62 | Comunicación, ante todo.

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COMUNICACIÓN, ANTE TODO.

Railey

Pensé que al día siguiente sería un nuevo comienzo, era el primer día de un nuevo mes, era otra oportunidad. Pero pareció más la continuación de ayer, tal vez un final, un cierre de los anteriores sucesos.

Me levante con un dolor de cabeza estrepitoso. Abrí los ojos y lo primero que dije fue:

- Al-hamdulillah – Coloqué mi pie derecho sobre el suelo alfombrando y me pues de pie.

Me niego ha hundirme, yo he pasado cosas peores que una humillación frente a todo los de mi edad. No existe ningún tipo de dolor capaz de mantener en el suelo con la cabeza agachada.

Bueno eso pensaba yo en aquel momento.

- ¿Estas mejor? – pregunta una voz a mis espaldas. Salto en mi sitio como reacción inesperada. Me giro de inmediata para ver a mi hermano de pie en la pared más alejada.

-Edward – mi voz es apenas un suspiro.

Y ahí lo recuerdo, recuerdo como termino la noche de ayer:

Pedro me hizo volver frente a la casa donde se celebró la fiesta, me entraron nauseas al ver como la gente seguía divirtiéndose. Pero volvimos ahí para poder coger su coche. Recuerdo perfectamente como fui incapaz incluso de abrocharme el cinturón, mi cabeza era incapaz de coordinar mis acciones. Pedro me lo puso y arrancó camino a mi casa. No se me ocurrió nada mejor que encender el teléfono y ver todos los videos en lo que me etiquetaron, eran patéticos, yo era patética.

Llegue a casa como una magdalena. Pedro me pregunto que si prefería dormir en su casa. Me dijo que había habitaciones libres por si no quería lidiar con mi familia en estos momentos. Le dije que no, que mi familia era lo que yo ahora mismo necesitaba.

Viéndolo en retrospectiva, me doy cuenta de la percepción que tiene Pedro sobre el término familia. Como si fuera una carga con la que debemos lidiar constantemente.

El caso es que llegue a casa, para mi sorpresa Edward me estaba esperando en el salón de estar con el teléfono en mano, como si estuviera esperando a que llamara, o esperando el momento oportuno para que él lo hiciera.

Nada mas verme se levanto de golpe, pero cuando me vio de verdad, vio mis pintas no tardo ni un segundo en estar a mi lado, en sujetar mi mano. Recuerdo darle las gracias a Pedro, recuerdo ver como los hombros de Edward se movían con fuerza, como su mirada penetraba con desprecio a Pedro. Por eso levante la mano y acracia su rostro. Sus ojos esmeraldas me miraron inquietos, mostrándome el terror, el dolor, tras esa expresión de furia. Le dije con una voz tan sueve, tan ligera en un ambiente espeso:

-Pedro me ha ayudado, ha estado ahí para mi – no le quitaba la vista a eso precisos ojos. Que de un momento a otro se trasformaron en cristal. En algo tan frágil y bonito, que se te anclaba en el pecho sin piedad – por favor dale las gracia – susurre – las gracias por cuidar de mí.

Edward trago grueso. Vi como las lágrimas se aproximaban en esos bonitos ojos. Pero él no las dejo ver. Me beso la mejilla y se giró hacia Pedro.

-Gracias – las palabras le salieron de dentro – Mil gracias – notaba esa sinceridad en su voz. Y solo esperaba que Pedro también lo hiciera.

Pedro se fue y Edward me llevo a mi cuarto. Recuerdo que me descalzó, me dio una aspirina y una botellas de agua, para finalmente arroparme.

Se sentó en la otra mitad de la cama, mientras yo intentaba dormir. Recitaba pequeñas anécdotas de cuando éramos pequeños, esas en la que yo era demasiado pequeña para recordar:

Por que mierda me enamoré de Ti ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora