Esposo mío, mi conejo/ Maratón 5

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A Zhiyin apenas le dio tiempo a ponerse de pie, correr hacia afuera y soltar todo el contenido de su estómago en el jardín hasta, con violentas arcadas que le hicieron salir las lágrimas. Las dos mujeres se acercaron a él preocupadas y se arrodillaron a su lado pero se tuvieron que apartar al recibir una mirada asesina de él que limpiaba su boca con el dorso de la mano.

Zhiyin se levantó inestable y caminó rápido hacia la cocina, casi corría. Los sirvientes que cocinaban se impresionaron al percatarse de su presencia.

-¿A qué se le debe su visita?- una de los cocineros le preguntó con una reverencia –El señor Yanfeng se encuentra en el cuarto del té para que el aroma de su bebida no se mezcle con el de la comida- decía con una sonrisa pero esta se desvaneció al verlo buscar desorbitado por la estancia de la cocina -¿Ocurre algo?-

-¿Dónde está mi conejo?- sus palabras destilaban rabia y algunos de los presentes temblaron ya que nunca lo habían visto así.

-¿Su conejo?- otro cocinero se le acercó con la cabeza baja temblando visiblemente –Disculpe pero el conejo que nos enviaron nos dieron instrucciones exactas de que se lo preparamos a usted- alzó las manos con algo peludo y sucio entre sus manos –Esto es lo único que quedó de él-

Toda la furia de Zhiyin se esfumó de golpe siendo reemplazado por un profundo vacío y dolor. Las lágrimas comenzaron a correr por su rostro conmocionado. Alzó sus manos temblantes y cogió la piel sobrante del conejo y la llevó hacia su pecho. Rápidamente la piel comenzó a humedecerse. Los presentes se quedaron tónicos con lo que pasaba frente a ellos y solo pudieron quedarse callados mientras él daba la vuelta y caminaba arrastrando los pies.

Zhiyin avanzó por el pasillo acariciando los restos de Xiaobai con la garganta apretada. Casi choca contra una pared frente a él pero una mano lo detuvo poniéndose sobre su hombro.

-Señor Zhiyin tenga cuidado- tres discípulos que habían aprendido bajo sus enseñanzas en el último mes estaban detrás de él con expresión preocupado. Lo habían llamado sin recibir respuesta de su parte y al darse cuenta de su extraño comportamiento habían corrido hacía él.

Han Zhiyin alzó por fin la cabeza y los chicos no entendía el porqué de su traumada expresión pero el bulto amorfo en sus brazos les recordó la bola de pelo que había llegado con él muy temprano en la mañana.

-Señor Zhiyin, eso es...- uno preguntó con el mayor tacto posible pero solo escucharon un fuerte sollozo.

-Xiaobai- otro sollozo aún más fuerte seguido de un constante llanto, las lágrima al fin salieron en grandes borbotones llevándose el dorso del brazo sobre los ojos –Alguien mato a Xiaobaiiii- lloraba sin consuelo.

Los chicos estaban atónicos, no se imaginaban encontrarlo así. Zhiyin se dio la vuelta y retomó la lenta marcha en dirección al jardín. Sus sollozos eran muy audibles y los discípulos se sintieron muy mal.

-Voy a avisarle al líder de la secta- dijo rápidamente comenzando a correr- Él puede hacer algo- sus compañeros lo siguieron.

Zhiyin arrastraba los pies por sobre la tierra sin poder contener el llanto. Mientras más tocaba la piel en sus brazos más dolor crecía dentro de él. Por fin había tenido una mascota, una linda, peluda y cómica que no le habían quitado o negado, y se había esfumado como el agua. Las ganas de vomitar no habían desaparecido, se habían intensificado solo de imaginarse que le había gustado el sabor de su carne. Ahora lo repudiaba.

Se detuvo delante de un enorme árbol y se dejó caer de rodillas. Dejó a un lado con suavidad la piel y comenzó a cavar un agujero sin importarle que la tierra ensuciara sus limadas uñas o las pequeñas ramas de alrededor dañara la piel de sus manos.

Yanhuan fruncía el ceño sin ocultar el malestar que le ocasionaba servirle el té a Rong Langli que se había colado en el estudio de Fengxiao y había insistido en jugar una partida de ajedrez como en los viejos tiempos. En primera estancia el líder se había negado pero al final había cedido conociendo como ella actuaba, mientras esperaba que su hermana la viniera a buscar. La mujer hablaba sin parar contando las cosas que hacía en la vida cotidiana, de lo interesante que era ella, pero Yanhuan sabía que su líder no estaba escuchándolo como siempre pasaba cada vez que él jugaba ajedrez. Él volcaba su atención en todo lo que hacía.

De repente la tranquilidad que había fue perturbada por tres jóvenes que corrían sin aliento y se arrodillaron en el suelo.

-¿Qué formas son esas de presentarse a su líder?- protestó Langli con voz autoritaria pero la mano alzada de Fengxiao la hizo callar.

-¿Qué ocurre?- él conocía del respeto que se le tenía en toda la secta, que entraran de aquella forma era malas noticias.

-Mi señor, mi señor- uno de los chicos tartamudeó.

-Habla de una vez- presionó Yanhuan.

-El señor Zhiyin- solo con la mención de su nombre y ya Fengxiao estaba de pie- su conejo...él estaba llorando-

-¿Dónde está?- el líder reclamó.

-En el tercer jardín- Fengxiao ya cruzaba la puerta al terminarlo de escuchar.

Caminaba con paso ligero pasando por al lado de integrantes de la secta que se impresionaban de verlo tan alarmado. Él que siempre era tan medido con su porte y presencia, pero ahora ni siquiera respondía el saludo. Fengxiao llegó al tercer jardín y buscó con ansias y preocupación a su esposo. Allí, a lo lejos había un cuerpo inclinado que su espalda se agitaba por la acción que realizaba. Se acercó y tocó el hombro de Zhiyin.

Al alzar este el rostro lo encontró lleno tanto de lágrima como tierra destruyendo su belleza natural. Sus manos también estaban llenas de tierra y algunas manchas de sangre que hacían el intento de tapar la piel de su mascota.

-Esposo mío, mi conejo- volvió a sollozar con fuerza con su rostro arrugándose- Xiaobai, Xiaobai- llenó su mano al rostro para cubrir sus lágrimas pero este detuvo su mano en el aire.

-Déjame a mí- le dijo el líder suave al sentir su cuerpo temblar y su estado destructivo.

Fengxiao se inclinó y retomó el entierro del conejo preguntándose cómo había terminado así. La rabia subió como la bilis pero se contuvo, ahora debía reconfortar a su esposo que agarraba la parte trasera de su túnica mientras enterraba su rostro lloroso en su espalda. Yanhuan llegó corriendo rápidamente después de encontrarlo apreciando con disgusto la escena y se volvió en dirección a la cocina, no necesitaba que su líder le dijera lo que tenía que hacer.

Fengxiao terminó de poner el último bulto de tierra y buscó un pañuelo dentro de su túnica limpiando de alguna forma sus manos y botándolo. Buscó otro y se movió para tomar las manos de su esposo y frunció el ceño al ver el estado de estas. Había cavado con fuerza el agujero en tierra dura por lo que tenía diversas y diminutas heridas que tenían que ser lavadas primeramente. Pasó con suavidad el pañuelo quitando levemente la tierra y después tomó su rostro para limpiarlo.

Su esposo se había calmado un poco pero aun así las lágrimas seguían corriendo.

-Vamos, no llores- buscaba reconfortarlo –No te hace nada bien-

-Pero Xiaobai murió- comenzó a llorar con fuerza de nuevo –Alguien mató a mi conejo, por qué, el no –

Fengxiao lo atrajo hacia él y lo abrazó sobándole la espalda mientras el menor se desahogaba sobre su hombro. Minutos después sintió como el cuerpo de Zhiyin se hacía flácido entre sus brazos y lo alzó con sus manos preocupado. Había vuelto a dejar de llorar pero su expresión era vacía. El dolor de pedir a su mascota, intensificado por el embarazo había sido mucho para él.

-Tranquilo Zhiyin- el mayor lo abrazó esta vez con fuerza, conmocionado por la reacción intensa de este, antes de cargarlo para llevarlo a su cuarto.

Esa noche alguien perdería la cabeza. Eso lo podía asegurar

Enamorado de un idiota (Novela original)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora