CAPITULO 81: CINDY VII

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De vuelta en la historia de Samantha:

Aquel soldado me parecía muy amable, no niego que era lindo, pero en cualquier caso debía estar con mis sentidos bien despiertos y no dejarme distraer.

Seguíamos en aquel callejón, ya íbamos a salir hacia un lugar seguro, él preparó su arma y se aseguró de tener munición.

Después me observó y dijo:

—Mantente cerca y detrás de mí, tómame de la ropa si es posible y mira tu retaguardia, buscaremos un lugar para pasar la noche.

—Está bien, pero podemos ir a mi casa, no está muy lejos de aquí.

—Es mejor que no vayas a tu casa por un tiempo, las personas están locas y pueden matarte por robar lo que tienes.

— ¿Y desde cuando me estás protegiendo? Hace minutos que nos conocemos.

Pude ver que el soldado se sonrojó y dirigió su morada al suelo. Hizo una pequeña sonrisa y yo no pude evitar hacer una también.

—Te quiero ayudar, con tu brazo en ese estado eres vulnerable e indefensa.

—Me las puedo arreglar igual.

—Esto no es ningún juego ni ninguna fantasía, no durarán en matarte y no quiero sonar grosero, pero con tu brazo adolorido lo único que haces es demostrar que estás en desventaja, y los demás se aprovecharán de eso.

—Creo que tienes razón, pero entonces, ¿Hacia dónde vamos a ir?

—Podemos ir al edifico donde te escondite de mí, habrá que esperar a que todo se calme, que no haya casi nadie y podemos estar tranquilos y seguros.

— ¿No tendrás otra arma para mí?

—Tengo una pistola como arma secundaria, pero no estoy seguro si en dártela.

— ¿Crees que te voy a matar o algo así?

—No es eso, es sólo que es peligroso, no sabes usar armas.

—Pero si es sólo apuntar y disparar.

—No, no es sólo eso, cuando disparas el arma hace un retroceso y si no tienes bien asegurada la pistola te puede dañar la mano, incluso puedes disparar hacia otro lado.

—Pero quiero ayudar.

—Por eso te digo que vigiles la retaguardia, vas a ser mis ojos en la espalda, ¿Me entiendes?

—Bien, al menos aportaré en algo.

****

Estuvimos en ese lugar durante mucho tiempo, ya no se escuchaban a personas, ni soldados, nada... Todo era silencioso, nunca había sentido esa clase de silencio, era a tal punto que me daba miedo y cierto escalofrío.

—Bien, prepárate, ya casi salimos al edificio —Dijo el soldado mientras tomaba su fusil.

—Ya era hora, ya estoy cansada de estar en este sitio.

—No eres la única.

Le tomé de la camisa y él preparó su arma y comenzó a apuntar el frente, después comenzamos a avanzar a un ritmo rápido.

Salimos de aquel callejón y ya veíamos el edificio cerca, comenzamos a correr y justo casi al edificio, el soldado se detuvo.

— ¿Qué pasa? —Pregunté asustada.

—Veo movimiento extraño en la entrada, no parece ser humano y parece que está caminando hacia la salida.

—Pero tienes un arma, dispárale y ya.

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