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El menor se acercó a su rostro, y con total naturalidad presionó sus labios contra la mejilla del chico de cabello azul, que aguardaba junto a un cartel neon vintage malogrado. El reloj marcaba diez minutos para el ingreso de la clientela. En los bares americanos, aunque las demandas de salubridad se almacenaban por paquete, la hora de abrir sus puertas era un sacrilegio respetado. 

—Josh, si esta es una despedida. —acaricio su mejilla con suavidad. —Quiero desnudarte para mí, una última vez.

Josh sostuvo al menor entre sus brazos y disfruto de la cálida presión de sus rosados labios contra los suyos, su pecho se inflamó y sus manos viajaron a la espalda baja del castaño, su cuerpo entero le pido una confirmación al más bajo y éste, como si fuera poseedor de un secreto, le sonrió con seguridad. Su lenguaje corporal gritaba lo que en su interior también necesitaba, y sólo basto una sonrisa para confirmar sus intensiones.

—Hoy quiero sentirte —susurro el casaño, sus delgados brazos rodearon su cuello y su cuerpo entero se inclino para satisfacerlo. —Quiero tú sabor en mí, Josh.

Debía confesar como se sintió en ese momento, porque una sonrisa de satisfacción no bastaba para albergar todo lo que esas simples palabras habían despertado en su resignado interior. Sujetó con seguridad los muslos de Tyler, hasta elevarlo a la altura de su cintura y viajo con el cuerpo del más joven hasta una superficie plana. Se hallo, entonces, de pie junto a la barra.

—Me gusta tu mente retorcida —oyó el festejo de Tyler, y quiso callarlo.

No aquí, no sobre la barra.

Aún si se hubiera negado habría perdido, lo sabía muy bien y lo confirmo cuando su cuerpo fue apresado por el contrario. Tyler fue rápido, descendió sus besos hacia el hombro del más alto, gustoso de los sonidos que recibía.

—Tyler, no... aquí no —su boca y su lengua eran prisioneras del contrario. La calidez interior de su humedad se mezcló con la dulzura de los sonidos que compartían, entre gemidos y risas. Fue tanta su cercanía que afloro en su pecho la necesidad de rociarlo de cumplidos, palabras dulces, cariños, y hasta mimos pero todos murieron en su pecho al escucharlo.

—Quiero que me folles muy duro Josh —había oído— Quiero brincar como un desquiciado sobre tu gran polla hasta que su explosión en mi interior desequilibre mis sentidos. 

Josh tomó aire.

—Y quiero tu boca chupandola, Josh. Sé una puta conmigo, y follame como sé lo hiciste a esa mujerzuela— rogó. Sus brazos alrededor de su cuello, sus piernas suspendidas en la barra trepando por sus caderas hasta enredarse en su cintura.

No oía, el sonido de sus labios lo envolvía, alejó una mano de la cintura del menor y empezó a tirar de sus pantalones pero Tyler se separó comprendiendo, y fue él quien se quitó los pantalones por completo, junto a los interiores. Josh también se deshacía de los suyos cuando el menor lo obligó a inclinarse.

—Tú puedes hacerlo Josh— lamió su mejilla. —Dale una mamada de despedida a tu pequeño Tyler. No sabes cuánto lo desea.

Sus rodillas cayeron al suelo, y la mitad de su cuerpo quedo a la altura de la barra, donde las piernas del de ojos café esperaban separadas.

— Si es lo que quieres....

El miembro del menor estaba erecto, y endureció más cuando lo tomo entre manos para llevárselo a la boca sin basilar, se elevo lo que pudo a fin de conseguir humedecerlo por completo. Con las maldiciones que no dejaba de gritar el castaño, comenzó a disfrutar su trabajo, tomo el miembro frente a él y hizo lo que el menor pedía, lo recorrió por su rostro conteniéndose lo más que podía hasta poder saborearlo; primero la longitud, repartiendo cortos besos hasta la punta que lamió delineandola, y por segundo sumergirla de nuevo dentro de su boca en un vaivén de salir y meter. 

VOICE // JoshlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora