CAPÍTULO 4...

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                                                                  TAL VEZ ME EQUIVOQUÉ

Llegó el esperado sábado, que todos los bailarines anhelaban, incluyéndome, para luego recibir un merecido descanso de, nada más y nada menos, un día. Pero amaba mi trabajo, el sábado por la noche era el momento donde demuestras todo tu esfuerzo duro que diste toda la semana. Estábamos tras bastidores, poniéndonos el vestuario y maquillándonos. En el camerino había un espejo frente a mí de cuerpo entero, estaba contemplándome pensando en cómo mis piernas no podían estar más delgadas, por qué seguían siendo gordas a pesar de tanto ejercicio. Mientras arreglaba los últimos detalles de repente tuve esa sensación de que alguien me observaba, era muy extraño, porque según yo estaba sola. Miré en el espejo y vi detrás de mí, pero oculto tras la pared a un chico rubio con lentes de sol y un gorro gris, volteé rápidamente, pero luego no vi nada, se esfumó de la nada. Asustada, me fui corriendo del camerino y esperé abajo del escenario a hacer mi número. Esa noche el tema era lentes de sol y traje negro como en los Hombres de Negro para ser exactos.

Subí a hacer mi solo con la esperanza de volver a ver entre el público al chico de los ojos azules. Busqué entre todas las cabezas que habían allí a alguien parecido, mucho pelo rubio y ojos azules, pero no se comparaban con los que él tenía, era encantador, caso irreal. Pero no pude localizarlo, tal vez ni siquiera estaba allí ¿por qué me comportaba como un perro buscando su cola?

Una vez que acabó mi solo, corrí a cambiarme de nuevo para el número grupal, esa vez escuché a mis espaldas que la puerta trasera se cerraba, todos los bailarines estaban en escena o en los camerinos, eso me desconcertó.

Subí a hacer el número de grupo, pero una vez más no pude verlo ¡qué va! él no estaba allí ¿por qué diablos lo estaba buscando?

Una vez que acabó, bajé del escenario, me puse ropa normal y salí a la puerta. Es extraño que lo diga pero, de la nada, sin ruido alguno, sin anticipación, alguien me jaló hacia afuera y la cerró de golpe.

- ¿¡Qué diablos?! - exclamé, pero en eso una mano fría me tapó la boca.

- Silencio - dijo suavemente.

- ¿Sabes? - dije en cuánto me quitó la mano de la boca - no puedes andar por el mundo, secuestrando chicas, luego dándoles su número y... y... ¡decirles que no es verdad! dime ¿¡qué diablos te pasa!?

No es necesario explicar de quién se trataba, era inconfundible, sería capaz de reconocerlo incluso si estuviera vestido de Superman, solo por sus ojos.

Echaba chispas de enojo por todos lados. Él traía unos lentes de sol y una gorra gris que cubría su pelo rubio, pero aún así sabía perfectamente quién era, no era necesario quedarse media hora a reflexionar sobre mis acciones.

- Lo que pasa es... - dijo algo despistado, desconcertado, perdido, y sacudiendo la cabeza - que...

- ¿¡Qué?! ¿¡Qué es lo que pasa?! - grité agitando las manos en un intento fallido por calmarme a mí misma.

- No te lo puedo explicar, no ahora.

- ¿A no? - comencé a enojarme, en serio ¿qué le pasa a este tipo? demente - ¿qué te parece si yo te lo explico todo? deja de deambular por aquí, deja de jugar conmigo ¡déjame en paz! déja... - en ese justo momento me besó de nuevo.

Tan encantador como antes, sus labios suaves y algo fríos presionaron los míos. El latido de mi corazón se aceleró ante tal sensación, no había sido como el anterior, para nada. Algo sentía, algo reflejaba esa acción ¿amor? ¿Pasión? No, no podía ser. Me abrazó y me atrajo a su cuerpo, acunándome contra él, haciéndome sentir su calor infinito, como nunca jamás. Mi cuerpo se  tranquilizó increíblemente, solo por él, por su cuerpo, por sus labios. No debería sentir esto, no quería, él era un cretino, debería alejarme ya y olvidarme de esto de inmediato. Algo tenía él, algo era, pero no sabía qué.

Sus labios me dejaron, y sentí el impulso de besarlo de nuevo para regresar a mí esa increíble sensación, pero no me atreví.

 Me susurró al oído.

- Nadie puede saber que estoy aquí – me estremecí.

- ¿Por qué?- pregunté jadeante, me había dejado sin aliento.

- Porque simplemente no nos dejarían solos – dijo, colocando las manos a ambos lados de su cuerpo.

- Pero... ¡ni siquiera sé quién eres! - pensé en arrancarle las gafas y el gorro de un tirón, en ese justo momento, pero no me atreví.

- Ya sé - una sonrisa pícara apareció en su rostro - te parece si... nos vemos mañana en esta dirección

Me entregó otro post-it con una dirección escrita en él. Tenía todo planeado.

- Iré con una condición - me rendí. Tal vez tenía otra oportunidad, tal vez me equivoqué, tal vez no me reconoció en esa llamada, tal vez…

Comenzaba a calmarme, tal vez tenía otra oportunidad.

- ¿Cuál? - parecía divertirse mientras hablaba.

- Que no me jalarás o besarás contra mi voluntad.

- Está bien - rió, con esa hermosa voz irresistible y seductora.

- Bueno... nos vemos mañana.

- Está bien - me dedicó un dulce beso en la mejilla y se fue caminando.

    Cuando llegué a mi departamento, seguía pensando en él, en sus labios, en él. Ahora que había oído su voz, no quedaba la menor duda de quién era en realidad... Niall James Horan Gallagher, mi más grande ídolo, mi príncipe azul y salvador, ese pequeño irlandés de ojos hermosamente azules, de pelo rubio alborotado, de acento irlandés, de piel blanquecina inmaculada, de cachetes de bebé, que amaba el futbol, la comida, tocar la guitarra y era integrante del grupo One Direction. Pero... ¿cómo era posible? ¿Cómo era posible que de la nada fuera a estar con él? es decir, era una estrella, un artista, y yo ¿qué era? una simple chiquilla desgraciada que tuvo un golpe de suerte ¿por qué querría estar conmigo habiendo mejores? Mujeres sexys por todos lados, con mejor cabello, mejor figura, mejores ojos, mejor voz, más bellas, ricas, famosas… y yo no era una de ellas. Pero no había duda de que era él, ese acento irlandés era único e inconfundible.

Ahora tenía sentido todo el drama, era la celebridad más grande, tenía que estar encubierto para no hacer un escándalo.

Pegué la dirección en donde siempre, decidida a ir allí al día siguiente.

Con el corazón aún palpitando rápidamente en mi pecho, con la sensación de sus labios en los míos, con sus brazos aún rodeándome, sus ojos penetrándome, su aliento, su voz en mi oído, con él impregnado en mi piel, me fui a dormir. Pero no pude quitármelo de la cabeza todo la noche entera, esto era ridículo, no tenía sentido alguno, ni pies ni cabeza. Pero era maravilloso ¿Qué podía hacer?

Mi Ángel De Ojos Azules♥ (A Niall Horan Fanfic) {Editando}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora