CAPITULO 23: TORTURA

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Aquellas cabezas estaban observándonos con la mirada perdida y la boca entreabierta, Carl tenía una cara de decepción, creía que ellos eran quienes estábamos buscando.

—Tranquilo, no son ellos —Le avisé —A los que buscamos son mucho más jóvenes.

—Wow, por un momento creí que...

—Calma —Interrumpió Mariana mientras le daba unas palmadas en la espalda —No te preocupes.

Entramos a dicha casa, todo era completo desorden, ni siquiera había algo que nos sirviera. Julian y Rachel estaban cerca, lo podía sentir. No sé cómo o por qué, pero de ello estaba seguro.

—No es por ser mala onda pero debemos regresar —Aclaró James.

—Si, te entiendo. No te preocupes —Contesté cabizbajo.

EN EL POBLADO:

El hombre que había recibido el disparo en la rótula estaba en una mesa amarrado de forma vertical con cadenas que lo tenían inmóvil y justo en frente estaba su niño, su único hijo de 5 años desnudo y amarrado igualmente como su padre.

Estaban en un sótano, todo estaba casi oscuro, había una antorcha que daba una leve iluminación. El hombre despertó abriendo sus ojos lentamente hasta que de golpe sintió un vacío al ver a su hijo allí llorando desesperadamente llamando a su madre.

—Hijo, cálmate. Aquí está papá.

Trató de moverse pero las cadenas se lo impedían, la rodilla le provocaba un fuerte dolor y no paraba de salir sangre, el niño lloraba como nunca, él solo decía "Mamá".

El hombre cuyo nombre era Victor, sintió unos pasos que provenían desde su espalda.

—¡Ayuda! —Pidió enseguida, pero no tuvo respuesta.

Poco después el sótano se fue iluminando poco a poco con mucha más intensidad, alguien estaba encendiendo las otras antorchas que había en el lugar. Después de un corto periodo de tiempo apareció Cindy vestida de otra manera, estaba vestida con una blusa de color rosado y jeans, era extraño ya que ella siempre llevaba puesto su traje de cura.

—Lamento decirte que nadie te va a escuchar, ¿O que dices tú niño?

El pobre seguía llorando, Victor trataba de moverse con mucha fuerza pero sus intentos eran fallidos, Cindy trajo consigo una mesa con ciertas herramientas tales como: pinzas, cuchillos, un taladro que funcionaba con baterías, un serrucho, jeringas, aceite, una estufa portátil y otras cosas más. El hombre entendió enseguida que iban a pasar mucho dolor.

—¿Todo esto porque te dije algo cierto en la cara? —Preguntó Victor desafiante.

—La verdad sé que es el virus, pero no me gustaría que las personas perdieran el respeto que me tienen.

—¿Respeto?

—Así es, por ser una líder religiosa es que todos me obedecen, duermo en una cama bien cómoda, disfruto de grandes platos de comida sin tener que trabajar y lo mejor de todo es que creen que soy una madre, pero dejemos hasta ahí, no tengo por qué darte explicaciones.

—Eres una desgraciada, no entiendo por qué nos haces esto, suéltanos.

—Ups, haría eso si quisiera, pero no quiero.

—¡TE VOY A MATAR PERRA!

—Vale, muy bien. Empecemos con el show. ¿Qué quieres que te haga?... No, espera... Hagámoslo más interesante, ¿Qué quieres que le haga a tu hijo?

El Despertar ZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora