Esposo mío, que bueno estás

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Li Fengxiao, líder de la secta TongLi estaba tan molesto como preocupado. Alguien había atentado contra la vida de su esposo empujándolo por la escalera y aunque su relación con este estuviera en un punto complicado este seguía llevando en su vientre a su hijo. Delante de él estaban arrodillados aquellos discípulos que tenían que ver con el incidente y la incertidumbre lo mataba. Su esposo acostumbraba a molestar e intimidar a los miembros de su secta utilizando su posición y después él como líder tenía que limpiar los platos. Pero nunca las cosas se habían ido a este extremo.

Apretó sus manos intentando contenerse, aunque su rostro estaba sereno, no mostrando sus emociones. El doctor había dicho que su esposo estaba en un estado grave debido a los golpes recibidos, incluyendo que el primer trimestre había sido tormentoso y ahora en su cuarto mes las cosas no parecían mejorar, rezaba internamente por no perder la oportunidad de ser padre. También se preocupaba por su pareja, incluso cuando habían tenido tantos problemas, este joven era el que le había quitado el aliento y lo seguía haciendo.

Como lo perdió otra vez cuando este mismo entró por la puerta caminando como si nada hubiera pasado y puso bruscamente una nívea y torneada pierna sobre su escritorio y soltó una palabrota que impactó a más de uno. Fengxiao solo pudo pestañear repetidas veces antes de darse cuenta que su esposo estaba realmente allí y en aquellas fachas que mostraban mucho más de lo que estaba estipulado y a este no parecía darle ni frío ni calor.

Han Zhiyin esperó no haberse equivocado de persona al entrar a aquel lugar. Solo había una que mostraba superioridad por encima de los demás así que debía ser él. Y lo confirmó ante su mirada de asombro que después se volvió incrédula para suavizarse finalmente. Aun así le volvió a repetir la pregunta por si no lo había escuchado pues no había tenido respuesta.

-Esposo mío- por alguna razón decirle esposo a aquel extraño le resultó agradable- Te lo diré más claro por si no me entendiste, ¿cómo se supone que yo, un hombre, con lo mismo que tú allá abajo, puede tener un renacuajo en su vientre? ¿Qué magia negra usaste?-

Fengxiao seguía sin poder responder no porque no supiera la respuesta sino porque seguía estupefacto por el vocabulario algo obsceno y descuidado de aquella persona que hasta hacía algunas horas medía cada palabra delante de él. Miró por el costado del muslo visible como Yanfeng y Yanhuan, se arrodillaban negando con su cabeza dándole a entender que con ellos no contara.

-Estoy esperando- el pie sobre la mesa comenzó un movimiento constante mostrando su impaciencia.

-¿Tengo que ser explícito?- al final habló y aquella voz grave pero que no tenía nada de desagradable hizo a Zhiyin estremecerse ligeramente.

-No creo que sea una mala idea pero primero saca a todos ellos de aquí, tener a la gente arrodillada tanto tiempo es malo para sus piernas- se giró hacia los chicos que apenas deshacían su posición inclinada- pueden irse, yo tengo asuntos que atender con él-

Los discípulos levantaron la cabeza con duda sin comprender bien aquella orden viniendo de esa boca que no tenía que ver con lo que normalmente decía.

-Ellos fueron los responsables de lo que te ocurrió-

-Esposo mío tú mismo lo dijiste, ya ocurrió, vamos fuera- quería tener respuestas cuanto antes y aquellas personas lo hacían sentirse incómodo.
Solo cuando el líder hizo seña con la mano los discípulos se levantaron y después de una reverencia se fueron.

Zhiyin se giró hacia él con las manos en la cadera marcando la curva de su estómago prominente. Ladeaba la cabeza hacia un lado y lo estudiaba.
No podía negar que su esposo no estaba mal, la verdad no estaba para nada mal. Se veía que era alto por el largo de su torso envuelto en lustrosas túnicas azul oscuro y negro. Manos grandes con algunas pequeñas cicatrices que no eran muy marcadas. Un rostro realmente hermoso con labios apetecibles de esos que podías morderlos hasta que estuvieras satisfechos. No era de esas bellezas duras, alfa número uno, machista, era más bien una belleza irreal que cruzaba la línea entre lo delicado y masculino. Una piel blanca que contrastaba enormemente con aquel cabello largo y oscuro con destellos azulados peinado ligeramente hacia atrás pero que se negaba a estar en esta posición. Pero no fueron estos atributos los que dejaron a Zhiyin sin habla, fueron aquellos orbes azules tan claros que su pupila se perdía.

Tenía que reconocerlo, él hombre era completamente su tipo y para su fortuna estaba casado con él. Estaba muy bueno. Perder la virginidad con semejante semental cruzaba su mente al punto que no se dio cuenta cuando este se levantó y le bajó la pierna de la mesa. Su contacto fue cálido y gentil. Sus dedos se sentían duros y callosos pero eso no le quitaba para nada lo agradable de su tacto. Estas mismas manos comenzaron a acomodarle la túnica hasta dejarla en una posición algo más presentable.

Zhiyin, durante todo el proceso no hizo ningún comentario, estaba absorto en el grácil movimiento de los músculos de los brazos que se marcaban y el pecho que se marcaban por encima de la tela. Al finalizar su esposo dejó de caer una mano cerca de su estómago para luego retirarla como si tuviera miedo de tocarlo.

-Casi es hora- anunció y Zhiyin no comprendió pero un dolor lo recorrió de pronto, tan fuerte que sus rodillas se doblaron sintiéndose terriblemente débil. El fuego quemaba en su estómago desplazándose hasta sus muslos y una hilera de saliva salió de sus dientes entreabiertos al contener un grito. Aquel hombre se arrodilló a su lado sosteniéndolo de un brazo frunciendo el ceño.

-Hay vamos de nuevo con la actuación- Yanhuan dijo chasqueando la lengua

Actuación mi culo, pensó Zhiyin mientras su interior ardía y dolía hasta nublársele la vista. Lo que llevaba dentro no era un bebé, era un monstruo que lo quería matar. Soltó una bocanada de aire y el sudor corrió por su frente doblándose hacia adelante.

-Tengo que llevarte a la habitación- lo oyó decir.

-Maestro solo está fingiendo como siempre- volvió a hablar Yanhuan.

-Cállate de una vez- le dijo al chico mirándolo con el rabillo del ojo por debajo del cabello que había caído hacia adelante. No supo cómo lo había observado o el tono empleado pero este palideció.

Zhiyin sintió como su esposo rodeaba su espalda con el otro brazo para enderezarlo pero esto solo ocasionó que le doliera más. Partida de ineptos. Su paciencia había llegado al límite. No conocía el poder que tenía este cuerpo pero indagando rápidamente descubrió que tenía una base de cultivo bastante buena pero por alguna razón no podía utilizarla como le viniera en gana. Además encontró otro cultivo que se unía junto al de él fortaleciendo el propio. Aquello lo nombraban cultivo dual, y solo ocurría cuando un cultivador te daba su propia energía y se metabolizaba para cultivar a su contrapartida, era un método nada popular pues de cobarde tenía todo. Podías aumentar tu nivel a partir de otra persona aunque no era recomendable pues resultaba más complicado cultivar por tus propios medios. Zhiyin se dio cuenta que el anterior dueño de este cuerpo no tenía ningún interés de cultivarse por sí mismo o su energía fluiría libremente por él, en cambio parecía que estaba invadido con la esencia de un extraño.

Solo tuvo la opción de utilizar el poco cultivo que su cuerpo le permitía y lo concentró en su mano llevándola directo a su estómago dejando que las líneas espirituales condensaran el dolor y regularan los ciclos en esta zona, disminuyendo su malestar. Fengxiao y los otros dos jóvenes solo se quedaron mirando como este realizaba la acción y como esta zona se iluminaba levemente permitiéndole respirar al fin.

Después de unos muy largos segundos Zhiyin sintió que no podía seguir y dejó caer su mano, al menos el dolor se había ido. Con un movimiento de sus hombros se despegó de su esposo y se levantó ante él señalándolo con el dedo.

-Si esto es de los dos porque tengo que pasar por ese infierno- si su aspecto fuera más estable pudiera parecer más molesto.

Fengxiao no salía de una sorpresa para entrar en otra, primera aquella escena descabellada que si hubiera sido en la habitación no le hubiera importado pero no en su estudio lleno de hombres, y después que su esposo usara su propio cultivo de aquella manera tan concentrada. Tuvo que actuar rápido cuando el cuerpo de este se tambaleó y volvió a doblarse.

-¿Por qué no funcionó?- lo escuchó decir tras una bocanada de aire.

-Señor, no parece que esté fingiendo- la voz más calmada de Yanfeng le llegó.

-Yo me encargo del resto- escuchó Zhiyin contra su oído tras un aliento caliente- Acaso no lo hecho desde que saliste embarazado-

Zhiyin iba a decirle algo por el tono empleado pero se quedó sin palabras cuando fue cargado en brazos. Qué vergüenza para él un hombre de 31 años. Espera, él había transmigrado, entonces ¿qué edad tenía ahora?

Enamorado de un idiota (Novela original)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora