CAPITULO 96: HUIDA

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Sentí que el desgraciado había caído sobre mí. Caí boca abajo y sentí que el zombie me dio un mordisco en mi hombro derecho. Grité del dolor, sentía como sus asquerosos dientes perforaban en mi piel y rasgaban los músculos para ser arrancados de un tirón. Todos le dispararon y el zombie cayó inerte. Me quejaba del dolor, sentía la sangre caer por mi espalda, mi brazo y mi pecho; todos me observaban y yo estaba tratando de levantarme.

Big caminó hasta quedar en frente de mí y me dijo:

—Si no supiera que eres algo así como inmune ya te hubiera volado los sesos.

— ¿Y si lo haces? Así puedes terminar con esto de una vez —Le respondí.

—Matarte en este momento seria tu salvación, sería un privilegio el cual ni en sueños te voy a dar. Vas a sufrir pedazo de basura. Tú y tus amigos. Levántate, hay que movernos.

No había notado que estaban tomando a la fuerza a Mariana, quería acercarse a mí y a Julian le hacían lo mismo. Sorpresivamente, se escucharon numerosos gritos dentro del laboratorio, varios cristales romperse y ruidos de que estaban golpeando la pared muy fuerte.

—Creo que nos han escuchado —Dijo uno de los Cuervos rojos.

Los gritos de los zombies se iban acercando más y más, los ruidos eran más violentos y provenían de varias direcciones. Estábamos rodeados.

— ¿Hacia dónde? —Le preguntó Big al científico.

—No lo sé, vienen de todas part...

— ¡¿Hacia dónde?! —Le interrumpió Big haciendo la misma pregunta más nervioso.

— ¡No sé! ¡No sé! ¡No me pongas bajo presión!

—¡Vamos a morir, imbécil! ¿¡HACIA DÓNDE?!

Los gritos se acercaban más, estaba desesperado. Mis amigos estaban sin salida, los tenían bien sujetos. Carl seguía en el suelo inerte, según el científico, seguía vivo.

—Señor, se acercan. Hay que irnos ya.

Big rápidamente le apuntó al científico justo en la frente, pegó bien el cañón a la piel y le dijo:

— ¿Hacia dónde? Dilo rápido o te dejo moribundo aquí mismo para que te coman esos malditos.

— ¿En serio vas a matar al que posiblemente cree una cura a todo esto? ¿Al que cree cualquier tipo de sustancia que te fortalezca a ti y a tus hombres?

—Tal vez no te pueda matar aún, pero sí te puedo provocar dolor.

Ambos se quedaron mirándose a los ojos y el científico le respondió:

—Hay que entrar al salón tóxico.

— ¡¿Estás loco?! ¡¿Acaso quieres matarnos?! — Le gritó Big muy nervioso

—Es lo único que se me ocurre.

— ¿¡Estamos en un laboratorio gigante y sólo se te ocurre esta puta habitación!?

— ¡Por si no lo has notado los gritos vienen de todas partes!

Big se quedó en silencio, por más que le doliera admitirlo, el científico tenía razón.

Big me observó por un par de segundos y me arrebató la camisa mojada que tenía para protegerme de lo que hubiese en esa habitación. Él se la amarró en la cabeza cubriendo su boca y su nariz.

—Eres un maldito infeliz —Le dije.

— ¿Acaso tengo cara de que me importe? ¡Entren todos si no quieren morir!

El Despertar ZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora