Esposo mío, esposo mío

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No, no podía ser. Esto no podía. El cuerpo entero de Zhiyin se estremeció intentado soltarse de su agarre. Aquella persona podía parecerse a su esposo, que decía era idéntico, solo con diferencia del color de ojos, quizás por eso lo había confundido, pero definitivamente no era él. El dolor que sentía lo había hecho arrastrarse hacia él con la esperanza que lo ayudara, para darse cuenta que había sido manipulado.

Es que... esa persona estaba muerta. Delante de él tenía al padre de Fengxiao, Li Zhengyu. Su suegro y quien había muerto hacía ya algunos años. Hasta había hablado con su alma y habían tenido sus contratiempos.

Entonces... que estaba haciendo allí. Era imposible que estuviera vivo. Existía la transmigración, el mismo era prueba de ello, pero no era un suceso tan fácil y casi nunca ocurría con espacios tiempos tan juntos. Algo estaba mal.

Mas no pudo pensar mucho cuando el hermoso pero siniestro rostro delante de él comenzó a derretirse. Zhiyin casi gritó, olvidando su dolor y tirando hacia atrás buscando soltarse.

-Fengxin, Fengxin- gritó en un intento de convocar a su familiar, pero un tirón hacia el lado hizo que su cuerpo se estrellara duro contra el suelo.

El dolor que lo atravesó por la caída y el golpe que se dio su barriga fue tan fuerte que se quedó paralizado en el suelo. El aire no entraba a sus pulmones. Solo después de unos tormentosos segundos, donde más sangre corría por sus muslos, y una gruesa capa de sudor empapó aún más su piel, pudo respirar bajo un ataque de tos.

«esposo mío, esposo mío. Ayúdame, ven por mí» decía en su mente una y otra vez llamando a pareja inútilmente.

Apenas podía mover un dedo. Las contracciones en su barriga lo estaban partiendo en dos. Su hijo se removía con violencia casi haciendo que la piel se agrietara desde adentro. Era una imagen sacada de una película de terror. Y por más que quería ponerse de nuevo a salvo, entrar en la barrera para esperar a Fengxiao ningún músculo de su cuerpo le respondía.

Sintió como la manilla en su muñeca también se agitaba, su familiar quería salir para protegerlo y este mismo comenzó a materializarse, pero una energía fuerte, proveniente de un cultivo con el mismo nivel que tenía su esposo y hasta quizás más lo aplastó. Zhiyin gritó también en consecuencia tras la presión contra él. Se estremeció. Esta vez no pudo evitar que las lágrimas corrieran como surcos gruesos por sus mejillas.

¿Por qué estaba ocurriendo todo aquello? Todo iba tan bien. Iba a tener a su renacuajo, se casaría con su esposo y vivirían los tres felices junto a los gemelos. La familia de él también lo había aceptado. Entonces ¿por qué se había desvanecido todo de repente?

-Ah, realmente cuando dan a luz es realmente asqueroso-

La voz que escuchó hizo que Zhiyin se paralizara. Esa voz era familiar. Solo había alguien con aquella voz, vaga, pero estaba grabada en su mente. Desvió la mirada hacia la persona que estaba parada a su lado vistiendo unas túnicas negras y elegantes pero que ya no tenía el rostro ni por asomo familiar a su esposo. Aquel era un rostro que Fujie había tenido por años en sus pesadillas y que Zhiyin odiaba a muerte.

Era el rostro que casi había matado a su gemelo.

-Gaomei- gruñó con los dientes apretados a pesar del dolor que lo recorría.

La rabia en su interior era tan grande que su espalda ardió, justo donde se encontraban los tatuajes. Como si estos se agrandaran.

Los ojos del hombre se entrecerraron.

-Esta vez si no te escaparás, rata traicionera- se acercó a Zhiyin y lo agarró duramente del cabello y lo jaló hacia arriba, ganando un grito de dolor de este.

Con un rápido movimiento enrolló algo alrededor el cuello del menor y lo apretó. Zhiyin intentó soltarse de su agarre y de retirar aquello que había puesto sobre él, pero fue inútil. Al momento fue como si una descarga eléctrica lo recorriera y la correa ahora en su cuello se ajustara más al punto de ser sofocante. Lo peor es que sentía como toda su energía y cultivo se congelaba dentro de él, incluso la molestia en su espalda se desvaneció de golpe.

-¿Qué... qué?

Gaomei soltó un bufido.

-Puedes hacer todo el espectáculo que desees, pero he preparado este regalo para ti- tiró aún más de su cabeza para que mirara hacia atrás, directo a su rostro. Sus dedos acariciaron la piedra en el medio de la correa- Tu poder estará ahora aún más sellado. No eres diferente a un humano débil y sin posibilidades- sonrió- Eres muy peligroso para tenerte sin correa.

Zhiyin abrió sus ojos e intentó liberarse de nuevo. No se dejaría atrapar tan fácilmente, pero un grito salió nuevamente de sus labios seguidos de un sollozo. El sufrimiento que estaba pasando era más de lo que podía soportar. Ya no sentía su cadera, los huesos de esta hacía tiempo que estaban crujiendo. Si seguía así su hijo lo mataría de seguro. Primero tenía que escapar, no sabía cómo, pero debía.

Intentó usar su cultivo, mas no pudo sentir ninguna sensación dentro de él. Era como si no hubiera nada, como si no tuviera núcleo. Eso lo aterró aún más.

-Ah- Gaomei soltó un suspiro- Deja de llorar. Vamos a estar juntos los tres de nuevo. Mi hijo, tú y yo.

Aun así, con todo el dolor acabando con su cuerpo, Zhiyin giró la cabeza y lo fulminó con la mirada.

-Este hijo... no es tuyo- jadeó sus palabras.

Gaomei mantuvo una expresión inexpresiva, para alzar su mano y estrellarla contra el rostro de Zhiyin que cayó de lado en el suelo con la mejilla palpitante.

-Tendré que entrenarte de nuevo- Gaomei se levantó y alzó una mano. Tres hombres aparecieron alrededor de Zhiyin- Nos vamos.

No, no, no. Si lo agarraban qué pasaría con su esposo.

Zhiyin intentó luchar hasta que su boca fue cubierta y tras un leve destello sintió que todo su mundo daba vueltas. Su cabeza volvió a caer en el suelo con un sonido pesado y se desvaneció por completo en una oscuridad que lo llenó de pánico.

***

Zhiyin no supo bien lo que pasó después. Su mente era un caos total. Abría los ojos para desvanecerse de nuevo. El dolor era tan brutal que pensó que moriría. Había destellos a su alrededor. Veía personas moverse de un lado a otro.

El olor a sangre era sumamente fuerte. Y se sentía húmedo, entre sus muslos, su barriga.

Se sacudía en un intento de soltarse, pero había notado que sus manos y personas estaban amarradas estirando sus miembros. No podía luchar. No tenía fuerzas para ello. Las lágrimas corrían por sus ojos. El dolor era más allá de lo imaginado. Esta vez no parecía, su cuerpo estaba siendo partido en dos.

Un grito ensordecedor salió de su boca.

-Tápenle la boca- apenas escuchó a lo lejos y algo fue puesto en boca.

Una mano callosa se posó en su mejilla a modo de caricia, que no trajo ningún confort a Zhiyin. Pensó que podía ser su esposo, que podía haber llegado a tiempo, pero el rostro que apareció delante de él le heló la sangre.

-Ya falta poco- Songhua sonrió ligeramente- Solo un poco más.

¿Songhua, Songhua? ¿Qué estaba haciendo ahí? ¿Por qué él? ¿Y Gaomei? No pudo evitar pensar lo peor,

Sin embargo, Zhiyin no pudo resistir más, la impresión y el dolor, el olor a sangre y la poca energía que tenía fue suficiente para que todo se pudiera negro de nuevo. Para despertarlo más tarde cuando sintió que sus entrañas eran prácticamente sacadas de su vientre.

-ya lo logramos- escuchó una voz a lo lejos.

Veía sombras, pasar de un lado a otro, su cabeza de un lado a otro sin poder enfocar nada. Lloraba, lloraba de dolor, de tristeza. Su hijo, que estaba pasando con su hijo, con su esposo, con su gemelo, con él.

Una última pulsada lo recorrió pudiendo ver en medio de su nebulosa y ojos llorosos como algo amorfo y lleno de sangre, era sacado de su vientre abierto en dos y un leve llanto a lo lejos. Después de eso... no recordó más.

Enamorado de un idiota (Novela original)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora