VOICE // Joshler

3

Los Jospeh y Los Black acudieron al sepelio de la maestra de ambos, Tyler no dijo ninguna palabra de lo sucedido en clase a los Black y Jenna se lo agradeció. Estaban sentados frente al otro en clase de educación física cuando un balón rebotó contra Tyler, y esta sonrió.

La clase de matemáticas había traído consigo los ejercicios mas peligrosos, peligro de que el lápiz de Tyler se quedará sin grafito. Había dado cuerda a su tarjador tantas veces que ya le dolían las yemas de los dedos.

No...

El pequeño lápiz había resbalado de sus dedos, era el último con el que contaba. Pediría unos extra a Jenna si esta no estuviera en las mismas condiciones que él, cada poco se lanzaban miradas complices realmente apenados. Apresurado en recuperarlo se agachó para buscarlo en el suelo, y lo encontró cerca a la pared, había rodado hasta que está la detuviera.

Sujetandose de la ventana para subir mas rapido, se encontró con el paisaje al exterior. El jardinero sin camisa, regando las petunias.

El lápiz volvió a caer al suelo.

***

—¿Cómo te ha ido en la prueba?—preguntó la joven Black de pie junto al menor, esperaban el auto de su madre. Hoy traía anteojos verdes, y el cabello hecho un desastre mayor.

—No mejor que a tí, me he distraído y no he podido terminarlo.

Jenna divisó el auto de su madre doblando la esquina, Tyler se veía alto, de pie con las manos en los bolsillos y la mente volando a quién sabe dónde.

Ella llamó su atención con una reprimenda —Tyler Joseph jamás se distrae en una prueba del señor Robeen.

Tyler, quién aún estaba perdido en su cabeza la encontró sonriendo antes de subirse al auto de su madre. Su padre no llegaría por él, se lo había notificado en el desayuno cuando dejó 20 dólares sobre su mano. Le tocaba tomar un taxi, su casa estaba a quince cuadras a pie, desistió. Hoy caminaria, castigaría sus piernas por haberse quebrado al encontrar a otro hombre semi desnudo, aunque llegará sin aire.
De solo recordar lo sucedido se avergonzaba consigo mismo y apartaba la imagen lo más lejos posible, no podía contarselo a nadie, ni a Jenna, ni a sus padres, ni al reverento. No no podia. Si alguien lo escuchaba probablemente lo vería como a un alienígena. Además ¿Qué diria? Que sus ojos se quedaron hipnotizados con el cuerpo del un hombre que regaba desinteresado los jardines del Instituto, con el torso desnudo, los tatuajes a flote y su piel brillando de sudor bajo el sol, y que además por unos segundos le pareció que le sonreia.

¡No! Eso no paso eso, lo invento tú mente.

Estaba próximo a llegar a casa, no era consciente de que caminó catorce cuadras repitiéndose lo mismo, hasta que encontró a su hermano sentado en la entrada.

—Hoy es noche con los Black, si te has intentado escapar fallaste. Las dos dijieron que esperabas en la acera a tiempo que se marchaban. Mamá cree que te han secuestrado los traficantes de órganos. —Zack hablaba tan rapido que Tyler maldijo a la rubia en su mente. Seguro Jenna les habia comentado lo de la prueba, seguro estaba aconsejando su castigo, los Black eran muy presuntuosos con ella, y sus propios padres la trataban como la hija que nunca tuvieron.

—Zack, hermano ¿Me ayudas a entrar por la ventana?

La luna estaría brillando mucho hoy, ojalá Tyler hubiera escogido la habitación de huspedes, esa si tenia ventana. Se encontraba recostado sobre su cama mientras su madre y Jenna, si Jenna Black, lo observaban desde la puerta.

—Debio haber llegado mientras fuimos por ustedes —le decía su madre a la rubia. —Lo siento cariño, podremos decirselo mañana.

Decir qué, se preguntó. No importa, tarde o temprano lo descubriría. Los Black permanecieron un par de horas mas tarde, escuchó una que otra conversación de la rubia con su hermano. Jenna siempre permanecia despierta hasta que sus padres olvidaban sus anecdotas, Tyler no podía y sabía que Zack tampoco, siempre se dormían a la mitad. Una vez encontro a la señora Black tratando de arroparlo, fue aterrador.

Trato de quedarse dormido, pensó en Peterson, en los jardines de la veterana Rusa y sus raras plantas, ¿Por qué ya no las cuidaba ella misma? ¿Habria enfermado como Sor Ruth? Todas esas preguntas lo hacían desvariar y necesitaba callarlas. Lo haría ahora. Tyler conservaba una pequeña libreta bajo el colchón, era donde guardaba todo lo que sentía, tenia que apartar de sus pensamientos. Sostuvo una lapicera a oscuras con la única luz tenue que la lamparilla al extremo derecho vislumbraba.

El muchacho jardinero llegó a su mente y Tyler descubrió que era el problema, no él, claro que no, Tyler no podia ser un problema. Era ese adolescente liberal, perturbando todos los dias el instituto, él y sus tatuajes ocultistas, a Tyler le daban mucha curiosidad esos dibujos, debia ser algo malo, seguro que si. Sonrio ante ese pensamiento, él en ninguna de sus vidas conseguiría tinta sobre su piel, mucho menos andar semidesnudo por el insituto, no claro que no, esa sería obra del oscuro. Con todos esos pensamientos en la mente Tyler termino quedándose profundamente dormido.

En la primera planta los Joseph despedían a sus amigos. La muchacha rubia levantó la mirada hacia las escaleras a tiempo que abandonaba el hogar.

Tal vez Tyler no era tan extraño despues de todo, había caminado quince cuadras para trepar hasta su habitación, tal vez hasta era valiente.