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El delgado cuerpo se retorció ante la mirada fija del hombre frente a sus ojos. Era como si solo pudiera oír los fuertes latidos al interior de su pecho logrando colorearle las mejillas a un ritmo alarmante. Este domingo estaba poniéndose muy caliente, y con solo pensarlo se encontró en desconcierto, cómo haría para poder verlo a los ojos después, cómo haría durante los ensayos, cómo haría para seguir respirando ahora.

—¿Que haces tú aquí? —recibió la primera pregunta, en un tono nada amable.

Josh había llegado, tal cual estaba, junto a él. Acercó su rostro encolerizado y cuando lo tuvo frente a frente. Repito la pregunta.

—¿Que haces aquí?

Hace rato había dejado de ser amistoso con él, incluso tal vez porque no estaba a la talla de recibir invitados, por lo que el menor permaneció en silencio. Josh siguió acercándose.

Con el rostro coloreado y la cabeza gacha en dirección a sus pies, Tyler se negó a subir la mirada otra vez, su interior palpitaba. Temía decir algo estúpido, algo que enfadará más al mayor, quién con seguridad ya estaba hartándose de él.

—¿Me escuchas? —volvió a preguntar, Tyler no reaccionaba así que se aproximó más.

Embelesado, el menor quedó atónito al sentirse acorralado. Su rostro  chocó contra el musculoso pecho del jardinero.

—¡Tyler, responde!

Encontró sus ojos intimidado. Josh tenía el cuerpo húmedo, gotas cargadas caían deslizándose por su pecho como lo hacían por su rostro. El joven lo había tomado por sorpresa de los hombros, y en su asombro Tyler gimió, siendo esto lo único que en su estado pudo producir. 

Si antes oía sus respiraciones y el acelerar de su pecho, ahora no oyó nada.

Josh tenía las manos húmedas sobre sus hombros, pero pronto lo dejó en libertad. Casi tan espantado como él se preguntó qué había sido eso. Para su sorpresa el menor se apresuró en hablar, no sabía que había sido esa reacción pero si responder a las demandas del mayor evaporaban un poco la vergonzosa situación, optaba por ello.

—Y-yo olvide algo... —consiguió pronunciar. —La puerta estaba abierta, p-perdón.

En el lugar podía sentir su propia respiración, por alguna razón la temperatura había caído. El joven estaba incómodo, ya no se sentía con total libertad de poder andar desnudo por ahí. Pero no se alejó.

—Estas en las regaderas, Tyler.

—S-si fue aquí —respondió el chiquillo listo, cuando lo hizo su rostro chocó contra el del mayor que lo veía desde lo alto, ahora inclinado hacia él.

—¿Entraste solo?

Asintió. —S-si, solo.

Tyler Joseph, el niño engreído de Peterson estaba aquí acorralado, y se había derretido por su tacto. No podía olvidarlo, no cuando lo tenía frente a él balbuceando mientras se mordisqueaba, asustado, los labios. Tyler Joseph, el chico de la audición perfecta que se quedaba observándolo durante los ensayos se había metido en Peterson un domingo tranquilo para buscar algo, y lo había descubierto desnudo. Josh se contuvo las ganas de reír, le resultaba tan cómico ahora que lo comprendía todo.

Un ruido

Un ruido alteró el ambiente. El crespar de unas oxidadas rejas invadieron el silencio. Fue un ruido sólido, como si alguien hubiera forzado alguna entrada. Aterrado, Josh se apresuró en buscar entre el montón de ropa sucia que se vislumbraba en el suelo, y se cubrió la desnudez con unos pantaloncillos cortos. Saliendo disparado, pasando incluso, sobre el menor.

VOICE // JoshlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora