ღN a r r a : N i a l l
Algunos meses atrás…
Hacía un mes desde que había contratado a Jane como la mucama oficial de la Mansión. Debía aceptar que estaba haciendo un excelente trabajo, la casa relucía como siempre había querido que lo hiciera. No tenía tiempo de asearla personalmente gracias a que la banda y a todas las giras promocionales a las que estaba obligado a asistir absorbían todo mi tiempo en absoluto. A excepción de los pequeños descansos que nos daban, en ese caso poseía de todo el maravilloso tiempo del mundo. Pero los descansos eran lo que eran: descansos, no tiempo de ponerme a aspirar toda la alfombra de la sala hasta que cada partícula de polvo que se hallaba en ella fuera absorbida por el aparato. Terminaba exhausto y cada vez que tenía tiempo libre sentía la enorme necesidad de quedarme en cama hasta pasadas del medio día. De hecho, la idea de contratar a una mucama había sido de mi madre, Maura. Me arrojó una enorme plática acerca de todos los efectos dañinos que el polvo acumulado le hacía a mis pulmones y, en general, a mi salud. Logró convencerme con eso. Cuando quería, ella podía convencer a cualquier persona acerca de lo que fuera.
Jane era buena… Era linda… Sí, debía aceptar que me gustaba solo un poco. Pero de algo sí que estaba seguro: ella no era la indicada, para nada. Jamás me sentí conectado de un modo especial con ella realmente, jamás sentí lo que sabía que sentiría al contemplar por primera vez a mi princesa. Ella no era mi princesa. No era la persona con la que quería compartir el resto de mis largos días, para nada. Pero me gustaba, ¿qué diablos podía hacer al respecto? Era algo que, simplemente, no podía evitar por más que lo quisiera.
Me encontraba acostado en la cama de mi habitación leyendo un libro que me había regalado Liam hacía solo unas semanas atrás. Me encontraba sumamente concentrado en la lectura, el libro sí que era realmente emocionante. De repente, escuché un pequeño ruido proveniente de afuera de la habitación. Era Jane. Al verla allí, luchando fuertemente por cargar la gigantesca aspiradora de metal para limpiar la alfombra, cerré mi libro de inmediato.
- Hola Jane – la saludé - ¿Quieres que te ayude?
- No, no gracias. Ya llegué – suspiró y dejó suavemente la aspiradora en el piso.
Estaba vestida con un holgado pantalón de algodón gris y una playera blanca de manga corta. Su cabello se encontraba recogido en una despeinada cola de caballo. Varios mechones de cabello negro se desprendían de su improvisado peinado. Su frente estaba cubierta por una ligera y apenas perceptible capa de sudor. Se veía claramente agotada, sentía un poco de lástima por ella. Desearía poder ayudarla un poco, pero… Era su trabajo al fin y al cabo ¿no?
- Oye, ¿podrías ayudarme a llevar la aspiradora hasta el contacto que está allá? Esto está realmente pesado.
Bueno, al parecer terminaría ayudándola después de todo.
- Sí, por supuesto.
Me bajé de la cama y me aproximé hacia ella. Sus manos tomaron la parte de abajo de la aspiradora y yo puse las mías justo al lado de las suyas.
- A la cuenta de tres. Uno, dos… ¡Tres! – contó ella.
Los dos levantamos la aspiradora con un gruñido de esfuerzo. Me percaté de algo inmediatamente: Jane en realidad no necesitaba ayuda para mover la aspiradora, ésta apenas pesaba lo que dos sandías pequeñas. No tenía sentido que me haya pedido ayuda… En realidad yo salía sobrando en todo esto. ¿Por qué lo habrá hecho?
De repente, en medio de mis conjeturas, mi pie izquierdo se atoró en una gran arruga que había en la alfombra color beige, haciéndome trastabillar y luchar por recuperar mi equilibrio sin éxito. Flaqueé y caí con fuerza sobre mi trasero. Con suerte, Jane fue lo suficientemente inteligente como seguir sosteniendo la condenada aspiradora y no dejarla caer justo sobre mí.
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Mi Ángel De Ojos Azules♥ (A Niall Horan Fanfic) {Editando}
FanfictionSolo era una chica ordinaria. Algo solitaria, con una triste historia oculta en su interior, y que nadie excepto ella conoce y siente. Toda la vida había estado buscándolo, pero el amor, esa persona especial, nunca llegó. Toda esperanza estaba perdi...