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Tyler consiguió un alto cuatro días después, aún debía llevar los vendajes en la cabeza pero podía soportar eso. La mirada culpable de sus padres y el sermón de los médicos habían conseguido culpabilizarlo en su interior. Solo un poco. Para asistir a la escuela, el médico insistió en que cubra su cabeza con un cascó, a lo cual se negó rotundamente, la otra sugerencia fue usar una gorra a presión.

Tenía la gorra a presión ahora, estaba frente al espejo de los servicios de la escuela y se miraba indeciso. No lucía bien, no era él. Su rostro estaba encogido y no podía ver su frente, le picaba la tela y las ganas de rascarse la cabeza habían llegado. Estaba en la escuela y no quería ir a clases.

Pensó en esconderse en un cubículo, subir las piernas y hacer como que no había nadie ahí, pero sabía, por experiencia, que aquel lugar no era el más agradable cuando sonaba la campana. Débil, y desganado arrastro sus piernas por los pasillos, recibiendo miradas curiosas y burlonas por parte de muchos compañeros que desconocía. Finalmente llegó tarde, e ingreso al interior del aula.

—Te estaba esperando —saludo Ryan. Vio a su amigo cada día que estuvo internado, sus padres ahora hablaban muy bien de él.

—No fue fácil llegar, Ryan —comentó

El más alto no tardo en notar su vendaje, la gorra no cubría nada, era blanca y los vendajes también.

O Tyler estaba cabezón o traía algo ahí.

Su amigo rebusco entre sus cosas. Y se acercó a él con una sonrisa —¿Puedo? —tenia un marcador en las manos.

Se unieron dos, tres, y al final de la hora de clases Tyler tenía toda una obra de arte callejero en la cabeza. Habían aves, querubines, coronitas y muchos corazones con mensajitos que le serian imposible descubrir. En la zona inferior a la altura de su oreja derecha rezaba, oculto entre los otros, el garabato de su amigo.

Las clases culminaron, Tyler salió seguido por Ryan a los desconfiados pasillos de Peterson. Zack vendría por ellos esta tarde porque Ryan estaba invitado a cenar. En el recorrido encontraron a Brendon, quién no tardo en tomar su cabeza y garabatear su autógrafo ahí.

—¿No quieres un autógrafo de Debby? —pregunto —Ella también está muy preocupada por ti.

No no quería un autógrafo de ella.

—Esta con Josh decorando el escenario. —siguió comentando el azabache — Solo faltan dos semanas niños.

¿Con ella? ¿Solos?

Ryan quería ver la decoración y eso bastó, Tyler avanzó a pasos rápidos hacía el lugar perdiéndolos de vista muy pronto. Fue tan rápido que Ryan se canso de seguirlo.

El aula de teatro estaba a la zona norte de Peterson, había bajado esas escaleras por meses, ahora que las reconocía bien descubrió que eran el camino  a su lugar favorito. Ya en el interior, oyó risas reproducirse por todo el lugar. Ingreso muy rápido, bajo escaleras y subió los peldaños del escenario. No estaban ahí.

los bastidores

—¡Tyler!

La pelirroja chilló de emoción cuando lo descubrió y se encaminó hacía él muy rápido. Tenía pegatina en las manos y mucho brillo en la cara, Josh tenía el bote culpable en manos, vacío y una sonrisa familiar.

—¡Estas recuperado! —exclamó ella—Todos aquí te extrañamos mucho.

Se dejo hacer, y se avergonzó por haber pensado mal de ella. Aunque lo hacía.

Debby estuvo en su habitación

Josh se acercó un poco, Tyler aún se veía pálido pero estaba aquí.  Golpeó su hombro en confianza sin evidenciar nada.

VOICE // JoshlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora