43 | Duerme conmigo.

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DUERME CONMIGO 

Pedro

Me duele el pecho, las mejillas y casi no llega el oxígeno a mis pulmones, pero esta agotadora sensación la repetiría una y mil veces al lado de Railey.

Railey está tumbada entra el edredón de su cama, con sus oscuros rizos apuntando a cada esquina de la habitación, una sonrisa más grande que su cara, y esos enormes ojos brillando como si de verdaderas joyas se tratasen, es que la adoro.

- ¿Qué vas a pintar? -me pregunta.

-No lo sé - confieso.

Un carácter que describe bien la personalidad de Railey es la testarudez, es muy testaruda y no quiere dormir, pese a que todo su cuerpo se lo exige, pequeña cabezota.

-Dibuja flores -me pide.

- ¿Flores?

-Si, son bonitas, huelen bien, son preciosas a la vista, coloridas, la definición perfecta de belleza.

Sonrió por su forma inspiradora de hablar, ella sí que es una belleza.

-Entonces flores pintare -anuncio con orgullo.

Me dedica tal sonrisa que casi me deja sin aliento.

Pasa un cuarto de hora, yo he conseguido matizar el fondo de mi obra con un tono blanquecino más vivo del que poseía el propio lienzo, es la única asociación que he encontrado entre las tres palabras que me tocaron, Juventud, belleza, Virtud.

Un moviente me impulsa a alzar la vista, es Railey que a cada rato se mueve, cambiando de posición, obviamente incomoda.

- ¿No puedes dormir? -Pregunto lo ovio.

- ¿A ti que te parece? - responde mosqueada, pero yo sonrío.

- ¿De qué te ríes? -Pregunta dándose la vuelta para poder mírame a la cara.

- ¿Como puedo ayudarte? - dejo la brocha con pintura blanca, y me limpio con una servilleta para acercarme a ella, al parecer Railey tiene el material para un taller de pintura entero.

Nuestra conversación se basa en preguntas sin respuestas.

-Duerme conmigo -Me pide, pilleándome desprevenido.

- ¿Que?

Ella sonríe ante mi rostro incrédulo que de seguro parezco un payaso de circo.

-Solo túmbate y abrázame -Dice con una sonrisa divertida - Necesito... sentirme segura - cambia ligeramente su expresión y veo como duda al decir esto último.

Ella extiende el brazo, y actúo sin pensar, acoto la distancia entre nosotros, rodeo sus dedos con mi palma. Railey se hace para un lado, y levanta la colcha donde estaba embutida y le da una patada hasta que cae al suelo.

-Que sutil -carcajeo.

Riley me ignora y sin levantarse de la cama saca una sábana en un cajón cercano, da unas palmaditas en el lado derecho de su cama indicándome que me tumba, me quito los zapatos, realmente me siento ligeramente raro, ¿Qué estoy haciendo?

-No te quites los calcetines, no quiero que tus pies con olor a queso me inunden las fosas nasales -comenta amena.

-Mis pies no hulen a queso -refuto achinado los ojos de manera acusadora.

-A todos los hombres os apestan los pies -Asegura con un ladeo de cabeza de manera arrogante.

- ¿Sí? y ¿a cuantos hombres has tenido el placer de olerles los pies? - Pregunto con división.

Por que mierda me enamoré de Ti ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora