64 | Relatos del pasado.

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Amores, preparar los clínex :( 

RELATOS DEL PASADO

Railey

Aquel día era catorce de noviembre, denominado día de los Relatos del pasado, según pedro. Hace no mucho estuvimos hablando de mi vida sentimental en su casa, creo recordar que fue tras mi primera visita al psicólogo. Sonrió para mí misma, ese día estaba aterrada, ahora lo veo y me avergüenzo de montar tanto drama por nada.

¿Qué cosas verdad?

El caso es que aquella tarde nos sinceramos, nos abrimos el uno al otro. Fue un gran paso. Pero aún quedan más cosas que quiero saber de Pedro y el de mí, por ello aquel día acordamos, mas bien el decido y me soborno con tarde de salva negra, hago un paréntesis para decir que estaba de rechupete y valió la pena.

Y Aquí estamos en medio de un Burger King, intentando hablar:

Tuve que tirar de su chaqueta, esa marrón que no se la quita nunca y le queda de lujo, por cierto, para poder adéntralo en el lugar de comida rápida. Puso cara de póker todo el trayecto hacia aquí. Es obvio que yo decidí traerle aquí, quería que sufriera un poco por "obligarme" a tener este tipo de conversaciones. Se que hace que nuestras amistad se solidifique más, pero son muy pesada y complejas.

Hay veces que miro a Pedro, y quiero contarle todo, desde lo más absurdo como el primer día que me dejaron solo en casa con cinco años, realmente estaba Patrick, pero ese estaba sobado tras una jornada larga de trabajo, e intente ser como Edward cocinando lo que a mi parecía una ensalada y resultó ser un potingue de verduras, pudin de chocolate y mucho, mucho sal. Hasta las cosas mas importantes como lo que sentí al leer por primera vez mi libro favorito o todo el esfuerzo que tuve que hacer para poder aprender a patinar.

Pero las cosas no son tan fáciles, ojalá pudiera trasmitirle todos mis recuerdos de una, porque hablar de ello... implica rebobinar el pasada, adentrarme en ello, y eso es difícil.

Así que, como castigo, tenemos que hablarlo en el Burger King o nada. Soy cruel lo se.

-No sé si puedo sentarme ahí – señala a un asiento con migas y algo verde, que esperemos que no sean mocos.

Pongo ojos en blanco, el mundo se aliña para que el día que le traiga aquí no hayan empezado a limpiar los asientos.

-Iremos a otro, pero vayamos a pedir – Tiro de él para que me siga.

Nos posicionamos en la fila para pedir, hay cuatro personas por delante de nosotros, y cuando faltan dos Pedro se gira hacia a mi y me pide, bueno casi parece suplicar:

-Vámonos de aquí por favor – suspiro.

-Vale – acepto – solo porque si vas a estar así de inquieto no vas a poner ni hablar.

Acepta con la cabeza tantas veces que pienso que va a salir volando.

Diez minutos después Pedro aparca frente a su casa, no me hace mucha gracias.

- ¿Contento? – pregunto amargada.

-Contentísimo – contesta con una enorme sonrisa elevando el mentón. Lo que una tiene que aguantar.

Unos minutos después me encuentro sentada en el un sofá de su salón y el esta en otro, el que esta en frente, ambos con una tarima de helado, que hemos comprado por el camino.

Nos centramos en comemos el helado callos, durante varios minutos, hasta que él dice:

-Vale basta – le miro – sé que esto va a ser difícil por eso voy a empezar yo – dice armado de valor. Le dura dos segundos.

Por que mierda me enamoré de Ti ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora