Esposo mío, devórame

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Zhiyin sintió un dolor en su cadera que se extendió rápidamente por todo su cuerpo. Tuvo que caminar por el cuarto para ver si al menos el calambre se detuviera pero el efecto fue el contrario. Jadeó y se tuvo que sostener en el borde de la mesa cuando pequeñas gotas de sudor adornaron su mente.

Pero no era el dolor provocado por su hijo, aun no era tiempo aun su se adelantaba, además no se parecía a las crisis anteriores. El problema ahora era que estaba terriblemente excitando y con una marcada erección que latía entre sus muslos al punto de volverlo loco. Incluso su era virgen se comería al primer hombre que se le pasara por delante. Rápidamente por entre sus piernas un líquido caliente comenzaba a filtrarse y el solo pudo jadear lastimeramente.

Apretó sus puños. Qué demonios le estaba pasando. Sin ninguna razón estaba en aquella situación un sentía que perdía la cordura en todo momento dejando que un hambre más primitiva cobrara el control sobre sus sentidos.

Fengxiao caminó hacia la habitación seguido de los dos gemelos. La molestia que tenía había sido reemplazada por la preocupación. Zhiyin era lo suficiente orgulloso como para pedir ayuda, que lo hubiera hecho lo ponía ponía alerta.

Abrió la puerta una vez llegó a donde Yanfeng le dijo que había dejado a su señor y encontró a su esposo sujetándose de la mesa dándole la espalda. Cuando este alzó la mirada y se lamió el labio húmedo superior, frunció el ceño y cerró la puerta detrás de él rápidamente, diciéndole a los gemelos que se fueran. El ambiente estaba cargado de olor a sexo.

-Zhiyin- lo llamó pero solo recibió una sonrisa seductora mientras alzaba su hombro provocándolo. Sus orbes estaban peligrosamente desenfocados y jadeaba.

-Esposo mío- se giró aun recostado en la mesa y comenzó a abrir la túnica que la sentía apretada y le daba calor a su cuerpo ya caliente -Que bueno que estas aquí, devórame- sus palabras eran dichas de forma lenta que haría a cualquier hombre sucumbir, pero Fengxiao solo mantuvo la distancia aunque no era inmune a los encantos del hombre excitado frente a él.

-¿Zhiyin qué te ocurrió?- dijo con los dientes apretados

-A mí, nada esposo mío, solo estoy esperando a que me comas- mordió su uña dejando que un leve hilo de saliva se desplazará por su maño hacia su muñeca.

Al ver que si esposo no se movía de su lugar y que él no podía caminar debido a los deliciosos temblores de sus piernas forzó más sus defensas y quitó el cinturón abriendo su túnica y dejándola caer hacia atrás. La piel blanca de sus hombros se movía de arriba abajo junto con las forzosas respiraciones. Los dos montículos rosados estaban erectos y oscuros, esperando ser chupados.

Zhiyin desplazó su mano desde la clavícula, por encina de su pancita hasta el borde del pantalón donde introdujo dos dedos tentando el cierre.

-Estas seguro que solo te quieres quedar ahí- gimió al sentir su propio tacto y sonrió satisfecho al ver la expresión de Fengxiao que parecía al punto de lanzársele arriba.

El líder de la secta intentaba mantener su expresión neutral pero había algo que era más fuerte que él y eso era el cuerpo de su esposo incluso cuando su vientre estuviera algo deforme. Aun así no se movió. Algo no estaba bien en todo aquello. Los ojos de su esposo, la forma en que hablaba y se movía. Todo estaba mal, además hasta hace poco ellos tenían una relación algo complicada después de la discusión y ahora le pedía que se la metiera así sin más.

Zhiyin chasqueó los dientes al ver que no estaba teniendo los resultados deseados así que decidió él mismo complacerse aunque su interior llamaba por ser llenado por aquel hombre o quien fuera. Lamiéndose los labios se giró y desato su pantalón bajándolo suavemente dejando ver aquellas dos nalgas inclinadas que invitaban a ser amasadas. De entre las dos la humedad se desplazaba de forma excitante.

Enamorado de un idiota (Novela original)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora