CAPITULO 117: CONFUSIÓN

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William:

Trataba de moverme como podía, pero estaba bien amarrado. Aunque el zombie no tuviera boca y mucho menos brazos, me daba miedo, sentía su encía maltratada en mi cuello, su sangre bajaba por mi cuerpo y eso me incomodaba mucho más. Gritaba, me estaba desesperando con esa cosa encima de mí gruñendo y moviendo su cabeza bruscamente en mi cuello y rostro.

La fuerza que hacía en mi piel era mucha, sentía que, a pesar de no tener dientes, me iba rasgar la piel. Movía mi cabeza para alejarlo, pero eso llevaba a que también tratara de hacerme daño en el rostro, y era mucho más asqueroso.

Toby con dificultad ladraba, se le veía muy débil y en algunas ocasiones intentaba levantarse, pero le era muy difícil. Hacía lo posible para defenderme, pero lastimosamente sus energías no eran las suficientes.

Más tarde, unos 15 minutos aproximadamente, el científico apareció.

—¡Pero que...!

El científico sorpresivamente se puso alerta y tomó al zombie por el cuello y lo puso donde estaba amarrado. Al ver que le era muy difícil solo, gritó:

—¡Alguien que me ayude!

No pasaron muchos segundos hasta que la puerta se abrió de golpe y dos hombres entraron. al ver al científico forcejeando con el zombie, apuntaron rápidamente y ya iban a disparar, hasta que el científico los frenó:

—¡No vayan a disparar par de estúpidos! Ayúdenme a amordazarlo de vuelta.

Los hombres se miraron, tenían mucho miedo, pero después les dijo:

—Tranquilos, no tiene dientes ni brazos, no les podrá hacer nada.

Ellos seguían quietos, no se atrevían a hacerlo.

—¡¿No pues que son muy hombres?! ¡Ayúdenme carajo!

Los hombres reaccionaron y se acercaron a él. Mientras uno tenía agarrado al zombie acostado, el científico y el otro lo amarraban. Después de que volvieran a amarrar al zombie, el científico corrió de la habitación a los que lo habían ayudado y después me preguntó:

—¡¿Cómo se liberó?!

—¡El imbécil de Big lo soltó! —Respondí alterado.

EL científico hizo silencio por un buen rato, y después empezó a revisarme.

—¿Esa sangre es tuya?

—No... No sé, no creo.

Sentía mi piel muy irritada, mi cuello lo sentía entumido, pero sentía un gran alivio. El zombie gritaba y se movía bruscamente. Toby, se levantó y dio un par de pasos, el científico al verlo, enseguida caminó hacia él y lo cargó. Le puso una cuerda en su cuello y lo amarró a un pedazo de madera que salía de la pared.

—¡¿Qué haces?! —Reclamé.

El científico se me acercó y su forma de mirarme había cambiado, después, empezó a hablarme suave:

—Mira, todo este tiempo he estado tratando de ganar tiempo para irme de aquí, y no puedo fingir más con ustedes. Yo sé que ustedes no son delincuentes ni nada, aunque lo del perro, creí que ustedes le habían hecho algo. Puede que estés confundido ahora mismo, solo necesito que me sigas la corriente.

—Espera, espera... ¡¿Qué?!, ¡Cómo vas a decir eso si me sacaste sangre, me has golpeado e insultado! ¡No te creo nada!

—Todo esto tiene que parecer muy real...

—¡Hemos estado solos y aun así me has maltratado!

—Porque de afuera nos escuchan, ¿por qué crees que te estoy hablando en un tono bajo en este momento?

El Despertar ZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora