Hermano, te estaba esperando

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12 años atrás

-ATRÁPENLO-

-QUE NO ESCAPE-

-IMBÉCILES, SI PUDIERAN ATRAPARME NO LES HUBIERA ROBADO EN PRIMER LUGAR- la risa del niño de 13 años retumbó en las calles junto con sus pasos rápidos tropezando con aquellas personas que se metían en el medio.

Corría rápido y en cuestiones de minutos pudo deshacerse del grupo de hombres escondiéndose dentro de un puesto de fruta. La mujer que despachaba lo miró curiosa y al ver su aspecto en vez de espantarlo, le sonrió.

-¿Tienes hambre?- su expresión era gentil.

El niño no solía confiar en muchas personas, más bien solo confiaba en una sola persona por lo que retrocedió un poco. Al notar su reacción la mujer agarró dos manzanas de su puesto y se las ofreció.

-Toma, no seas tímido- se arrodilló frente a él que estaba hecho una bola en una esquina. Sus manos parecían resguardar algo en su pecho.

El niño la miró de arriba abajo y agarró la fruta y le dio un asentimiento con la cabeza.

-Gracias- y salió corriendo.

La mujer se quedó allí viendo como el niño casi adolescente desaparecía entre la multitud y sintió una opresión en su pecho. Para esa edad tener que mendigar por comida era algo difícil por eso no le negaba a ningún infante alimento pues siempre le recordaba su antigua vida. Lástima que posiblemente no lo viera más.

El niño caminó con una sonrisa en los labios con la boca como agua con las dos manzanas sumamente rojas en sus manos. Se veían apetitosas pero primero llegaría a su casa. Esa persona definitivamente estaría feliz y sobre todo porque había conseguido su medicamento. Aun si este hubiera sido por métodos pocos ortodoxos.

El dinero que ganaba como asistente en el mercado cargando sacos de aquí para allá no le reportaba prácticamente nada y apenas alcanzaba para comer. Menos pensar en la medicina y esta era sumamente importante.

Atravesó el campo de arroz que separaba su vieja choza del pueblo y llegó casi anocheciendo. La única luz que había por todo el alrededor era las dos velas ya encendidas dentro. Separó la cortina que hacía función de puerta y entró con entusiasmo.

-Yanfeng, ya llegué- gritó a todo pulmón.

-Hermano- el pequeño y pálido niño a semejanza se levantó dónde estaba y se acercó a él abrazándolo buscando su calor.

Yanhuan lo recibió en sus brazos y lo apretó contra su pecho.

-Tu cuerpo vuelve a estar frío- le besó la frente y comprobó su temperatura- Tienes fiebre otra vez, no deberías estar levantado-

-Hermano, te estaba esperando para comer- su gemelo le sonrió para besar la mejilla también fría pero por la brisa externa- Hoy me regalaron un poco de arroz y fui a pescar. Logré atrapar un pez, así que hice un banquete- sus ojos brillaban.

El pecho de Yanhuan se removió dentro de su pecho. Y no pudo evitar estrecharlo más hacia él enterrando su rostro en la curva de su cuello.

-Por eso es que tienes fiebre, te dije que no fueras al lago. Mírate ahora- casi murmuró contra su piel- No me hagas preocupar así-

La sonrisa de Yanfeng se desvaneció.

-Lo siento, no quería...yo solo quería que comieras algo rico para cuando llegaras-

-Pero eso no vale de nada si te pierdo- Yanhuan agarró las mejillas de su hermano entre sus manos y lo miró. Sus ojos estaban acuosos- No me importa dejar de comer si al menos te tengo a mi lado. Mi vida no vale nada estando solo-

Enamorado de un idiota (Novela original)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora