CAPITULO 94: NO TE VAYAS

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Sentía mucho miedo y mucha presión sobre mí, tantas armas apuntándonos me ponía nervioso y más con Big que él si dispararía en cualquier momento. Nuestras piernas temblaban al igual que las manos, mi corazón latía rápido y fuerte, no sabía cómo reaccionar.

— ¿Para qué quieres que William entre? Está ciego, no podrá hacer nada —Dijo Carl muy asustado.

—Porque me da la gana, si yo quiero y digo que entren es porque van a entrar sí o sí, o se mueren —Respondió Big acercando más el arma al rostro de Carl.

Carl suspiró y el científico intervino:

—Lo que necesito está en la sección D20 y E15. Tomen todo lo que puedan. Por cierto, si logran encontrar un dispensador de agua, mojen sus camisas y cubran la nariz y boca.

— ¿Si son muchas cosas cómo los traemos?

— ¡ME IMPORTA UNA MIERDA CÓMO LO HAGAN! —Gritó Big enojado — ¡SÓLO TRAIGAN TODO ESO!

Carl en seguida abrió la puerta y entramos al salón tóxico. El fuerte olor penetró nuevamente nuestras fosas nasales, era algo muy fuerte y asqueroso a la vez. Lo primero que se nos venía a la mente era que ya estábamos jodidos, de seguro era peligroso lo que estábamos respirando, pero por el momento, debíamos encontrar ese dispensador de agua... Claro, si lo hubiera en la habitación.

Empezamos a toser y Carl trataba de vomitar, cubrimos nuestras narices y seguimos avanzando. Todo estaba oscuro y no se lograba ver casi nada.

—Denme una linterna, no se alcanza a ver nada —Pidió Carl tocando la puerta.

— ¿De casualidad no quieres que entremos y les ayudemos? ¡pendejos! —Respondió Big gritando.

— ¡No se ve una mierda!

— ¿Y creen que me importa?

Julian le respondió de fondo:

— ¡Obvio, debe importar porque si no ven nada no traen nada!

— ¿Acaso quieres que te vuelva a joder otro dedo?

De repente, la puerta se abrió y le entregaron una linterna a Carl.

— ¿Big te la entregó? —Le pregunté asombrado.

—No, fue el científico.

—Ya decía yo que era algo hermoso para ser verdad.

Empezamos a avanzar, era una habitación grandísima, habían múltiples estanterías, pasillos, mesas y utensilios de todo tipo. Se escuchaban nuestros pasos, todo estaba muy silencioso y desordenado. El olor seguía incomodándonos, debíamos encontrar ese dispensador de agua lo más pronto posible, ese olor en una habitación con la palabra "tóxico" me daba mucha sensación de lo que estaba respirando era muerte, y si no nos cubríamos a tiempo quizá caeríamos desmayados o muertos. Eso pensaba yo.

Tras caminar por varios pasillos y buscando las secciones que el científico había dicho, logramos encontrar uno de los dispensadores de agua, pero estaba vacío.

—Creo que estamos jodidos —Dije.

—Exacto... Un momento —Respondió Carl.

— ¿Qué?

— ¿Cómo sabes que está vacío?

— ¿A qué te refieres?

—Estás ciego, no puedes ver nada.

—Bueno...Ahora no estoy tan ciego.

— ¡¿QUÉ?! —Respondió Carl sorprendido.

—La visión empezó a mejorar cuando entramos a la base de los cuervos rojos, veo muy borroso, pero al menos puedo distinguir formas y colores.

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