CAPÍTULO 42...

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Aún recuerdo la última vez que estuve en ese aeropuerto, era enorme, colosal, bueno… para mí lo era, pero tal vez para las demás personas, solo era otro aeropuerto más. Había miles de personas a mi alrededor, cada una con un destino, con una historia diferente, con una despedida diferente o tal vez un saludo. Solo me iba dos días, pero sabía que se me haría una eternidad, me resultaba muy difícil estar lejos de Niall, muy difícil.

Solo tenía una maleta, y mi bolsa de mano, así que podía abrazar a Niall sin estorbos. Debía aceptar que estaba nerviosa ¿por qué? En realidad no lo sabía.

- Te voy a extrañar – dijo Niall, sus labios muy cerca de los míos. Tomó mis manos, viéndome con sus hermosos e irresistibles ojos azules.

- Solo me voy dos días – dije irónicamente y me acerqué más a él, hasta que nuestros labios se tocaron.

- Te voy a extrañar – repitió. Observó mis labios un momento y nuestros labios se tocaron.

Suena extraño, pero los labios de Niall cambian de sabor según su estado de humor. Ahora sabían diferente, estaban algo tristes, pero aún así reflejaban el más fuerte amor que pudiera imaginar, el amor de siempre e interminable.

Mientras me perdía en sus labios, en su respiración y en su abrazo, anunciaron mi vuelo.

- Debes irte – dijo Niall, cuando nuestros labios se separaron

- Adiós – quisiera haber dicho más, pero mi beso expresó absolutamente todo lo que quería decir pero que no pude expresar con palabras. Me costó mucho trabajo despedirme y dejar mis manos vacías.

Di media vuelta y caminé hacia el avión

- ¡Te amo! – gritó Niall cuando ya casi no podía oírlo y me lanzó un último beso de despedida, yo le correspondí.

Crucé lo que restaba para llegar a mi avión y al llegar entregue mis maletas y abordé el avión.

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¿Cuántas horas duró el vuelo? Es una pregunta que me resultaría imposible responder. Estaba extraña mientras estaba en el vuelo, me sentía como si… no estuviera en ningún lado. Me sentía incompleta, agotada y perdida, pero no sabía la razón exacta.

Caía dormida y luego despertaba, luego volvía a caer dormida y después despertaba de nuevo, era un círculo que parecía interminable, solo quería que se acabara todo, bajarme de ese condenado avión y llegar a casa.

Lo último que recuerdo es que en algún momento caí definitivamente dormida y me despertó el anuncio de que el vuelo había llegado a su destino.

Solté un profundo suspiro de alivio. Ahora solo me faltaba una hora en taxi a mi casa, genial.

Creo que mi agotamiento se debía en parte al brusco cambio de horario, en parte al largo vuelo y en parte al calor sofocante de Monterrey. Recuerdo que casi me caigo al bajar del avión, pero logré sujetarme del barandal. Me entregaron mi maleta y cogí el primer taxi que divisé. Le di mi dirección algo adormilada, y me sorprendió que me entendiera, ya que no estaba segura de cómo sonaba mi voz en esos momentos.

Ya casi no recordaba mi ciudad, era muy, yo diría demasiado, distinto a Londres, a pesar de que también era grande, era mucho menos “majestuosa”  y “elegante” que Londres, era un crimen comparar ambos lugares. Incluso la gente era distinta, me sentía fuera de lugar allí.

Mi enorme viaje acabó, allí estaba mi casa, bueno… mi antigua casa.

No había cambiado nada, el pasto verde y bien cortado, la puerta principal de madera con el número 521 escrito, las dos grandes ventanas, la de la derecha era de la cocina, la cual tenía una cortina delgada y blanca, y la de la izquierda era la de la sala, con una cortina igual. El piso de arriba donde estaba mi cuarto, seguía exactamente igual a primera vista. Con tres ventanas, la de la derecha era la del cuarto de mis padres, la de en medio era la oficina y la de la izquierda mi cuarto. Había un tercer piso, del cual casi no recordaba, solo pude recordar que había pasado mucha diversión allí, pero no recordaba con exactitud.

- ¿Cuánto es? – pregunté al taxista, ansiosa por entrar.

- Quinientos señorita – dijo como si estuviera hablando del clima ¡era mucho dinero! ¿Cómo era posible que hubiera aumentado tanto mientras no estaba?

-  ¿Cuánto? – pregunté boquiabierta

- Quinientos – repitió y pareció molesto por mi pregunta.

Saqué un billete de mi bolsa a regañadientes y se lo entregué.

Abrí la puerta rápidamente y el calor me golpeó fuerte, pero por el momento no le di importancia.

El taxi se retiró y yo me aproximé a la casa. Vacilé indecisa ante la puerta mirando el timbre. Suspiré y esperando lo mejor, toqué el timbre.

Mi Ángel De Ojos Azules♥ (A Niall Horan Fanfic) {Editando}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora