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Por Josh

Trate de disculparme con Tyler. Lo hice mucho después de que volviera a los ensayos, incluso cuando su mirada acariciaba la mía con ojitos que se ponían nerviosos y se apartaban intimados. Yo no era un experto en la lectura corporal pero cuando Ryan, su mejor amigo, empezó a buscarle el habla, noté que Tyler le fue indiferente con la cortesía más cómica que pudiese uno ofrecer a quien lo espía con la seguridad de no ser descubierto. Y es que ahora que lo veía recitar sus líneas, tan concentrado en aligerar la carga para los otros, descubri que había encontrado en Tyler lo estuve buscando desde el principio. Una voz.

Lo seguí después de clases, como si de una presa se tratará. Sus pesados pasos se perdieron entre el roció otoñal que empezaba a apoderarse del resto del día, caminaba sin ser muy precavido como ni a nadie le importara a donde iban a parar sus pasos. Camina como quién está convencido de que camina solo. Sabía que no sería fácil conseguir de él, algo más que su atención, luego de esos pequeños inconvenientes. Así que decidí que sería bueno darle la oportunidad de sentirse aludido, o especial si así lo prefería. Tocaba, porque Tyler era frágil y ahora estaba asustado con todo por culpa mía. No podía dirigir tranquilo el teatro con el fantasma de Tyler medio vivo por todos lados.

—Hey, Tyler ¿Estas ocupado hoy?

Llegue a él, después de seguirlo por todo el estacionamiento, luego del último ensayo. El niño me observó intrigado, traía una sudadera muy grande para su cuerpo, casi desaparecia en ella.

—Vamos por unas bebidas a Camire.

Camire, es donde suelen beber malteadas los demás chicos del teatro al finalizar los ensayos. Lo sé porque lo visite con Brendon, por unas semanas, antes de que esté cogiera el resfriado de verano y se invernara en su habitación.

El rostro sorprendido de Tyler me saludo, y así permaneció hasta que decidí aproximarme. No había nadie más en el lugar, de eso me asegure con una rápida mirada por sobre el hombro que estoy seguro ignoro.

—El ensayo ha salido perfecto —dije caminado hacía él —Y te lo debemos a ti. Celebremos.

Narración Normal

De haber podido, Tyler hubiera respondido "—¿Así? ¿Y por qué no veo a los demás aquí? ¿Por qué estás solo tú?" Pero no podía, porque Josh le había quitado esa confianza hace unas semanas.

Sin pensárselo una palabra logró escapar de sus labios, un pequeño pero auditivo gracias que realmente no sentía. Con esto sus pasos se fueron alejando, quería perderlo no deseaba hablar con Josh, mucho menos ir a algún lugar con él. Cuando llegará a su habitación inspeccionaría si quedaban marcas oscuras porque aún dolían al rozarlas. Ver a Josh solo le hacía pensar en eso, en su violáceo mentón.

—Vamos yo invito—insistió el mayor. Tomó la mochila de Tyler sin que esté pudiera evitarlo. Y se lo tiró sobre los hombros. —¿Vamos?

Se negó, lo hizo, pero una parte de él la que daba función a sus piernas lo siguió. Siempre había querido que alguien lo lleve a ahí, podría asegurar con pocas posibilidades de fallar de que jamás había bebido una malteada ahí. ¿A quién engañaba? Quería ir a ahí porque Josh lo estaba invitando.

Cuando llegaron un grupo de compañeros del teatro se retiraba. Permanecían en el interior animados quienes ocuparan las mesas adiestradas entre sí, y la estarían pasando bien porque escucharon sus alaridos el resto de la tarde. Siendo un buen observador Josh descubrió que Tyler había estado asistiendo las últimas semanas con un bonito suéter carmesí, uno que no lo hacía lucir tan soso y con un reloj brillante alrededor de la muñeca. Esta capacidad de percepción reluce cuando estás en un lugar incómodo con alguien incomodado hasta las patillas.

— ¿No vas a meterte en problemas? —pregunto de pronto el menor. Luego añadió, como si temiera a sus palabras, como si estas pudieran meterlo en problemas otra vez —Lo dijo por tu trabajo...

—Los pobres también podemos salir a divertirnos —bromeo el mayor. Se veía incomodo, claro que lo estaba, Tyler era un niño acostumbrado a recibir atención todo el tiempo, a ser respetado incluso cuando solo sonreía con cortesía, esas eran las cosas que lo alejaban  de su realidad.

—Josh, ¿Por qué estamos aquí? No me siento ajusto.

Antes de poder detener ya había hablado.— No es suficiente para ti, ¿verdad?

— ¿Disculpa? —el menor lo observó curioso. 

No podía, no podía hablar con Tyler sin resultar ofendido. Estaba haciéndole el favor de su vida al pequeño reprimido y su audaz lengua serpenteaba por picar. No sé lo permitiría, podía mejorar el juego.

—Disculpas, eso es —empezó— Quería disculparme contigo Tyler, fui grosero en todas las formas.

El rostro congelado despertó. Sus ojos fueron cobrando un poco de ese brillo, caro que es difícil de conseguir hoy, ilusión. Incluso su piel dejo de ser pálida como sobre la nieve naciera el arco iris.  El sol resplandeció contra su rostro.

— ¿Lo estás? —preguntó con una sonrisa. 

Un ligero escalofrió recorrió su columna ¿culpa? Josh asintió terminado su malteada en silencio. Era una mentira sí pero no era mala, era una agradable mentira con el mejor disfraz existente. La culpa la utilizaban incluso los padres.  Cuando abandonaron el lugar, lo hicieron con la seguridad de que la deuda estaba salvada, Josh lo llevaría a casa y final del sacrificio. Sí conseguía haberle subido el animo al menor entonces los ensayos volverían a marchar bien, esa era su única preocupación.  En el camino Josh descubrió pequeñas cosas del teatro que desconocía por andar ocupado en sus múltiples labores, descubrió con recelo que había sido Tyler quien había hecho de director cuando se ausento por horas trabajando en los jardines.  Y claro, lo que ya temía, Brendon dando clases particulares a chicas de primer y segundo año.

— No te lo esperabas, ¿verdad? —dijo el menor— Brendon, siempre va un paso por delante. — en un momento encontró divertidas sus propias palabras porque empezó a reír. Jamas había visto reír a Tyler. 

Trataba, pero no ponía estar del todo cómodo, no cuando Tyler hablaba como ella,  y  como el Reverendo Morgan, cuando designaba que debía dormir fuera por ser considerado de poca confianza, hablaba como habló el nuevo esposo de su madre cuando llegó de un partido de baloncesto con las zapatillas llenas de barro. Como si uno no pudiera entenderlos.

—Eres un chico afortunado, Tyler —dijo al fin. Alejando toda malicia de su ser, tratando de que todo fuera natural— Tienes una casa enorme, eres muy bueno en el instituto y he escuchado que en los deportes individuales te va bien.

Agradecido, el niño observó con orgullo su hogar. No solía mostrarse así por cosas materiales que para él jamás significaron la gran cosa, pues, desconocía de carencia alguna pero si a Josh lo impresionaban tanto había uno que sentirse orgulloso de ello. 

Josh se detuvo antes de llegar al jardín privado del lugar, tras una pequeña cerca que dividía a la zona oeste del aparcado de vehículos. Se contenía a guardar sus acciones cuando sintió una presión en su hombro,  observabando atento descubrió la boca del menor sellada por fin. Tyler lo observó con leve gratitud.  

—Esta todo olvidado Josh.

Casi lo olvidaba. El mayor se lo agradeció antes de soltar su afirmación.

—Tyler, sobre tu supuesta "homosexualidad" no importa ¿está bien? . Puedes volver a mirarme la polla cualquier día, no hay problema.

Eso era lo único que con seguridad, lo decía enserio. Tyler, que lo estaba mirando atento se quedó expuesto ante la pintura que sofocaba sus mejillas. 

VOICE // JoshlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora