Hermano, eres un tonto

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Yanhuan huyó de su hermano por no sabía que vez. No podía enfrentarse a él, no cuando su cuerpo estaba caliente y deseando devorarse a Yanfeng se arriba abajo. Deseaba besarle los labios, tenerlos entre sus brazos y apretarlo hasta que recordara una y otra vez la forma de su cuerpo.

Se golpeó mentalmente. Debía eliminar esos pensamientos de su cabeza.  Nunca pensó que a esa altura de su vida tuviera otra cosa que enfocarse que no fuera su entrenamiento y la salud de su hermano. Se detuvo de golpe.

La salud de su hermano.

Yanfeng lo estaba haciendo bien, pero eso no quitaba que estuviera delicado, sobre todo en las noches. No era tan grave como antes, pero aun así nunca se le quitaba la preocupación. Tuvo ganas de dar la vuelta y preguntarle si estaba durmiendo en las noches, si le dolía algo.

Pero eso significaba encararlo, y en su estado actual no era como que pudiera hacerlo. Siguió caminando rápido al único lugar donde sabía que podía despejar su mente. La cascada de la cama. La frialdad del agua permitía que todos los sentidos se enfocaran en mantener el cuerpo latente por lo que los pensamientos pasaban a segundo plano. Eso era lo que necesitaba.

Llegó al borde del espejo de agua donde en la otra esquina caía una hermosa cascada con un sonido que parecía una suave melodía. Respiró profundo. Hasta el aire era más limpio que en otros lugares. Agradeció que no hubiera nadie y comenzó a quitarse la ropa solo quedándose solo en la túnica interior y bajó por las piedras del borde. Dejó que el agua fuera empapándolo hasta la altura de la cadera hasta detenerse cerca de la cascada y cerró los ojos.

Fengxiao le había enseñado un ejercicio de fortalecimiento de cultivo que consistía en poner su cuerpo debajo de la presión del agua de la cascada y quedarse la mayor parte del tiempo posible allí. Era un proceso doloroso pero si controlaba su poder espiritual convirtiéndolo en una barrera para detener el avance del agua sobre él y el dolor sería historia.

¿Podría hacerlo ese día?

YANHUAN.

Un grito a su espalda le hizo estremecerse y toda la calma que podría haber estado en su cuerpo se desvaneció.

Lo había encontrado demasiado rápido y esta vez parecía estar realmente molesto.

Yanfeng conocía a su hermano. Tanto como para saber dónde se había metido. No eran gemelos por gusto. Y fue más fácil de lo que se imaginó. Estaba por supuesto debajo de la cascada de la calma. El lugar de la secta a donde todos los discípulos iban cada vez que tenían que limpiar su mente.

-YANHUAN- le gritó. Su rostro estaba torcido en una mueca.

El mayor de ellos tragó en seco. Su hermano nunca se molestaba. Yanfeng tenía un carácter que era tan relajado que a veces pensaba de que si tomaba en serio cuando se burlaban de él. Por eso cuando lo vio realmente molesto se impresionó. Incluso le alzaba la voz. Nunca antes lo había oído hablar en aquel tono.
-Yanhuan, ven acá- Yanfeng ya se quitaba la ropa para entrar al estanque- Ya estoy cansado de tener que estar detrás de ti- avanzó torpemente debido las rocas del fondo- Hoy me vas a decir que te pasa realmente o te juro que tendremos problemas serios-

Yanhuan retrocedió pasos mientras su hermano avanzaba hacia él. Estaba entrando en pánico. Primero por la reacción de su hermano y en segundo, por la de propio cuerpo. Tener a Yanfeng envuelto con solo su túnica inferior que ahora se encontraba mojada y dejaba muy poco a la imaginación, al menos de cadera hacia abajo.

Tragó en seco e hizo el intento de reprimir la ola de calor que bajó por toda su columna directamente a su ingle.  Nunca le había interesado el sexo, era muy joven para ello, pero no podía negar que estaba en una etapa complicada de la pubertad donde los instintos carnales se volvían como locos. Y al parecer su hermano no se daba cuenta con lo que él estaba lidiando.

Enamorado de un idiota (Novela original)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora