Esposo mío, me derrito

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Fengxiao sintió que Zhiyin se removía mucho en la cama al punto de despertarlo. Ni siquiera estaba abrazado a él como de costumbre y se alarmó recordando aquella vez que había sufrido mucho dolor. La barriga de su esposo acababa de cumplir los seis meses de embarazo y aunque Zhiyin tenía planes en su mente querían dejar pasar la primera semana para asegurarse que todo estaba bien. No pondría otra vez la vida de su esposo en peligro, aun si este se lo imploraba, algo bastante difícil pues el menor podía ser bastante demandante.

Se giró hacia él y lo vio durmiendo sin estar cubierto, había pateado la colcha a un lado y mantenía las piernas abiertas al igual que sus brazos. Su piel resplandecía bajo la tenue luz de la vela que siempre dejaba a cada lado de la cama. Preocupado pasó la mano por su frente preguntándose si tenía fiebre pero encontró que no.

Había escuchado que en los últimos días la temperatura había aumentado considerablemente en comparación con el resto de los días del año que eran o fríos o frescos, pero él no podía sentir los cambios de temperatura tan bruscos. Con su alto nivel de cultivo había aprendido a regular su temperatura corporal por lo que sudar de calor como su esposo ahora no era parte de su día a día.

Puso una mano sobre las sábanas y recitó un hechizo sencillo. Automáticamente el rostro apretado del chico se relajó y rápido buscó abrazarse a él. Había enfriado la cama para que se sintiera mejor y había funcionado. Un leve gemido de satisfacción salió de los labios de Zhiyin.

Fengxiao se corrió un momento fuera de las mantas tras un gruñido de insatisfacción de la persona que lo abrazaba, pero le preocupaba que se resfriara si se quedaba así húmedo de sudor. Buscó una toalla regresó quitando con cuidado la túnica y secando su piel. Zhiyin ni siquiera se despertó con su toque. Una vez vestido nuevamente, Fengxiao se acostó y dejó que su esposo lo abrazara pasándole una pierna por arriba, esta vez no dejando que se escapara.

***

-NO PUEDO, ME VOY A MORIR-

Un desgarrador grito resonó en toda la secta y por primera vez nadie le hizo caso a una frase que tuviera la palabra morir en su interior. La razón, no era que la persona se fuera a morir solo porque la temperatura del ambiente fuera de 38 grados y el sol no ayudaba en lo alto del cielo.

Zhiyin estaba sentado en el borde de uno de los pasillos de la mansión y sus pies dentro de una cubeta puesta en la tierra de abajo. Apenas tenía puestas sus túnicas, solo la interior y si podía llevarla abierta mucho mejor. Yanfeng le había amarrado tantas veces el cinturón que dejó que al menos este fuera un punto de unión de sus prendas. Su cabello estaba recogido en un ridículo moño suelto en su cabeza dejando la clavícula húmeda y los hombros enrojecidos, despejados.

En otro momento le hubiera importado que cualquiera que pasara lo viera literalmente desnudo sentado con las piernas abiertas y la cabeza hacia atrás, pero ahora, con su cuerpo empapado de sudor y casi queriéndose morir como que la vergüenza no pasaba por él.

-Fengxin, no seas vago, mueve más tu cola, no siento ese aire circular- le protestó a su familiar que ondeaba su cola llena de pelo buscando echarle un poco de viento a Zhiyin que parecía desfallecer

-¿Mi señor, desea un té?-

Yanfeng ya no sabía qué hacer, era verdad que había calor, incluso él se había quitado la parte de arriba de su túnica para refrescarse. Pero su señor estaba pasando por los procesos graves del embarazo donde la temperatura del cuerpo subía, por lo tanto estaba sufriendo más que nadie

-Yanfeng, no hay forma de conseguir hielo, necesito hielo, urgente- soltó casi en un sollozo fingido.

-No sé donde podamos conseguir ese tal hielo pero estoy seguro que el líder de la secta puede hacer algo, con su nivel de cultivo es incluso capaz de regular la temperatura de su cuerpo y de seguro sabrá algún hechizo poderoso para enfriar algunas cosas-

Enamorado de un idiota (Novela original)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora