26 | Séptimo

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No olvidéis la música, besis <3

-INFIERNO HELADOR -

Railey

Mierda.

Por muy mal que me cayese, esa sonrisa me lleno por dentro. De algo inexplicable.

Su sonrisa tan de el y de nadie mas que el. Estaba a unos centímetros, podía contemplarlo, y lo hacía.

Era jodidamente guapo. Y mas cuando reía abiertamente.

Por un instante agradecí morir observando tal vista.

Era muy consciente de como reaccionaba mi cuerpo ante el. De que sentía algo, algo por el.

- Prefieres pequitas

Esa fue su respuesta ante mi enfado por haberme llamado preciosa en esta situación tan crucial.

Me quede anonadada.

-¿Como sabes que tengo pecas? - pregunte.

Mis pecas eran casi inexistentes, pero eran mi parte favorita de mi.

Cuando era más pequeña me rodeaban toda la cara, pero con el paso del tiempo desaparecieron.

-Railey estoy frente a ti - dijo con obviedad.

Como si hubiera preguntado la tontería más grande del mundo, y lo había echo pero mi cabeza no daba para más.

¿Pequitas?, en dimininutivo, no pecas sino Pequitas porque tengo pocas. Me gusta.

Al instante me revolví de dolor entre sus brazos, al sentir un demoledor dolor muscular.

- ¿Por qué no me dices que te hubiera gustado hacer, en vez de estar aquí conmigo? - me pregunta para distarme, pero noto un destello de curiosidad en sus ojos a su vez.

-Quien ha dicho que no quiero estar contigo - admiti sin pensar.

Al principio me arrepento, pero me sorprendo al ver la sonrisa que nacen en sus labios.

Y sin darme cuenta ya me estaba mordiendo el labio inferior, mientas mis ojos se clavaba en sus grises sin fin.

- No me vas a contestar - dijo decepcionado, eliminado rastro de felicidad.

-¿Quieres que te diga las cosas que no llegue ha hacer, y que me arrepiento por ello?

El movió la cabeza afirmando, no puede evitar notar como sus ojos se entristecían al haber sido tan seca.

Sentí como sus ojos envolvía en una burbuja todo mi ser, una indestructible y protegiéndome de todos y todo.

Entonces entendí porque morir no me suponía ningún tormento, no más el físico, del dolor.

No con el cerca, al menos.

- Pues vamos a ver... - empecé a hablar todo lo animada que puede, porque quise que me recordase así, y que lo último que viese fuese felicidad en esos ojos.

Su rostro cobro vida y me sentía realmente bien por ser la causante de ello.

- Me hubiese gustado volver a la meca - empecé.

- ¿Has ido a la meca? - abrió sus ojos como platos, sonreí.

-Si - afirme entre otra sonrisa, sentí como sus ojos me miraban con admiración.

Eso me encantaba.

- Quería visita la biblioteca más grande del mundo - continúe, me gustó escuchar como su sonrisa me interrumpía.

-La del congreso de Washington - afirmo con emoción.

No puede controlarme y sonreí como una niña de cinco años.

- ¿Tu también quieres ir? - pregunté sorprendida.

- Pospuesto

- Iremos juntos entonces.

No pese lo que dije... Yo estaba emocionada por un segundo y no...

Su rostro se apeno y me miro con esa cara que me partía el alma en mil pedazos.

Se inclino para besarme la frente, mientras una de sus lagrimas cayo en mi rostro.

Deje que sus labios fríos se depositarán en mi fervora frente.

Produciéndome escalofríos de los agradables, me sentía bien y mal al mismo tiempo.

Bien por estar con el.

Mal por verle así por mi.

No debería impórtale una mierda, pero aquí estaba llorando. Llorando por mí.

- ¿Qué más? - preguntó intentando reincorporar la alegría, elevándose ligeramente de mi.

- Alex no tenemos que hacer esto, no tenemos que torturarnos de está forma.

- No - insistió - Quiero saberlo Railey, por favor - casi suplico.

- Bueno quiero un perro - admití.

Se levanto de mi frente y me miro sorprendido con la sonrisa más grande del universo con sus lagrimas aún en esos trasparentes ojitos.

- ¿Un perro en serio? - pregunto con cara de culo y esa sonrisa de lado.

- Si - sonreí ante su expresión que me hizo gracia.

-Railey estoy seguro de hay algo que de verdad te arrepientas de no haber echo, y dudo que sea tener un perro.

Rodee los ojos, ¿Por qué no me tomaba Enserio?, de veras siempre quise un perro.

- Vale - dije rendida.

El me miro con intriga esperando a que hablase.

Me lo pensé dos veces pero iba a morir, ya no me importaba que lo supiese.

Respire hondo y le mire fijamente.

Quería analizar su expresión con todo detalle.

Que pensaría el chico más guapo, el que tiene cautivas a todas.

- Yo -yo no he - joder esta balbuceando, no me lo podía creer.

El espero a que siguiera. Me arme de valor y lo solté de una.

- Yo no he besado a nadie.

Al principio su rostro reflejo sorpresa, como si no se lo podía creer, pero cambio rápidamente.

A una de ¿Alegría?, creo que la fiebre me estaba afectado a la vista.

Feliz, ¿Por qué mierda iba ha estar feliz?

- ¿Nunca? - pregunto como si estuviera orgulloso de algo.

Os juro que yo ya no entendía nada.

-Nunca.

Yo me ruborice, Alex se acerco más a mi rostros. Se detuvo tan solo a unos milímetros, escuchaba su respiración, me cosquillaba la nariz al sentí el roce con la suya.

Si antes estábamos cerca, ahora con un sutil movimiento, podía rozar mis labios. Podía... Besarme

Me tense y el lo supo.

Mi corazón acelero descontroladamente.

¿Por que mierda no me apartaba?

Y ahí fue cuando sonrió como el propio diablo.

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No me matéis por dejaros así, yo os amo jaja, nos vemos mañana.

¿Qué pensáis que pasará? Jiji.

Este capítulo está dedicado a una increíble lectora, para ti preciosa : FerPaz995 <3

Por que mierda me enamoré de Ti ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora