Esposo mío...

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Zhiyin no era de los que lloraba precisamente tan fácilmente. La mayoría del tiempo era una pantalla, o para sacar provecho de la situación, o simplemente para chantajear emocionalmente a su esposo, pero esta vez las lágrimas en su rostro eran puramente verdaderas.

La razón muy simple. Rongyi era el nombre que él había querido ponerle a su hijo. Hasta lo había hablado con su esposo.

Rongyi no hagas eso, Rongyi no hagas aquello, Rongyi deja en paz a tu papá...

Y solo de recordar aún aquello rompió en llanto. El dolor en su pecho era tan brutal que apenas podía respirar, ahogado en su propio dolor. No sabía por qué la vida le hacía aquello. Porqué tenía que pasar por aquel sufrimiento.

Ahora que por fin iba a tener una familia hermosa, con su esposo, su hijo y hasta los gemelos como padrinos, que más podría pedir. Recibiría y daría todo el amor que no había recibido cuando niño... pero eso ahora parecía solo una vaga ilusión y recuerdo en su cabeza y eso le hizo deprimirse aún más.

-No llores, no llores- escuchó entonces la voz del niño que pronto lo envolvió entre sus delgados brazos- No llores, todo va a estar bien ¿te duele aún? Puedo seguir curándote.

Pero Zhiyin no podía responderle. Su voz estaba sellada completamente. Solo podía estirar sus brazos y envolverlos alrededor del niño llorando contra su hombro. Eso era lo único reconfortante ante tanto dolor en su interior. Al menos intentó pensar que aquel sería el abrazo que no tendría de su hijo. Al menos, no si se quedaba en aquel lugar.

***

Zhiyin no recordó lo que pasó después, pero se enteró que estuvo dos días más en cama con fiebre. La condición de su cuerpo era sumamente inestable. En medio de la nebulosa escuchaba como el niño lo justificaba cada vez que lo mandaban a buscar y gracias a eso Zhiyin aún no había sido llevado al área donde se prostituían el resto de los empleados.

-hable con Madam- Rongyi le dijo la mañana del tercer día mientras le daba con la cuchara un poco de sopa como desayuno, que él mismo había preparado- le dije que al menos hasta que te recuperes que te deje estar conmigo haciendo tareas aquí en el burdel. No eres muy fuerte, pero necesito que alguien me ayude.

Rongyi tragó la sopa que se sintió ligera y sabrosa. Después lo miró curioso de saber la respuesta.

-Madam no es muy buena con la gente, pero al parecer estaba de buen humor y como no suelo pedirle mucho y la ayudo de vez en cuando a limpiar el desastre que dejan algunos clientes, me lo concedió. Aunque no puedo garantizar el tiempo que puedas estar a mi lado, sin que algunos clientes fijen tus ojos en ti. Si te piden no podré hacer nada.

Zhiyin sonrió ligeramente y le acarició la cabeza con cariño. Que alguien al que apenas conocía lo cuidara tanto era digno de admiración, sobre todo por su corta edad. Que debía haber pasado aquel niño para tener aquella madurez.

Ojalá que si pudiera salir de allí se lo pudiera llevar con él. Su esposo definitivamente no se opondría y le podrían dar muchas cosas y que tuviera una mejor calidad de vida. Era la forma que tenía de pagarle toda la ayuda que le estaba dando.

Quiso expresarle su gratitud, pero no podía hablar. A veces era duro para alguien tan expresivo como él.

***

Zhiyin pensó que ahora que estaba en el burdel, pero trabajando con Rongyi no tendría problemas, al menos por el momento. Estaba más que equivocado.

En primera encontró que salir de allí estaba más allá de su imaginación. No era nada fácil. Aquel sitio estaba construido para no dejar salir a nadie. Los muros eran sumamente altos y completamente pulidos y si aun así escalaba los bordes tenían tallados de metal en forma de picos que haría muy difícil surcarlos.

Solo había una entrada que se dividía en una puerta pequeña para los empleados y una grande para los clientes. Ambas, más seguridad no podían tener. Dos niveles de inspección y los guardias eran hombres grandes y fornidos, entrenados para matar a cualquier esclavo que quisiera escapar. Tampoco era que se pudiera llegar muy lejos. Los grilletes en los tobillos unidos por cadenas dejaban poco movimiento. No podrían correr.

Era una misión prácticamente imposible. La única forma de salir era... muerto.

Además de eso, los esclavos que no estaban destinados para el placer sexual, no estaban excelsos de ser acosados constantemente por los clientes. Incluso muchas veces terminaban siendo las presas de algunos fetichistas.

Zhiyin intentó pasar lo más desapercibido posible. Se llenaba el rostro y cuello de hollín todas las mañanas para ocultar sus rasgos y trabajaba detrás de Rongyi con la cabeza gacha. Aun así, recibió nalgadas de algunos clientes que pasaban por su lado y se burlaban. Otros se interesaron en alzarle la cabeza a la fuerza para ver su rostro y perdían el interés al ver la suciedad, por suerte solo eso.

A pesar de todo, Zhiyin se sentía asqueado y cada vez que podría limpiarse se tallaba tanto la piel que le dolía. Solo lamentaba que Rongyi tuviera que pasar su mano cálida por las noches sobre las llagas para curarlas.

Y hubiera podido soportar un poco más sino fuera por aquel fatídico día.

Zhiyin tenía la ropa lavada entre sus brazos. Casi estaba anocheciendo y parecía que llovería. Rongyi buscaba la cesta para poner la ropa mientras él lo esperaba cuando sintió que algo lo empujaba duramente contra el suelo. La ropa se desparramó por todo el piso y Zhiyin solo pudo atinar a darse la vuelta para ver un hombre, uno de los clientes que lo miraba con los ojos desenfocados.

Estaba completamente borracho.

Un temblor recorrió el cuerpo de Zhiyin e intentó alejarse cuando fue agarrado de las cadenas y tirado hacia atrás. Estas limitaban mucho el movimiento, pero Zhiyin no se dejó intimidar e intentó patearlo cuando este agarró su tobillo y lo apretó casi al punto de torcerlo.

Si pudiera gritar lo hubiera hecho. El dolor atacó su cuerpo rápidamente. A pesar de ello, siguió luchando por quitarse a ese hombre de encima, solo que se dio cuenta que su cuerpo no le respondía de la misma manera. Al estar sellado todo su cultivo por completo los músculos eran más débiles, y pelear contra aquel hombre que le duplicaba el peso no estaba siendo una tarea para nada fácil.

Zhiyin no se rindió, aun así, intentó usar sus uñas para hacerle daño cuanto este comenzaba a desgarrarla la túnica que cubría su cuerpo. No dejaría que lo violará. Su cuerpo solo podía ser tocado de ese modo por un hombre. Sino era él no era nadie.

En eso el hombre se quejó. Había sido golpeado con alguien que lo había hecho gruñir.

En emido del forcejeo Zhiyin pudo divisar a Rongyi con una escoba en la mano que le fue arrebatada. Rápidamente Zhiyin tuvo que moverse para evitar que el hombre golpeara el niño con esta, abrazando el brazo de él. El hombre desvió entonces su atención a Zhiyin y sacudió con fuerza su brazo.

El niño no sabía entonces que hacer. Era muy pequeño, pero no quería que le hicieran daño a Zhiyin así que corrió y saltó enganchándose en el cuello del hombre.

-Suéltelo, no le haga daño- gritaba para ver si alguien venía, aunque se imaginaba que los que terminarían mal serían ellos. Ahora no era momento de pensar en eso, lo más importante era salvar a Zhiyin.

Pero que podía hacer un niño pequeño y un adulto encadenado y débil, no mucho, así que para el hombre fue fácil lidiar con ellos. Hasta que.

-Ya es suficiente- una voz masculina, grave, pero a la vez con un toque amable se escuchó y el hombre se paralizó- Tú amiguito ven aquí- agarró del cuello de la túnica a Rongyi y tiró de él hasta dejarlo detrás de su gran cuerpo. Después hizo lo mismo con aquel hombre solo que lo lanzó a un lado como si este fuera un muñeco de trapo- Al menos si te emborrachas debes tener un control de tus acciones.

Y diciendo esto el recién llegado enfocó sus orbes color café en él que hicieron estremecer a Zhiyin pero no de miedo. Por alguna razón aquella persona le parecía familiar aún si nunca lo había visto antes.

Enamorado de un idiota (Novela original)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora