CAPITULO 42: GUERRA

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Jamás me había sentido tan bien después de lo que pasó con Mariana. De hecho me había olvidado del problema que teníamos encima. Tomamos la sábana entre los dos y la doblamos, la metimos en una bolsa de un tamaño mediano y la tiramos a la calle, cerca de un pequeño basurero. Sería bastante incómodo que Carl viera esa mancha de sangre, pero en todo caso, esa no era nuestra intención. Entramos a la casa, Mariana y yo estábamos sonrientes, no parábamos de mirarnos y reírnos levemente. 

Pasaron alrededor de 10 minutos y los demás llegaron, todos seguían hablando y al parecer estaban también contentos. Cerraron la puerta y nos vieron sentados en la sala, todos nos observaron y se sentaron de uno en uno. Carl iba a ir a su habitación, me levanté en seguida y me acerqué a él. 

- Oye... disculpa si hay manchas de parafina en tu habitación... sólo buscábamos una cama.

- ¿En serio lo hicieron en mi cuarto? - Decía Carl con una cara medio sonriente y con un acento bastante gracioso.

Yo no podía resistir la risa en ese momento así que me eché a reír.

- Si, y bueno, mañana lo limpiaré... claro, si aún sigo vivo.

- No te preocupes - Me respondió.

Después entró y encendió unas cuantas velas. 

- Oye... Aquí hay algo raro... Recuerdo que la sábana era de color verdoso y no blanco. - Decía Carl observando detenidamente la cama.

- ¿Estás seguro?, que yo recuerde era blanca. 

- Bueno, tal vez estoy equivocado. En todo caso, espero que les haya ido bien.

La pequeña mentira piadosa que le había dicho a Carl era para evitar quizás un enfado... Bueno, eso era lo que creía que pasaría, la verdad prefería mil veces hacerlo en mi propia casa pero lamentablemente no lo estaba.

Bajé de nuevo y me senté con los demás, tomé de nuevo mi arma de francotirador para poder acostumbrarme a su peso. Poco después Carl apareció y nos dijo:

- Muchachos, la verdad no quiero que esto sea una despedida, pero no hay que negar que las cosas se van a poner muy difíciles. He visto a gente morir frente a mí, he visto muchas cosas que no creía ver jamás, no me siento tan cómodo en esta vida que estamos teniendo, la verdad no me importa morir porque todo ya está muy jodido. Pero no lo malentiendan, yo voy a luchar por sobrevivir, por mantenerme con vida. Sólo les trato de decir que no le tengan miedo a la muerte. Batallen por lo que quieren y por vivir. Es más, piensen que están luchando por lo que siempre han querido y seguramente nos irá bien. Si muero, quiero que lancen mis cenizas sobre un acantilado que hay cerca llamado "salto de fe". 

Nosotros aplaudimos a ese pequeño y curioso discurso. Carl levantó las manos y nos quedamos en silencio, él siguió hablando:

- Llevo con ustedes un tiempo y los considero como mis hijos. A Julian y Rachel los conozco hace ya poco tiempo y quiero decirles que también me he encariñado con ustedes. Y Toby, el perro que siempre me alegra con su mirada juguetona - Decía mientras lo acariciaba. - Chicos... Ustedes son la familia que siempre he querido tener, tienen poca edad, pero aún así son excelentes personas.

Los ojos de Carl se le pusieron brillantes y una lágrima bajó por su mejilla. 

- No sé por qué estoy llorando... Chicos, siempre los llevaré en mi corazón, en esta vida y en la otra. En poco tiempo me han ayudado mucho e incluso me he sentido como un padre para ustedes. 

Nosotros le volvimos a aplaudir, nos levantamos y le dimos un fuerte abrazo entre todos. Cuando nos apartamos, Toby saltó hacia Carl y le dio un par de lametones mientras Carl se reía.

El Despertar ZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora