CAPITULO 112: EL PRESIDENTE II

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*Si no recuerdan el capítulo anterior del presidente, recomiendo que lo vuelvan a leer :D*

El presidente:

Fijo que lo que les había dicho los había comprometido, no se atreverían a decir nada. Cristina se asustó, pero debía pronunciar su nombre, ella era la persona en la que más confiaba. El vicepresidente y el jefe de la escolta debían escuchar eso, para que tuvieran más miedo por así decirlo. Por alguna razón, el vicepresidente últimamente no me inspiraba confianza, debía tenerlo vigilado y se lo tenía que decir a Cristina, ella de seguro tenía algo para ayudarme.

Este día se estaba tornando demasiado pesado, más que los anteriores. Salí del lugar junto con Cristina observando al jefe de la escolta y al vicepresidente de reojo. Al salir, le dije a Cristina:

—¿Tu que opinas del vicepresidente?

—¿Eh? ¿En qué sentido? No le entiendo.

—¿Crees que es de fiar?

—Pues... yo pienso que sí. No sé por qué lo duda, supongo que tendrá sus razones.

—Bueno... En mi caso, yo soy desconfiado con todas las personas que tengan que ver con política, así es este campo, aunque... Esto que siento es diferente, algo no me agrada de él y es últimamente que lo estoy viendo así.

—Piensa que trama algo... ¿Es eso?

—No sé si precisamente sea eso, pero también está la posibilidad de que sean cosas mías.

—Creo que en su caso... Es normal que desconfíe.

—De cualquier forma, hay que mantener al vicepresidente vigilado, y al jefe de la escolta también... Me vendría bien saber qué es lo que hacen y lo más importante, si son de confiar en ellas.

—¿Quiere que los vigile?

—Bueno... ¿Hay alguien para que haga ese trabajo?

—Alguien de mi confianza... Creo que no. Yo me podría hacer cargo.

—No quiero ponerte en peligro ni que lleguen a sospechar de ti.

—No se preocupe, sé muy bien cómo esconderme, además de que me considero alguien muy sigilosa.

Me quedé mirando a Cristina, me asustaba el hecho de pensar que la descubrieran. Era la persona en la que más confiaba y con la que más hablaba. Era arriesgado, pero al no tener alternativa, tocaba que ella lo hiciera.

—Está bien, pero ten cuidado... Por favor, no quiero quedarme solo en esto.

—Parece que estuviera preocupado por mí.

—Es que lo estoy...

—Ok... Creo que esto se está poniendo algo... ¿Cursi?

—¡Oh no! No lo tomes por ese lado, lo que quiero decir es que... A ti si te considero de mi total confianza, si algo te llega a pasar voy a sentir mucha presión ya que esta idea fue mía... Creo que mejor los vigilo yo.

Cristina comenzó a reír y respondió:

—Lo decía en broma, tranquilo. Yo me haré cargo, y pues entiendo que yo sea la persona en la que más confía, después de todo sigo siendo su secretaria.

No sabía cómo tomar eso último que ella dijo, se me hizo raro. De cualquier forma, supongo que los rangos laborales se habían acabado, ella ya no era mi secretaria, sino una amiga, de hecho, la consideraba como mi hija... Una hija que nunca tuve.

Después de pensarlo por unos segundos le dije:

—¿En serio crees que sigues siendo mi secretaria?

El Despertar ZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora