Capitulo 103

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Elena:

Había terminado de hacer mis maletas, pasé mi antebrazo por mi frente, tenía que regresar donde me estaban necesitando, Bastian me dijo que me podía tomar el tiempo que necesitara, pero con todo esto, creo que era el momento de poner las manos a la obra, no podía seguir perdiendo el tiempo, las palabras de Deani, aunque no las entendía en mi idioma era que teníamos que detener toda las acusaciones de Dimitri y ellos pudieran volver a sus andadas cuanto antes. No podía seguir pensando en quedarme de brazos cuando nos pudieran ir asesinando uno a uno, esto abarcaba a todos, todos los que estábamos cerca de los Italianos corríamos un gran riesgo, esas personas ya me lo habían demostrado, si fue Alexander, bien pudiera volver contra mi.

Salí de mi habitación, estaba todo apagado, no estaba ya nadie despierto, sostuve mi móvil viendo la hora, las 3: 40 de la mañana, lo bueno es que el jet me esperaba a las 7:00 am, creo que ni me levantaría. Caminé hacía la habitación de mis hijos, abrí la puerta viendo a al hijo de Santino y Guido con los gemelos y Alexander. Me dieron tanta gracia al verlos así. Cerré la puerta, no quería despertarlos. Pasé a la habitación de las niñas, donde tenían sus sabanas cubriendo toda la habitación, toda una casa de campaña con sabanas. Las dejé dormidas. Al menos me había despedido de ellos, no creo que se levanten tan temprano.

Moría de hambre, necesitaba algo, mi bebé me estaba pidiendo alimento, cosa que tendría que darle, ya se me había olvidado los antojos que en mis embarazos siempre presentaba, reposé mi mano en mi vientre entrando en la cocina. Quedé tan quietecita al ver a Guido sentando con una manzana en su mano. Me miró rodando los ojos, tampoco estaba para hacer amistad con un tipejo como este. Dio una mordida sin apartar la mirada de mi. Pasé a un lado cruzando por detrás de él.

Guido: ¿con hambre?

Elena: Tengo 9 semanas de embarazo ¿que esperabas?

Abrí la nevera mordiendo mi labio inferior, cerré un poco asechando hacia donde él estaba. Levanté una ceja al escuchar como le daba la mordida a la manzana. Me miró de reojo abriendo completamente la puerta, era tan odioso, que si Dina se fue con otro, entendía por que. Se merecía alguien que la tratara bien. Me agaché abriendo la parte de las frutas, sonreí al ver unas fresas, unas manzanas, unas uvas. Las iba sacando de una en una dejando sobre la barra del desayunador.

Traje un pelador, y unos platos, quería prepararme un pequeño coctel de frutas. Él se puso de pie encendiendo la luz, las graduó dejando un poco tenue… abrió la nevera, no me importaba que estuviera buscando. Empezaba a pelas las uvas, no me gustaba para nada las cascaras de ninguna fruta. Cerró la nevera sacando un pastel y chocolate. Quitó la tapa del traste del chocolate metiendo en el microondas. Se sentó frente al micro, prefería que se ya se fuera. Dejé el pelador empezando a comer mis uvitas, haré como que no está aquí estorbando mi presencia. Se puso de pie tomando unos platos, cortó un pedazo de pastel, lo dejó en el plato acercando hacia mi lado.

Guido: Puedes tener el gusto por el dulce.

Lo miré entrecerrando los ojos, asentí con la cabeza, me entregó un tenedor, se apartó al escuchar que ya se había detenido el micro, le di un bocado al pastel hasta cerrando los ojos al sentir lo exquisito que era, llevaba quien sabe cuanto tiempo de no probar un delicioso pastel. Abrí los ojos viendo que acercó el chocolate a mi lado.

Guido: Puedes tener tus fresas cubiertas de chocolate, solo que esta caliente.

Sostuvo el pelador empezando a quitar la cascara de la manzana, detuve el detenedor en mi boca viendo la actitud de él. Aparté el tenedor de mis labios.

Elena: Gracias.

Pasó de mis palabras solo asintiendo con la cabeza, dejó la manzana ya peladita sobre el plato donde estaban mis uvas.

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