CAPITULO 73: LA MUERTE DE DAPHNE

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En el día de la guerra:

Eran las 3:00 am y Daphne no podía dormir, se movía dando vueltas en su cama, pero por más que lo intentara, no podía conciliar el sueño. Tenía mucho calor a pesar de que la noche fuese fría, tenía una sensación extraña lo cual la tenía un poco nerviosa, sudaba y le dolía un poco la cabeza. Algo le decía que iba a pasar algo muy malo, tan malo que hasta en un momento sintió un leve dolor en el cuello. Ella sin poder dormir, se sentó en la cama y se quedó viendo el suelo como si estuviese hipnotizada.

Se levantó y fue por un vaso de agua para refrescarse, quitar un poco el calor y relajarse. Caminaba de un lado a otro, quizás desesperada, le molestaba no poder dormir. Necesitaba estar descansada para el evento que se venía encima, su mente debía estar lo más fresca posible, pero era imposible para ella en ese momento. Al volver a su cuarto, sintió un escalofrío que recorrió todo su cuerpo, se sentía un poco en peligro, pero por más que mirara en todas las direcciones, ella estaba sola. La incertidumbre por saber por qué su cuerpo se comportaba de esa manera era demasiada, pero por más que pensara, no podía saberlo o descifrarlo y aparte de todo esto, se sentía muy inquieta.

Decidió encender una vela para que iluminara el cuarto y después tomó su arco y una flecha. Las observó fijamente pensando en muchas cosas: en el momento cuando llegó al poblado, cuando entrenaba con su arma que la distinguía, en el momento en que usó el arco por primera vez. Tenía en parte cierta nostalgia por todo lo ocurrido, pero la extraña sensación seguía ahí, carcomiendo su mente y su tranquilidad.

Acariciaba la flecha, observaba su punta y después bajaba hasta las alas de la misma, su suave y ligero peso conectaba con Daphne, pues ella era delgada y no pesaba demasiado. Después al tomar el arco, una inquietante sensación en su espalda la hizo temblar de miedo, se giró rápidamente y no había nada más que una pared.

—Creo que me estoy volviendo loca —Dijo susurradando mientras se acostaba en la cama con el arco.

Al contrario de lo que sentía al principio, ahora sentía un frío que nunca había sentido antes, era un frío extraño. Estaba extrañada completamente, ¿Qué era lo que le estaba pasando? Después de un tiempo logró dormirse. Sus sueños eran muy agitados, sentía que en varias ocasiones la atacaban por la espalda y a pesar de que en sus sueños peleaba o huía, siempre la atrapaban por la retaguardia.

En una ocasión soñaba que caminaba por un callejón oscuro, tenía su arco con una flecha preparada y a medida que avanzaba, tensaba más la cuerda. Caminaba lentamente estando atenta a todo su ambiente, no sabía qué buscaba o qué hacía en ese callejón, solo sentía un peligro inminente que la estaba observando, pero por más que observara su entorno no podía ver nada. Después de un rato, se quedó observando fijamente una ventana, había visto algo extraño y ella quería acabar con eso. Avanzaba con pasos cortos, el arco preparado para atacar y su mente bien concentrada. Al pasar un par de minutos sintió que algo la tomó por la espalda, cubrieron su boca y después de esto, un cuchillo entró con violencia en su cuello.

Daphne despertó agitada, respirando fuerte y sudando. Tenía mucho calor y sus manos temblaban, en seguida de esto, se tocó el cuello asustada y observó su espalda. No era nada más que una simple pesadilla, pero ella pensaba de otra forma. Ella pensaba que era un mensaje que les estaba dando el destino o hasta su mismo cuerpo, estaba asustada. No era una coincidencia que tuviera esas sensaciones extrañas justo cuando una guerra se avecinaba al pasar el tiempo. Después de ese sueño tan incómodo, no fue capaz de dormir más.

Tiempo más tarde era la hora de la guerra. Ella estaba despelucada y tenía cierto rostro de cansancio. No quiso encontrarse con Carl ni con lo demás porque creía que era un estorbo, así que decidió estar en otro punto del poblado con su arco y sus flechas. Sintió las explosiones que hubo al principio, se preocupó demasiado y después se dirigió al lugar donde todo empezaba a desatarse.

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