CAPITULO 29: BATALLA

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De vuelta con Carl y el encuentro con su hermano gemelo:

—¡Me abandonaste! Eso nunca te lo voy a perdonar, ¡NI MI PADRE! —Le aclaró Sebástian, estaba muy herido.

—No podía hacer nada y lo sabes —Repetía una y otra vez Carl.

Sin esperarlo, Sebástian sacó su revólver de la parte trasera de su cintura y apuntó a Carl.

—¡Debo agradecer que soy inmune al virus! Gracias a eso pude sobrevivir y no por ti, no necesito tu ayuda ni la de nadie.

Todos levantamos nuestras armas apuntando a Sebástian, Carl fue el único que no lo hizo. Si Sebástian era inmune al virus sería perfecto para crear una cura, pero después recordé que en el poblado no había nadie con tales conocimientos así que no se podía hacer nada, pero de una cosa si estaba seguro, si Sebástian era inmune al virus habría más personas con esa cualidad especial.

—No hagas que te maten —Agregó Carl —Eso ya pasó, sé que no debí haberte abandonado, pero entiéndeme, mi machete no tenía filo, había una pequeña horda encima de nosotros y no sólo eso, ese zombie te tenía bien agarrado del pie.

—¡Cállate! Ya es tarde para que te arrepientas, me quedó muy claro que eres una basura, lo peor de todo es que tengo que llevar casi tú mismo asqueroso rostro a donde vaya.

Todos nos quedamos callados, ese insulto si había estado feo.
Sebástian gritaba mucho, tenía tanta ira que le temblaba la mano con la cual apuntaba a Carl.

—Sebástian... yo... lo siento.

—Tus disculpas te las puedes meter por donde no llega la luz.

Poco a poco la situación se tornaba más intensa, por un lado un hermano arrepentido y por el otro un hermano con sed de venganza.

Poco tiempo después, en plena discusión, empezamos a sentir unos cuantos temblores, como si un gigante estuviese caminando cerca de donde estábamos. Los temblores se hacían cada vez más fuertes hasta que recordé lo que eso significaba, un Forc estaba cerca y probablemente era el mismo al que habíamos visto hace un par de días atrás.

Sin esperarlo, la casa salió volando por los aires hecho pedazos, un gruñido muy grave reinó en el ambiente y allí se vio el Forc, destruyendo la casa y abriéndose paso para atacarnos y comernos.

Todos nos agachamos y nos cubrimos las cabezas. Julian y Rachel seguían sujetos con las cadenas, por lo que también volaron por los aires hasta caer en junto a un árbol.

—¡DISPAREN! —Gritó Daphne.

Sebástian se encontraba justo en frente del Forc, retrocedió con el rostro envuelto en pánico y disparó con su revólver. Las balas entraban en el cuerpo de la bestia pero no le hacía daño, por el contrario lo enojaba aún más.

El Forc con sus manos gruesas tomó a Sebástian, gruñó y empezó a hacer presión con sus manos. Los huesos de Sebástian crujían cada vez que el Forc aplastaba con más fuerza mientras que la víctima gritaba de dolor, unos gritos fuertes y desgarradores. Al terminar de aplastar con sus manos le arrancó la cabeza con su boca, la piel se le estiró como si fuese una goma de mascar y la sangre bajaba los las manos del temible monstruo.

Empezó a comerse el cuerpo de Sebástian, todos nosotros disparábamos con nuestras armas y el Forc se enojaba cada vez más. Dejó caer el cuerpo sin vida de Sebástian en el suelo y comenzó a avanzar hacia nosotros. Daphne tensó la cuerda del arco, tanto que parecía que se fuera a romper. La flecha salió disparada a gran velocidad y se incrustó en el ojo derecho del Forc.

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