Esposo mío, este hijo no es tuyo,

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Zhiyin caminaba de vuelta con paso lento y pesado, atrasando el momento en que volviera a ver a su esposo. Por un lado no deseaba verlo pero por otro quería estar en sus brazos y que lo consolara, eso era lo negativo de enamorarse, lo dependiente que uno se volvía de alguien y eso era algo que detestaba. No recordaba en que momento de los últimos meses había tenido la necesidad de estar mirando a Fengxiao para sentirse seguro de que todo estaba bien. Pero ahora mismo necesitaba apoyo, mucho apoyo.

Se pasó la mano por su panza, en donde su renacuajo se formaba día tras día y tuvo que tragar un sollozo para no alarmar a los tres discípulos que pasaron por su lado y lo saludaron con una reverencia. Él solo puso responderle con una sonrisa falsa que nada ocultaba que había estado llorando, su nariz roja y sus ojos hinchados eran muestra de esto.

Se sentía realmente mal, abatido preocupado pero antes de que pudiera seguir martirizándose ya estaba de vuelta en la habitación de su esposo, delante de la puerta cerrada. Levantó su mano algo temblorosa inseguro de si entrar. Su esposo debía estar descansando todavía. Esperaba que sí.

¿Qué le diría cuando lo tuviera delante?

Fengxiao, lo siento, el hijo que llevo no es tuyo, te pegue los tarros. Tómalo a déjalo.

O tal vez.

Lo siento esposo mío, este hijo no es tuyo, es de mi amante. Te fui infiel ¿Me disculpas?

Que mierda estaba pensando. Él no podía simplemente decirle eso, de cualquier forma que abriera la boca solo le haría daño. Como le dices a un hombre que esta emocionado con su hijo, que este no es suyo, que es de otro hombre, concebido durante el matrimonio.

Cerró los ojos y contuvo el aliento tanto que sus pulmones dolieron. De todas formas debía encontrar una forma de decírselo. Él no era bueno para guardar secretos y menos uno tan grande como ese, él ya tenía la edad suficiente para enfrentar los problemas de frente.

Tal vez no uno como este.

Aun así su mano solo aumento el temblor. Su espalda estaba empapada de un sudor frío y apretaba sus labios hasta dolerle. No quería abrir la puerta. Y si...

-Vas a quedarte todo el tiempo ahí parado- oyó la voz de su esposo desde el interior y el mundo de Zhiyin se le fue a los pies. Las esperanzas de que Fengxiao estuviera todavía durmiendo se esfumaron por completo.

Esta vez no fue solo su mano la que tembló, sus rodillas estaban débiles y amenazaban con doblarse. Respiró otra vez profundo recuperando la compostura. Esto solo era un obstáculo más en su accidentado camino, si había sobrevivido a un atropellamiento de un camión renaciendo en este imbécil cuerpo, y a la víbora como no saldría de esta. Él era Han Zhiyin, no un cobarde. Decidido abrió la puerta y se adentró, pero en cuanto vio a su esposo sentado en la cama sus hombros casi cayeron al suelo.

Todo el entusiasmo y confianza que había acumulado en el último segundo se desvaneció y solo dio paso otra vez a la angustia. Lagrimas volvieron a salir de sus ojos y no pudo evitar caminar hacia su esposo, sentarse en su regazo y abrazar su cuello enterrando su rostro en él. Un fuerte sollozo retumbó en las paredes de la habitación.

-Zhiyin, Zhiyin- Fengxiao lo llamó sobando su espalda- ¿Qué pasó? ¿Qué ocurre?-

Pero este solo lo abrazó más fuerte llorando con más intensidad que antes. La culpa lo atravesaba como una dolorosa daga. Sabía que no era su culpa pero él era el dueño de su cuerpo. No era tan fácil decirle, esposo mío yo no soy el hombre con quien te casaste, soy un hombre moderno que se apoderó de su cuerpo.

Estaba seguro que Fengxiao se lo tomaría de la peor forma. Eran dos golpes bajo. Primero un hijo que no era suyo y segundo ni siquiera el hombre con quien se había casado. Él no soportaría ver el dolor y la decepción en los ojos de su esposo. Esto hizo que llorara aún más, tanto que su garganta se desgarró y sus ojos se hincharon.

Fengxiao no sabía qué hacer. Pensaba que era normal que Zhiyin llorara por el embarazo pero nunca había sido así de intenso, nunca. Comenzó a asustarse, algo debía estar mal.

-Zhiyin, sucede algo contigo o con el bebé- acarició la barriga prominente del menor y eso solo hizo que este lo apretara. No le respondía, solo sollozaba una y otra vez.

Los gemelos llegaron corriendo al oír la conmoción para encontrar a un descompuesto Zhiyin en los brazos de un confundido Fengxiao.

-Prepárale un té bien fuerte para calmarlo Yanhuan- miró después a su hermano- Trae un caldo caliente- sobaba su espalda.

Aun cuando le trajeron aquello Zhiyin dejó de llorar, ni siquiera se soltaba de su esposo. Fengxiao ordenó que los gemelos se fueran y que lo dejaran junto con él, haría un esfuerzo de razonar con el menor.

-Zhiyin, mírame- le pidió con suavidad.

-Esposo mío, perdóname- sollozó contra su cuello- Perdóname-

-Primero cálmate y hablemos, no sé por qué tengo que perdonarte-

-Perdóname- volvía a repetir una y otra vez.

El líder en serio estaba preocupado, así que dejó que llorara todo lo que necesitara y se desahogara mientras lo abrazara. Una vez que se cansara tal vez pudieran hablar.

Zhiyin estuvo así por largo tiempo hasta que su cuerpo dejó de convulsionarse y sus sollozos apenas eran una gemidos.

-Esposo mío- su voz era muy ronca, apenas entendible debido al desgarre de su garganta- Yo te quiero mucho-

Fengxiao sonrió levemente ante la confesión.

-Lo sé-

-Yo no quiero hacerte daño-

-Lo sé, yo tampoco- no entendía por qué decía eso pero le seguiría la rima por ahora, era mejor no forzar las cosas.

-¿Tú me odiarías por algo que haya hecho?- desenroscó sus brazos y se enderezó para mirarlo directamente -Tú me perdonarías por eso?

Fengxiao secó las lágrimas en sus mejillas. Su rostro era un total desastre, rojo e hinchado pero aun así le seguía pareciendo hermoso.

-Siempre lo he hecho y siempre lo haré, eres la persona más importante para mi desde el momento en que te conocí, no habrá nada que hagas que haga que te odie- acarició su panza con suavidad.

Esta vez los labios de Zhiyin se abrieron para volverse a cerrar. Descubrió que tenía miedo. Él nunca antes había sufrido por algo así y eso lo desesperó. Las palabras no salían de su boca. No podía decirle, no podía traicionarlo de aquella forma. No podía hablar de que su bebe no era suyo y él no era su real esposo como si fuera una conversación de la hora del té. No tenía la confianza suficiente.

Si recordaba que ante de que se hubieran arreglado él iba a ser expulsado, si el hijo no era suyo, claro que también seguiría ese mismo camino. Quizás Fengxiao no fuera tan cruel como pareciera, pero era al final de todo un líder de secta, no podía permitir que su heredero fuera de otro hombre y que este tuviera conocimiento, seguro lo usaría de arma contra él. Su posición sería manchada por culpa de la traición de su esposo, que era él y sería la burla de todas las demás sectas.

Había visto cuando trabajaba Fengxiao por el bien de su secta, la que había creado desde cero, con sus propias manos. Él no tenía derecho a destruirla de aquella forma.

Cerró sus ojos un momento y respiró. Suchao había mencionado que debían reunirse, que tenían un plan y parecía que su esposo era el pez dorado de trofeo, al igual que su secta. Necesitaba saber qué era lo que tramaban y avisarle. Quizás esto era lo menos que podía hacer. Tenía que conocer al hombre que se proclamaba el padre de su hijo y dejarle las cosas claras.

Después de esto, simplemente desaparecería, le ahorraría la vergüenza a Fengxiao de ser la burla de todos con un hijo producto del adulterio y el disgusto de la farsa que hasta ahora él había vivido.

En cuanto a su renacuajo, él podía estar tranquilo, pues no importaba quien era el padre, él recibiría mucho amor, porque aunque no podía considerarse el padre como tal de su hijo, ahora era el dueño de ese cuerpo.

Enamorado de un idiota (Novela original)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora