Esposo mío, qué nombre le pongo

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Zhiyin aplicó con cuidado su preparado especial no importando que estuviera la medicina prescripta aplicada. No le quitaría el efecto, más bien, lo potenciaría y de paso ayudaría con el dolor. Recorrió cada una de las heridas largas y su rostro se iba ensombreciendo. Era bueno que esa maldita ya no estuviera por los alrededores o de seguro la mataría. Por culpa de ella y de su padre habían pasado por todas aquellas dificultades, creando malentendidos y que su relación tuviera un momento de crisis.

Solo de pensarlo lo hizo sentirse mal. No le gustaba discutir con su esposo. Era como su miles de dagas lo penetraran y le cortaran el corazón. Nadie le había avisado que enamorarse era sentirse de aquella forma. Momentos de felicidad extrema equivalente a dolor si algo ocurría. Sin querer, sumidos en sus pensamientos presionó con un poco más de fuerza una de las heridas y el hombre ante él soltó un leve quejido. Debía de dolor bastante para que alguien como él soltara un sonido así.

-Lo siento, lo siento- terminó de aplicar el resto de la medicina con aún más cuidado y buscó las vendas para enrollar su pecho y espalda hasta dejar todo cubierto.

Agarró la túnica de él con cuidado y se la puso sobre los hombros. Lo rodeó y se sentó en su regazo tomando por sorpresa a Fengxiao que por reflejo lo aguantó de las caderas.

-Esposo mío, hablemos- dijo Zhiyin con un puchero –Esta vez te lo dejaré pasar, pero que no se vuelva a repetir porque te juro que nuestro renacuajo y yo desapareceremos como el viento, entendido-

Fengxiao asintió con la cabeza.

-Dijiste nuestro renacuajo-

Zhiyin abrió la boca.

-Acaso me tomas en serio, de todo lo que dije solo grabaste la parte de nuestro renacuajo- protestó pero cerró sus labios cuando el hombre enterró su cabeza en su pecho.

-Lo siento Zhiyin, por todo lo que tuviste que pasar y yo no poder hacer nada- su voz era grave contra su ropa –Si solo pudiera haber cambiado de lugar mientras sufrías en esa cama lo hubiera hecho-

Zhiyin sonrió suavemente y rodeó el cuello de él con sus brazos y bajó la cabeza besando la de él.

-Qué parte no entendiste de que olvidemos que pasó- le murmuró –Se cómo te sientes y por eso todavía estoy aquí- Fengxiao levantó la cabeza enfrentando su mirada –Créeme lo que me falto para irme fue muy poco- una sonrisa consoladora adornó su rostro y después le besó la punta de la nariz- A partir de ahora trabajemos en la confianza de parejas, así si alguien quiere meterse de nuevo en el medio, le pateamos el culo entre los dos-

Fengxiao se quedó quieto unos momentos procesando sus palabras y sus ojos retomaron poco a poco el brillo tan hermoso que cautivaba a su esposo. Se acercó y dejó que sus labios tocaran los del menor. No en un beso, solo un simple toque, asegurándose que todavía estaba junto a él, al igual que la personita que estaba en su vientre.

-Siempre que estés conmigo, puedes hacer lo que quieras- le murmuró antes de reformar el beso con ansias, demostrándole cuanto lo quería.

Y Zhiyin no se lo negaría. Abrió su boca y dejó que la lengua de Fengxiao indagara dentro de él todo lo que pudiera. EL agarre en el cuello del mayor se hizo más fuerte y atrayente. Ambos enfrascados en el deleite de estimulaciones hasta que el oxígeno comenzó a mermar y sus labios se hincharon.

-Zhiyin, puedo hacerte una pregunta- Fengxiao lo miraba con calidez acariciando su mejilla con la palma que fue tomada por su esposo que dejó en beso en el centro de ella asintiendo –¿Tú...me amas?-

Por segunda vez en su vida Fengxiao pudo jurar que oyó un pufff salir de la cabeza de su esposo que se tambaleó peligrosamente sobre sus muslos. No solo el rostro de Zhiyin se volvió rojo, sino su cuerpo entero y pronto este pasó a morado. Era gracioso y tierno a la vez.

Enamorado de un idiota (Novela original)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora