☆☆The marvelous misadventures☆☆ [ChanSoo]

Zhang YiXing: aprendo de mis pasos.

Uno... dos... tres.

Contaba en mi mente.

Cuatro... cinco... seis.

Debía mantener un ritmo.

Siete... y... ocho.

Perfecto. Va de nuevo.

Uno, dos, tres. Aumentaba la velocidad. Cuatro, cinco, seis. Me iba lentamente desprendiendo de la realidad. Siete...

¡YiXing! - irrumpieron mi concentración, era uno de mis tíos, había entrado al estudio de baile y apagó la música, caminó a pasos largos hacia mí - te estamos esperando.

¿Ah? - arreglé mi cabello un poco y me le quede viendo sin saber que pasaba.

Dijiste que ibas al baño, pero vensiste aquí a bailar, estamos en medio de una cena importante YiXing - me intentaba explicar mi tío - ¡Aún traes el traje puesto! - me insistió para que me diera cuenta.

Oh - hice una expresión con mi cara al darme cuenta y recordar el asunto, estábamos en una cena de negocios. Una dinastía hablando "amistosamente"

Subí al comedor junto a mi tío, mis padres estaban a la cabeza de la enorme mesa, mi silla estaba vacía obviamente, y es que en primer lugar huí de esa estúpida cena porque me sentaron junto a los hijos de los socios de mi padre, eran insufribles. De mala manera volví a mi asiento y a escuchar las tontas pláticas de esos muchachos.

YiXing, volviste - uno de los jovenes me saludó mientras se ponía de pie para que me sentara.

Sii, volví - dije con un tono bastante aburrido.

Estábamos hablando que eres el único suertudo en asistir a una escuela fuera de China - dijo otro chico.

Ah si, fuera de China - dije sin importancia.

¿Cómo hiciste para salir de la tradición imperial? -

¿Cómo hice para .... salir... de ... la.... tradición imperial? - repetí la pregunta, entonces me puse a recordar como fue que logré que mis padres me enviaran a estudiar a una escuela internacional.

~~♡~~

Desde que era niño, siempre fuí muy... introvertido, me gustaba jugar solo y es que como hijo único no tenía muchas posibilidades, a veces las sirvientas jugaban conmigo, pero yo sabía escaparme del cuarto de juegos para ir a treparme a los árboles ¡Buenas caídas que me di!

¡No deja de sangrar! - decía alarmada una de las chicas que me había encontrado tirado al lado de un árbol, me había lastimado una rodilla.

Sólo aprietale fuerte - el chico que conducía los autos había recurrido al ver que la chica lloraba porque mi herida no dejaba de sangrar.