CAPITULO 104: PRESIÓN

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—¿Ahora qué hacemos? —Dijo uno de los hombres que habían venido con aquella mujer —Si nos ven aquí nos matan.

—Sólo escóndanse, no creo que vayan a entrar, pero igual háganlo —Respondió la mujer.

El grupo comenzó a buscar lugares para esconderse hasta que lo hicieron, se quedaron en silencio e inmóviles. Al rato, las voces de los guardias que venían se escuchaban más cerca, hablaban de un rumor que estaba en la base, el científico los iba a volver indestructibles, o eso decían ellos, en todo caso no les creía mucho, en las condiciones que se encontraba la base no eran las óptimas para llevar a cabo una investigación, además, el científico ese no había traído los instrumentos en su totalidad, imagino que lo que tenía, no le iba a permitir avanzar mucho, pero igual, algo le podría resultar.

Los guardias seguían hablando hasta que de repente uno de ellos dijo:

—¿Entramos? Esos pendejos me deben una, me metieron en problemas con el jefe y quiero tener mi venganza.

—Mejor déjalos quietos, no te metas en problemas, más en los que estás, ellos le pueden decir a Big y a ti no te va a creer mucho que digamos.

—¿Por qué no? Yo soy uno de sus hombres.

—Sí, pero la última vez te descubrió hablando mal de lugar, y no solo eso, sino que ellos supieron manejar la situación y dijeron que habías golpeado a la mujer que estaba en el suelo.

—Tienes razón...

De repente, unos fuertes golpes sonaron en la puerta mientras el hombre gritaba:

—¡No me he olvidado de ustedes! ¡Me las van a tener que pagar en algún momento!

—¡Ya quisieras imbécil! —Le respondió Jhon.

—¡¿Ah sí?! ¡Ya verán!

De repente, el otro guardia, al parecer, empezó a sujetar a su compañero y entre jadeos le decía:

—¡No entres ahí o te meterás en más problemas! ¡Ellos lo que quieren es joderte, entonces no les prestes atención! ¡No les des gusto!

—¡Suéltame! ¡Si deben morir morirán por causa mía!

—¡Si el jefe se llega a enterar te va a matar antes de que puedas hacer algo! ¡Cálmate!

Me estaba dando risa en ese momento, el muy pendejo no nos podía hacer nada, éramos intocables para ellos. Al parecer no iban a entrar, o mejor dicho, no podían entrar, así que los del grupo de la mujer que habían venido, salieron de sus escondites y la mujer empezó a buscar una salida alterna, para que ellos pudieran irse de ahí. Se le notaba nerviosa y desesperada, los demás estaban más tranquilos, pero igual de alertas.

Había una ventana por la cual ellos podrían salir, pero había un problema, había una pila de chatarra que le impedía el paso, y además de eso, con el más leve movimiento hacía ruido, estaban atrapados.

—¿Qué hacemos? —Preguntó uno de los hombres.

—No lo sé, hay que mantener la calma y buscar una salida... O si no, nos va a tocar esperar aquí adentro hasta que ellos se vayan —Respondió la mujer finalizando con un suspiro.

Era un momento incómodo, se podría decir que ellos estaban atrapados por nuestra culpa, y yo no era el único que pensaba de esa forma; Mariana observó a la mujer y le dijo:

—Disculpa por ponerlos en esta situación.

—¿A qué te refieres?

—Están aquí atrapados, por nuestra culpa. No deberían estar aquí.

El Despertar ZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora