CAPITULO 106: PREPARACIÓN

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El científico:

—¿Tu nombre es Luis? —Pregunté sorprendido.

—Si... —Respondió brevemente.

— ¿Por qué esconder tu nombre? No le veo la lógica.

—Soy muy precavido... Creo que eso solo lo entenderé yo, si te cuento no vas a entender igual.

—Está bien... Creo que... Debes confiar mucho en mí para que me digas eso.

—La verdad sí. Y junto con las personas que me reúno estamos planeando un escape, o crear una especie de motín, pero aún no nos hemos decidido. Creo que optamos más por el escape, pero de todas formas te mantendré informado.

—Gracias. Recuerda que nos llevaremos el perro —Le recalqué.

—Ya que yo te dije mi nombre... ¿Cuál es el tuyo?

—Bueno... Mi nombre es Pablo.

—¿Pablo? Creí que era otro —Dijo con una sonrisa amistosa —Bueno... Y debo preguntarte otra cosa más.

—¿Qué cosa?

—¿Te importaría que trajera a mis compañeros aquí? son 3. Una mujer y dos jóvenes.

—¡¿Aquí hay una mujer?! —Pregunté abriendo los ojos debido a la sorpresa.

—Si... Sólo que se camufla muy bien. De hecho, fuera de nosotros, tú eres el único que sabe que aquí hay una mujer. Pero ella es muy seria y un tanto ruda. Entonces ten cuidado de cómo le vayas a hablar.

—Sería interesante conocerla, y respondiendo tu pregunta, dale, que vengan con confianza. Quiero conocer a mis futuros amigos. y fuer ¡de ella, ¿Has conocido a otra mujer?

—Sí... De hecho, una muy especial.

—¡¿Hay más?!

—Ah... No, aquí solo está la mujer que te acabo de contare. Esta otra de la que te estoy hablando la conocí hace tiempo... Pero nos separamos, su nombre era Samantha. Justo cuando estábamos llenando el carro de gasolina unos zombies nos atacaron y yo vi que íbamos a morir. Los zombies me rodearon y le dije a ella que corriera y se salvara. Entre lágrimas la vi alejarse, corriendo. Después no sé qué fue lo que hice. Recordé el entrenamiento del ejército y tomé impulso y comencé a empujar todo lo que se me atravesara. Varios zombies cayeron al suelo y algunos de los que me rodeaban me agarraban de la ropa, pero la adrenalina que sentía me dio mucha fuerza y velocidad. De ahí empecé a correr y trepé un árbol que había cerca de una casa. Allí pude ver a Samantha a lo lejos, le iba a gritar, pero con el ruido que hacían los zombies al gritar y gruñir no la dejarían oír. Me subí al techo de la casa y comencé a alejarme del grupo de zombies que me perseguía.

—¿Era tu pareja? —Pregunté curioso

—Algo así... Ahora no sé dónde estará, si sigue viva o no.

—Eso no se sabe... Pero espero que esté bien—Le di ánimo.

Él me observó por un momento y después observó la morfina. recordé en ese momento que le iba a dar un poco al perro, para que no le dolieran tanto las heridas y se tranquilizara. Le di en pequeñas dosis, para calcular cuánto le debía inyectar. El perro se quedó quieto y le acaricié el cuerpo. Luis observaba al perro, también le tenía algo de cariño.

Tiempo después:

Seguía en mi cuarto, llovía mucho y Luis había salido para hablar con sus compañeros. Hacía mucho frío, tenía la cobija encima y al perro le había puesto algo también para que no pasara frío. Yo estaba tranquilo, el sonido de las gotas chocar con el suelo y con el techo me relajaban, cerraba mis ojos en algunas ocasiones a tal punto de a veces quedarme dormido. Estaba relajado, por un momento me había olvidado de todo.

El Despertar ZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora