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A Tyler le gusta ayudar a las personas por eso la oportunidad de apoyar enfermos en el  Hospital Social es una gran oportunidad para él.  No tiene estudios en medicina ni mucho menos en psicología pero sabe que cuando puedes ayudar tienes que hacerlo, los desprotegidos siempre necesitan palabras de aliento y él las conoce. Además que la labor voluntaria es un privilegio del que desconoce un centro público como éste. No le vendría nada mal convivir con más personas a su alrededor, luego de tanto tiempo sobre protegido es lo mínimo que puede hacer para equilibrar su vida. 

Todo sería  fácil si su madre no lo estuviera siguiendo, claro. 

Han sido cuatro calles en dos horas, hasta el momento la Sra. Joseph no presenta intenciones de ceder al viaje.  Cualquier idea puede servir para librarse de ella, hace un intento bajo. 

— Madre....

— ¿Si, cariño? —Su madre esta bien sujeta de su brazo, oculta bajo unas enormes gafas oscuras y segura por el vehículo oscuro que los resguarda desde la vía aledaña. 

Es un intento justo, tiene que mantenerla alejada por unas horas. La idea la hace reaccionar con rapidez.

— Entonces, ¿Quieres caminar desde aquí hasta la casa de Jenna, tú solo?

No tiene muchas oportunidades. Su madre observa en derredor sobre hombros, el chal que la abriga se siente frio, un aire negativo recorre esa idea. No quiere dejar a su hijo solo, no después de tanto pero el rostro de Tyler la encuentra, luce esperanzado. 

— Me vendría bien caminar un poco.

Furfulla. — Habermelo dicho antes Tyler, hubiera salido con unos zapatos más bajos.

El castaño entristece, más no se da por vencido. 

— Recordé de pronto que Jenna tenía algo que me contarme y puede ser importante.

Se toma su tiempo en dudarlo. Hasta que vuelve a hablar dándose por vencida.

— Bien, pero te quiero en casa en menos a de una hora.

Ya respirar es entretenido, la compañía  es buena pero cuando  asfixia es mejor librarse de ella. Despide al auto a la lejanía pero no mueve ni un solo musculo hasta que ha perdido al coche muchas calles lejos. 

El Hospital Social no queda lejos,  Tyler logra llegar con rapidez en pocos minutos.  La fría bienvenida del reducido edificio entre dos alternos hoy luce diferente, más accesible, casi familiar. Prefiere ingresar de una vez. Ya en el interior nota que los reducidos pasillos despoblados dan paso rutas alternas, la comodidad por la ausencia de personas que observa en derredor lo tranquiliza.  Siempre está alborotado el hospital al que asiste. Es bueno conocer lugares nuevos.

— ¿Sr. Joseph? —un enfermera lo saluda desde su mostrador. Toma el ticket que él le extiende y perfora una parte de el, se lo devuelve con una sonrisa. —Bienvenido. 

— Gracias. —se apresura el castaño. — Y buenos días también. 

  — Buenos días. Acompáñeme.  

La escucha hablar mientras la mujer va enseñándole todo el lugar. Serán los sábados dice y un grupo de niños que desfilan medio dormidos los interceptan, se alejan de ellos saludando, muchos de ellos aún están dormidos.  Los domingos con horarios libres, continúa explicando la enfermera, podrá almorzar en el comedor si lo desea y por ser las primeras semanas su apoyo se centrará únicamente en los niños.

— ¿Qué hay de los inválidos? —pregunta Tyler cuando bajan las escaleras devuelta a la primera planta. Ella no se detiene y Tyler comprende que debe seguirla. 

VOICE // JoshlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora