CAPITULO 67: CINDY IV

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Esa cosa horrorosa estaba en frente de mí y había hablado, ¿En serio ese monstruo podía hablar? Sostenía mi bate fuertemente lista para atacar, quería salir de allí en una pieza, matar a ese bicho era algo muy complicado, simplemente tenía que huir.

Nos miramos fijamente a los ojos por un corto lapso de tiempo hasta que él comenzó a gruñir. Sin dudarlo le di un fuerte golpe en la parte lateral de la cabeza con el bate. Hubo un fuerte sonido pero al parecer no le dolió.

Retrocedió y rápidamente me atacó con sus látigos. Salté hacia la derecha para esquivarlos, pasaron muy cerca de mi rostro y por un momento creí que alguno de esos pinchos había perforado uno de mis ojos.

—No sé qué quieras tú pero déjame tranquila —Le dije mientras me levantaba del suelo.

El zombie con hongos comenzó a gritar como loco y comenzó a acercarse violentamente. Yo me levanté con el corazón muy acelerado, me acercaba poco a poco al borde del vacío, de algún modo tenía que hacer que ese monstruo cayera. Al parecer ese bicho no hablaba como si tuviese razonamiento, era extraño.

Tomé un poco de arena que había en el suelo y se lo arrojé directo a los ojos. Creí que eso iba a tener efecto en él pero pasó lo contrario, ni quiera se inmutó de ello.

Estaba jodida, estaba empezando a aceptar la idea de que era mi turno de morir, tenía una extraña sensación; como si algo me dijese que tenía tiempo para arrepentirme de todas mis fechorías, cosa que jamás iba a hacer, ni en estos momentos en los que mi vida pendía de un hilo.

El zombie gritó de nuevo y de repente sus látigos comenzaban a hacerse un poco más largos. Inmediatamente lo golpeé con el bate y aproveché el momento para salir corriendo de dicho cuarto y poder escapar.

Comencé a subir las escalas ascendiendo pisos, llegué a un piso en el cual había un olor a excremento que llevaba fermentado un buen tiempo, me dieron un par de arcadas y me cubrí la boca y la nariz sin parar de correr. Había graffitis por todas partes y mucha suciedad, más de la que había en otros pisos. El zombie me perseguía, no iba a descansar hasta atraparme. Estaba cansándome, mis energías se estaban acabando y mis piernas no daban para más de nuevo.

Ese bicho cada vez más se acercaba a mí, si no buscaba una salida a todo esto rápido mi muerte sería segura.

Le lancé el bate a la cara pero fallé, rebotó en la pared y cayó en el suelo.

— ¡MIERDA! —Exclamé aterrorizada.

El zombie estaba cerca, gruñó de forma extraña y volvió a atacar con sus látigos. Uno de ellos pasó cerca de mi rostro nuevamente pero para mí desgracia uno de sus tres látigos me alcanzó y uno de sus pinchos logró perforar en mi brazo derecho. Grité del dolor y me lo saqué en seguida.

Mi miedo aumentó más de golpe, ¿El virus estaría dentro de mí? ¿Me convertiría en una de esas cosas o peor?, no lo sabía, ahora tenía un brazo herido, sangrando y con la terrorífica idea de que yo ya estaba perdida, aun así, quería perder de vista a ese malnacido.

Mientras corría vi lo que al parecer era un cable o una cuerda que colgaba en el vacío sostenida de algo, yo estaba varios pisos arriba del edificio y no tenía salida. Si esa cuerda estaba sostenida de algo me vendría muy bien para saltar y agarrarme de ella y así hacer que el zombie cayera al duro asfalto al intentar alcanzarme.

Todo ya estaba planeado en esos segundos, saltar y agarrarme de ella con todas mis fuerzas, las alturas me daban un poco de miedo pero todo sea por salvar mi vida. El brazo me dolía bastante, lo movía por la mera adrenalina y por otra parte la iba a forzar.

— ¡Si me quieres alcánzame si puedes!

Estaba decidida a lo que iba a hacer, tal vez saldría todo mal, pero tenía que arriesgarme. Capaz y esa cuerda estaba allí sin ningún soporte fuerte para aguantar mi peso pero todo se lo dejaba a la suerte.

El Despertar ZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora