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Una semana después

Hoy era el día, hoy la entregaríaa

Tyler llegó veinte minutos antes. Chaqueta en mano, desaliñado y ansioso, muy ansioso.

La devolvería es lo que tocaba.

El día de hoy había despertado muy temprano, se había preparado mismo el desayuno y llegó a pie. En todo el trayecto cuando recorría los jardines se había tocado con un grupo de ciclistas que ni cortos ni perezosos, para su pesar, lo habían rodeado.

— Son muy buenos —comentó como cumplido para alejarse.

Y lo eran. Pero al parecer lo sabían muy bien, y no querían escucharlo, o lo habrían escuchado mucho tal vez, pues no se alejaron.

Un tipo rudo, de unos dos metros, bajó de un brinco de su bicicleta. —¿Nick, perdiste tu chaqueta la semana pasada, no es verdad?

Casi por instinto Tyler presionó la chaqueta bajo su brazo. Intentaba retroceder un par de pasos cuando chocó contra un muro, un muro de carne.

— De dónde salió este pequeñín.

Notando que no encontraría salida entre ambos, Tyler decidió razonar, o al menos intentarlo.

— La chaqueta es mía.

Estalló un bullicio de carcajadas y después más de uno había bajado de su bicicleta. Ahora lo rodeaban seis atléticos deportistas nada satisfechos.

No sabía ni cómo, pero se había librado de una golpiza homicida a costa de correr sin voltear bajo el subterráneo, de camino a Peterson.

El timbre sonó, ya casi todos los alumnos ocupaban la escuela. Tyler continuaba de pie con la chaqueta bajo el brazo. Es cierto que no lo habían dejado tranquilo en un inicio y que jugaron ha alcánzalo si puedes con la prenda antes de arrojársela a la cara, pero al menos tuvieron la prudencia de ayudarlo a llegar temprano.

Un chico se detuvo junto a él

—¿Maldiciendo sólo, Tyler?

Era Ryan.

Genial, ahora las cosas se complican.

No sólo había corrido casi quince kilómetros con el temor de que toda una banda de ciclistas profesionalmente aterradores le pasará los talones. Llegaba veinte minutos temprano sólo para ahora no poder entregar la chaqueta. Estaba desconcertado.

Ryan como intuyendo sus razones lo rodeó un poco.

—¿De quién es esta?

«¿No puedes ser un buen chico y pensar que es mía, Ryan?»

Inventaría algo si un grito no lo hubiera obligado a morderse la lengua.

—¡La lista está abierta! —era Jenna y se acercaba repitiendo lo mismo una y otra vez.

—¿Qué lista? —preguntó Ryan. No quería saber, pero igualmente preguntó. Porque ella y sus ancestros podrían enfadarse sino la trataba bien. «Ironic»

— La lista de postulantes al teatro—respondió entusiasta.

Ryan dejó de toquetear la chaqueta, observándolosdesinteresado.    

—Tyler tú eres bueno—dijo de pronto

Y el día terminó de empeorar.

***

VOICE // JoshlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora