CAPITULO 37: DESTIERRO

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Se sentía un olor fuerte a sangre en el aire. Todas las personas estaban expectantes a lo que fuera pasar con Cindy y la verdad a ella no le esperaba nada bueno. Todas las personas estaban en silencio preparados para lo que fuera, parecían niños pequeños alrededor de una piñata.

- Vamos a darles 20 segundos para que hagan lo que quieran con ella, se vale de todo así que prepárense a mi señal.  Uno... Dos... ¡TRES!.

La multitud que había en ese momento corrió hacia ella. Una estampida humana la iba a arrasar. Cuando las personas estaban cerca de Cindy la empezaron a golpear en todas las partes del cuerpo. La golpeaban con los puños, patadas e incluso le lanzaban piedras. Se podía ver los impactos que ella recibía en su abdomen, piernas, partes íntimas, rostro y pecho, todos al mismo tiempo. 

Pasados los 20 segundos, el hombre que había dado la señal disparó al aire y las personas voltearon su mirada.

- Excelente, ahora vuelvan a sus posiciones.

Las personas empezaron a retroceder lentamente, Cindy estaba en el suelo, sangrando por todas partes y no se movía. La paliza fue tan fuerte que un ojo lo tenía cerrado. La levantaron entre dos personas y el hombre seguía hablando:

- Todos ustedes han aportado su granito de arena en lo que acaban de hacer. Es momento de darle el castigo definitivo. Vemos que ella está muy golpeada, débil e indefensa. ¿Que les parece si la desterramos de aquí?. Eso es lo que hacían antes, ¿No Cindy? Y en la condición en la que ella se encuentra será presa fácil para los zombies. Espero que te desmiembre un Forc maldita perra.

Las personas empezaron a gritar y a dar manotazos en el aire diciendo "¡Fuera de aquí!, ¡No se merece estar aquí!, ¡Hemos aguantado mucho sus abusos de poder!" El alboroto era demasiado.

Una mujer que estaba entre la multitud salió al frente y pidió un momento de silencio.
Cuando las personas dejaron de gritar ella comenzó a hablar:

- Recuerden que ella nos ha mantenido vivos, nos ha protegido en este poblado y nos alimenta. Si no es por ella estaríamos muertos

Las personas empezaron a abuchear y a gritar. La mujer al verse tan presionada y ver que nadie la apoyaba, sacó un cuchillo de su cintura y sin más se lo clavó en el estómago. Se arrodilló y lo volvió a sacar. Observó a Cindy por un instante y se lo volvió a clavar en el mismo lugar que antes. Nadie entendía lo que sucedía ni tampoco nadie sabía por qué había hecho eso.

De repente el sabio apareció, apoyándose en su bastón de madera acompañado de un niño el cual lo estaba guiando. 

- ¡ES EL SABIO! - Gritó una persona para dar aviso a las demás.

Los ciudadanos del poblado voltearon lentamente e hicieron silencio. Las personas estaban desconcertadas pues el sabio nunca salia de su casa. El sabio fue avanzando dando pasos cortos, el pequeño niño le guiaba y se acercaban a la multitud. Las personas fueron abriendo un camino lentamente mientras el sabio iba traspasando la "muralla humana". Cuando el niño le aviso al sabio que estaba en frente de Cindy, a él le salió una lágrima y bajó por su arrugada mejilla.

Cindy, al ver a su padre, levantó su cabeza y lo observó por un instante. 

- Hija... Desde aquí puedo sentir todo lo que han hecho. - Dijo el sabio con la voz un poco quebrantada.

Las personas al escuchar la palabra "Hija" suspiraron de la impresión. Ninguna de las personas se lo esperaba. Cindy trató de sostenerse sobre sus pies. Al hacerlo con dificultad, dio unos cuantos dirigiéndose hacia el sabio y después ambos se quedaron viendo. 

El sabio, daba manotazos en el aire para sentir el cuerpo de Cindy, al sentir su brazo, subía lentamente hasta su mejilla y después le dio una caricia. Cindy por otro lado, con las pocas energías que tenía, levantó una de sus manos y le propinó una fuerte bofetada. El anciano perdió el equilibrio por el impacto y cayó al suelo. El poblado se turbó de repente y empezaron a lanzar rocas hacia Cindy. Los hombres que la sostenían, la agarraron por los hombros y la sostuvieron de nuevo. 

El Despertar ZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora