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Tyler se sentía extraño, la cabeza le daba vueltas, y las arcadas estaban sobre él cada hora. Sino había faltado a clases era solo porque debido a su estancia en el hospital había firmado clausulas con el instituto de no ausentarse por otro inconveniente en lo que iba del año. Sus padres ya habían conseguido incluso abogados, aunque todo esto no fuera más que una exageración, como pensaba el menor. No entendía que le sucedía con exactitud solo que su cabeza pesaba, pesaba mucho como si al quedarse dormido hubiese despertado ésta convertida en plomo, tanto era así su dolor que de tocarse el cuello sentía que le picaba la piel provocando un dolor infernal. Se había hecho ya incontables raspones de solo rascarse, las cuales estaban ocultas ya bajo una capa de crema contra las quemaduras.

—Mamá, duele mucho —continuó quejándose.

La madre tenía al menor aferrado de sus faldas, acariciaba su espalda con ternura, dando miradas a su esposo. El Sr. Joseph tenía el telefono pegado a la cara bociferando contra el piloto de la avición familiar. Fueron largos intercambios de posturas, hasta que el hombre tiró el telefono sobre la mesa. Se encontró con varios rostros sorprendidos ante sus acciones las cuales justificó con las mismas palabras que había dicho el hombrecillo al que le pagaba tantos dolares, aún cuando no salían mucho de viaje durante el año.

—"Los vuelos están detenidos por el cambio de rutas de estación"

—Estamos en verano —interrumpió la rubia. Los Black estaban presentes también, con la rubia entre ambos, le dieron miradas de aprovación a las palabras de su hija.

Tyler los interrumpió a todos.

—Despues del verano viene el otoño, las estaciones cambian, estamos ya en septiembre —repusó pedante.

No podía hacer mucho con las clausulas de Peterson. Tyler debía asistir por la obligación de los tantos clubes que ocupaban su nombre aún sin pertenecer directamente a ellos. Ya convencido que por medio de todo no conseguiría nada, abandono el lugar. Salió por la puerta silencioso, con Zack pisando sus talones, su hermano lo había llevado y recogido de la escuela los últimos cinco días. Había accedido por culpa del instante pesar que lo cubría, como si sus piernas compartieran el peso a plomo, y amenazarán con dejarlo caer.

Estaba ya ingresando cuando se quedó de pie en el ultimo escalón, a lo lejos oyó las ruedas del vehículo girar en reversa del lugar. No fue en este caso aquello razón de detenerse, fue aquella pequeña palmada que había oído, una que ahora reconocía con exactitud llamándolo a la distancia, lo que lo dejó sin movilidad. Le había llegado la invitación por parte de Brendon, un día que estaba oculto en los vestuarios casí cayendose del dolor. Lo habían invitado Debby y unas compañeras más de teatro, incluso el elenco de segundo cuando lo descubrieron comiendo solo.

—Lo siento —dijo aún de pie sobre el mismo lugar—: No tengo tiempo.

A josh esto le sonó a mentira, dejó caer el vaso que había estado golpeando y lo dejó rodar hasta detenerse en los pies del menor.

—¿Estas enojado, Tyler? —preguntó desde la oscuridad.

—No.

Tyler aún no levantaba la cabeza, esa posición hacía mas soportable la presión.

El de cabellos azules salió de su escondite caminado hacía el mas joven.

—No te creo.

Ya no quedaban uniformados en el patio. Las últimas sacerdotisas hacían su ingreso acarreando a los más pequeños, sin darles importancia pués seguían la campanada apresuradas.

Josh lo envolvió en un abrazo, uno que el menor deshizo en el acto.

—Debo entrar a clases.

No lo dejó, tomó su brazo y lo detuvo.

VOICE // JoshlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora