Esposo mío, él no...

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A pesar de que Zhiyin intenta abrir sus ojos una y otra vez estos no le hacían caso. Lo único que recorría su cuerpo era dolor, preocupación y angustia. No podía pensar, apenas respirar, no había un solo hueso que no le doliera, y era tanto que no podía ni organizar nada su cabeza. Esta estaba completamente vacía, aun así su hijo y su esposo eran su prioridad aún por encima de su propia vida

Sin embargo, su cuerpo seguía sin responder, quería saber que había ocurrido con su renacuajo. No era estúpido, al menos sabía que se lo habían sacado y que no estaba dentro de su vientre. Esta, ahora se había hundido y dolía incluso cuando respiraba y era peor que cuando estaba intentando parir. El sufrimiento provenía de ahí mayormente, como si su herida no hubiera sido realmente tratada. No sabía que le habían hecho, pero algo bueno no era.

Una sola cosa logró hacer que abriera sus ojos por completo y ese fue llanto de su hijo, de su renacuajo, del ser forjado dentro de él.

El llanto del pequeño era realmente agonizante, debía tener hambre y de seguro necesitar su calor. No sabía dónde estaba, no conocía aquel lugar y tampoco era que le importaba mucho dado que era su hijo lo que estaba en su mente. Abrió su boca y solo salió un gemido de dolor en vez de palabras. Todavía estaba acostado en una cama con sus manos amarradas en el respaldar inmovilizándolo. Su vientre, como pensó, estaba plano y solo una simple túnica oscura cubría lo que debía tener su cuerpo. Hasta le daba miedo ver el estado en que había quedado pues había logrado ver pequeñas marcas de sangre encima de su vientre, el cual, si no se equivocaba había sido abierto en dos para sacar a su hijo. No podía recordar bien en medio del angustioso momento.

Le habían sacado a su hijo a sangre fría. Aún se preguntaba como él había sobrevivido a ello. Tampoco era que estuviese muy bien. No podía sentir sus piernas.

-Renacuajo- apenas logró articular intentando llamar a su hijo.

Su cuerpo estaba empapado en sudor solo por el pequeño esfuerzo y se encontraba sumamente mareado debido a la pérdida de sangre.

-¿Por qué llora tanto?- en ese momento la voz de Gaomei y se hizo escuchar en toda la habitación y con esto incluso el llanto del niño se hizo más audible. El hombre que tenía al pequeño sus brazos intentaba calmarlo moviéndolo de un lado a otro de forma inútil y hasta un poco brusca que lejos de calmarlo lo asustaba más.

-Lo siento mi señor pero lleva llorando desde ayer. Tiene hambre y no ha querido comer lo que le hemos querido dar. Lo traje junto a su «madre» a ver si de esta forma se calma- su voz temblaba notablemente y estaba mortalmente pálido.

Gaomei miró del bebé a Zhiyin en la cama con el ceño fruncido.

-Haz lo que sea para que se calle y que sea rápido, hay algunas cosas que tengo que hablar con él-

Se notaba irritado Zhiyin tenía miedo de que le hiciera algo al niño en su estado.

-Déjame darle de comer- Zhiyin dijo con voz ronca. No sabía cuánto tiempo había estado inconsciente, pero era momento de despertar y asumir la realidad. Lo importante era tener a su hijo cerca de él.

Gaomei chasqueó la lengua y se dio media vuelta para salir de la habitación. El hombre se acercó con el niño y lo puso sobre el pecho de Zhiyin sin mucho cuidado. Este dio un grito de dolor qué hizo que el bebé volviera a llorar fuertemente asustado. A pesar de todo, el corazón de Zhiyin se partió a la mitad debido al llanto desgarrador del pequeño. No era eso lo que deseaba oír, sino sus risas.

-Suéltame necesito alimentarlo- le imploró al hombre. Este parecía completamente indeciso y negó con la cabeza.

-Son órdenes no podemos soltar.

Enamorado de un idiota (Novela original)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora