarse dormida.

El día fue largo, pero todo valió la pena ahora que lo recuerdas. Porque Jisoo tenía el remedio perfecto para curar tu día: venir a casa para una noche de películas acogedoras y muchos mimos.

Tal como ambas sabían que sucedería, terminó por animarlas en un instante. Al encontrar tanto consuelo y felicidad en su abrazo, te pidió que te quedaras a pasar la noche y tú aceptaste encantada.

Después de un día tan largo, se sentían agotadas y empezabas a dormirse rápidamente. Hasta que Jisoo se revolvió en su sueño a tu lado y te soltó para ponerse boca abajo.

Como ya no estabas envuelto en sus brazos, te rodeaste más con la manta para mantenerte caliente. Colocándola sobre tus hombros, cerraste los ojos y comenzaste a sumergirte en un sueño tranquilo.

Pero volviste a abrir los ojos cuando sentiste que la manta se deslizaba por tus hombros. Una ráfaga de aire frío te golpeó la piel y trataste de acercarla, pero sólo siguió deslizándose.

Se deslizó de tu regazo y empezaba a resbalar por tu muslo cuando te agarraste al borde e intentaste apartarla de Jisoo. Ella se revolcaba, gruñendo y gimiendo en sueños mientras intentaba quitártelo de encima y tenerlo todo para ella.

—No, Jisoo. —Te quejaste. —Ya tienes más de la mitad, dame un poco. —Tiraste de él, sólo para que ella te lo devolviera. —¡Jisoo! —Empezaste a temblar, y aún más cuando ella te lo quitó con éxito y se lo puso encima.

Refunfuñaste y te cruzaste de brazos. Lo último que querías era despertarla, sobre todo porque su día tampoco era precisamente fácil. Pero ella no te dejaba muchas opciones. Con el aire fresco que soplaba por la ventana entreabierta y ahora sin que ella ni la manta te envolvieran para mantenerte caliente, sentías frío e inquietud.

Te acercaste a ella y le tocaste el hombro. Ella se revolvió, pero sólo dejó escapar algún que otro sonido suave y movió la mano que tenía apoyada en la almohada antes de volver a dormirse.

—¿Jisoo? ¡Jisoo! Cariño, por favor, despierta.

Abrió los ojos lentamente, torciendo el cuello para mirarte con ojos cansados. Se los frotó mientras murmuraba:

—¿T/n? ¿Qué pasa? —Volvió a cerrar los ojos y, aunque te oyó decir:

—Estás acaparando la manta.

Las palabras no se registraron exactamente en su cerebro con lo agotada que se sentía.

Se limitó a asentir con la cabeza y volvió a dormirse, dejándote un poco frustrado.

—Jisoo —sacudiste su hombro, haciendo que sus ojos se abrieran de nuevo. —Cariño, no quiero mantenerte despierta. Sólo tengo frío y tú estás acaparando la manta. Me la robaste mientras dormías.

Ella rodó sobre su espalda, arqueando ti para que pudieras deslizar algo de la manta lejos de ella.

Aceptó la oferta de inmediato, cubriéndose felizmente de nuevo.

—Siento haberlo robado. —Murmuró cansada antes de poner su brazo sobre ti.

—No pasa nada. Ahora estoy caliente.

—¿Porque tienes la manta de nuevo? —Preguntó con sus pesados ojos cerrados, como si estuviera asegurándose de que la tenías porque estaba demasiado cansada para abrir los ojos y ver por sí misma.

—Eso, y que tu brazo me rodea de nuevo.

Se rió suavemente, con los labios rozando tu mejilla.

—Estoy feliz de que estés más caliente, pequeña. Me alegro de volver a abrazarte.

Hubo un momento de cómodo silencio, en el que te ocupaste de mover la cabeza sobre su pecho y de suspirar satisfecha al encontrar consuelo en su abrazo.

—Yo también. Te amo.

Ella sonrió para sí misma mientras te rodeaba con sus dos brazos y te besaba la coronilla.

—Te quiero más. Duerme bien y ten dulces sueños.

Jisoo Imaginas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora